• Asesinaron a 4 personas, una en Los Cabos, otra en La Paz y dos en Guerrero Negro, esto luego de que se localizara una manta advirtiendo de asesinatos contra elementos policiacos; el gobernador condenó los hechos.
La Paz, Baja
California Sur.- Las amenazas dejaron de ser solo letras estampadas en
una manta. En menos de 24 horas, Baja California Sur (BCS) fue escenario de una
jornada sangrienta que sacudió a sus instituciones de seguridad. El crimen
organizado lanzó un mensaje, y lo respaldó con plomo: dos militares asesinados
en Mulegé, un mando de la Procuraduría ejecutado en La Paz y un cuerpo con signos
de tortura abandonado en Los Cabos.
Todo comenzó
con la aparición de una narcomanta en el Aeropuerto Internacional de Los Cabos.
La advertencia era clara: iban por comandantes municipales, estatales y de la
Procuraduría. La amenaza tomó forma con rapidez y brutalidad.
Fue un martes
negro para la sociedad sudcaliforniana, las fuerzas armadas y las autoridades
de procuración de justicia. Desde temprano, el hallazgo de una narcomanta en el
Aeropuerto Internacional de Los Cabos encendió las alarmas. El mensaje, firmado
por el crimen organizado, no dejaba espacio para dudas: acusaciones directas a
mandos policiales y una advertencia mortal. “Ya los tenemos ubicados”, decía.
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Horas más tarde, la amenaza empezó a cumplirse.
En el norte
del estado, en Guerrero Negro, Mulegé, se dio a conocer la primera tragedia del
día. Dos elementos del Ejército Mexicano fueron atacados a balazos. Uno de
ellos murió en el lugar; el otro, un subteniente en activo, falleció más tarde
en el hospital donde era atendido. No hubo contexto claro, ni comunicado
oficial. Solo el reporte del ataque y la confirmación de dos bajas más en las
filas de las fuerzas armadas.
Minutos
después, la violencia alcanzó el corazón de la capital. En La Paz, Ulises Omar
Cota Montaño, jefe de la unidad antinarcóticos de la Procuraduría General de
Justicia del Estado, fue ejecutado al llegar a su domicilio en la colonia
Camino Real. Un dron sobrevolaba la zona y registró todo: la persecución y el
ataque directo al funcionario. El video fue difundido en redes sociales y
retomado por los medios de comunicación.
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Cota Montaño era sobrino del exgobernador y actual funcionario
federal, Leonel Cota Montaño.
En Los Cabos,
el hallazgo fue igual de estremecedor. A orillas de un camino de terracería
rumbo a la presa San Lázaro, fue localizado el cuerpo de un hombre con signos
evidentes de violencia. Vestía un short naranja y estaba degollado. No tenía
identificación. La Procuraduría abrió una carpeta por homicidio doloso, pero
hasta ahora, no hay información sobre los responsables.
Estos hechos
no son aislados. Apenas días antes, otras narcomantas habían aparecido en La
Paz, advirtiendo el regreso de la violencia por la disputa de plazas
criminales. El mensaje en Los Cabos fue más claro y más directo: amenazas con
nombres, cargos y posibles blancos. Esa mañana, las advertencias dejaron de ser
solo palabras.
Por la noche,
a través de un mensaje con una esquela que compartió en sus redes oficiales, el
gobernador Víctor Manuel Castro Cosío condenó los hechos y aseguró que “no se
dará un paso atrás”.
Al tiempo, se informó a través de un comunicado oficial que se convocó de
inmediato a una sesión extraordinaria de la Mesa de Seguridad, donde se
acordaron operativos especiales, mayor presencia policial y reforzamiento de la
coordinación entre las fuerzas del orden.
Sin embargo, en las calles, la zozobra volvió a instalarse. Convoyes armados y
retenes improvisados marcaron el ritmo de un día que recordó a los años más
duros de la violencia en Baja California Sur. La jornada dejó cuatro personas
asesinadas: dos militares, un mando ministerial y un civil no identificado