• América Latina invierte menos del 2% en prevención pese al aumento de riesgos
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Estado de
México. - A pesar de que diversos estudios han demostrado que responder a un
desastre es entre cuatro y siete veces más costoso que prevenirlo, México
destina el 99% de su presupuesto para la reducción del riesgo de desastres a la
atención de emergencias, dejando apenas el 1% para la prevención. Esta
situación coloca al país como el que menos invierte en prevención dentro de su
presupuesto para desastres en la región, según Naciones Unidas con su Informe
de Evaluación Regional sobre el Riesgo de Desastres en América Latina y el
Caribe (RAR24), en el que se destaca la baja inversión en medidas preventivas y
el alto costo de la respuesta a emergencias.
En 2023,
México vivió una de las peores catástrofes naturales en Acapulco, Guerrero.
Para los expertos de los servicios meteorológicos, el huracán Otis se convirtió
en un fenómeno atípico, que pasó de categoría 1 a 5 en menos de 24 horas. Y de acuerdo con el director
del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NCH), Michael Brennan, la
manera en cómo se intensificó fue muy excepcional, prácticamente rompió todos
los récords. El gobierno federal estimó daños en 80% de los hoteles de Acapulco
y 98.2% de las viviendas.
“América
Latina tiene unas pérdidas económicas anuales esperadas en infraestructura de
más de 58 mil millones de dólares. Y esto sin considerar otros gastos por
pérdidas directas e indirectas, como afectaciones en el empleo, la educación y
la salud", señaló Nahuel Arenas, jefe de la Oficina Regional para las
Américas y el Caribe de la UNDRR.
El informe
RAR24, presentado en febrero por la Oficina de las Naciones Unidas para la
Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), señala que, pese a ser la segunda
región del mundo más propensa a desastres, América Latina invierte menos del 2%
de su presupuesto en prevención. Esto ha provocado que la mayor parte de
los recursos se destinen a la atención de emergencias y la reconstrucción, en
lugar de fortalecer las capacidades para reducir riesgos y evitar tragedias.
Entre 2000 y
2022, la región registró 1,534 desastres que afectaron a 190 millones de
personas. En casos extremos, como el huracán María en 2017, el costo de
recuperación en Dominica fue equivalente al 200% de su PIB. "Hemos perdido
todo lo que el dinero puede comprar", escribió en su momento el primer
ministro de Dominica, Roosevelt Skerrit.
“Nada socava
más el desarrollo como los desastres. Nos echan décadas para atrás en
desarrollo”, advirtió Nahuel Arenas.
El informe
destaca la inversión de cinco países en reducción de riesgos:
·
Guatemala: 2.32% del
presupuesto entre 2014 y 2023, con más del 98% destinado a respuesta.
·
Perú: 1.28%, de los cuales el
50% se empleó en medidas correctivas y el 40% en respuesta.
·
Jamaica: 0.7%.
·
México: 0.29% del presupuesto
nacional, con el 99% utilizado para respuesta.
·
Brasil: 0.06%, con más del 70%
enfocado en acción reactiva.
“Elegimos
estos cinco países (incluido México) porque, al menos, han hecho el esfuerzo de
etiquetar su gasto en reducción de riesgos, lo que es un paso importante en
transparencia", explicó Arenas.”
El alto costo de la reacción y la
falta de seguros
El informe de
la ONU enfatiza que responder a un desastre es significativamente más costoso
que prevenirlo. La falta de sistemas de alerta temprana adecuados y de
infraestructuras resilientes agrava el impacto económico. Además, la cobertura
de seguros en la región es insuficiente: solo el 5% de las pérdidas económicas
derivadas de desastres en países en desarrollo está cubierto por seguros,
comparado con el 40% en países desarrollados.
El caso de México: el FONDEN y sus
cambios
México contaba con el Fondo de Desastres Naturales
(FONDEN), creado en 1996 como un mecanismo presupuestal para atender
emergencias. Sin embargo, con la eliminación de diversos fideicomisos en 2021,
el FONDEN cambió sus reglas de operación, reduciendo su capacidad de respuesta.
Este ajuste
ha generado críticas, ya que limita la posibilidad de atender desastres con
rapidez y eficacia. La falta de un esquema financiero robusto para la
prevención y atención de desastres podría agravar la situación en el país, que
enfrenta cada año huracanes, terremotos e inundaciones.
El informe
RAR24 deja claro que América Latina y el Caribe necesitan un cambio de enfoque
en la gestión del riesgo de desastres. Aumentar la inversión en prevención y
resiliencia financiera podría evitar pérdidas millonarias y salvar vidas en una
región que, cada año, enfrenta crisis climáticas y naturales de gran magnitud.
Recomendaciones del informe para
reducir la vulnerabilidad de la región ante desastres: Informe RAR24
1. Implementar sistemas de alerta temprana multiamenaza, que pueden
reducir el impacto económico en un 30% y disminuir por ocho la mortalidad.
2. Fortalecer la resiliencia de las finanzas públicas, promoviendo
herramientas como los seguros para reducir el impacto económico de los
desastres.
3. Aumentar la inversión en prevención y medidas correctivas, en lugar
de centrar el gasto en acciones reactivas.