• Los nuevos Días de Muertos… sus días “modernos”, sus celebraciones… sus orígenes y en la actualidad. *. En lo sueños, cuando “nos visitan”…
Antes de
comentarles lo de “los nuevos y modernos Días de Muertos”, les comentaré
literariamente sobre los otros muertos, que por hoy me refiero a los nuestros,
en cuanto a festejarlos en su día, ¿cómo que festejarlos?; sí, miren, como el
alma no muere, ni en vida del ser humano (los animales y las plantas no tienen
alma, espíritu), sólo el ser humano, así pues, si en vida vive con su
espiritual alma, después de muerto el individuo, su alma pervive. Así entonces,
el día 2 de noviembre y su entorno subsecuente FESTEJAMOS A LOS MUERTOS EN SU
DÍA; no precisamente como una conmemoración de fechas históricas de algún
natalicio u onomástico de un grande; no, el Día de los Muertos es para
recordar, para festejar, musicalizar, hacer fiestas folklóricas tradicionales
con altares, comidas, cantos, poemas, etc. Eventos muy conocidos, incluso para
lo turístico, por ejemplo, las demostraciones en Pátzcuaro, Mich. Y muchas más
en nuestro México que describen toda esta tradición llena de flores
multicolores, comidas, y en otros tantos sitios mexicanos independientemente
del triste y lógico recuerdo, por aquellos que murieron. Que por cierto y como
detalle, están los que siguen la algarabía con fondo musical de una voz que, en
dialecto o no, canta “La Llorona”.
Así entonces,
abundaré con esto más: con motivo de esta celebración me puse a investigar algo
en función de mi pensamiento sobre el tema y… les diré lo siguiente: esa
dualidad –muerte y vida- en donde “se sufre por el ser querido, pero los
esperamos con gusto al menos un día”. Hemos estado por muchos años investigando
para ENTENDER EL CONCEPTO DE LA MUERTE, así, podemos decir que en estas fechas,
en el pensamiento y la cultura mexicana, se vive una especie de dualidad, “por
un lado, el mexicano vive el concepto de la muerte tan cercano, que se ríe de
él”, refirió Eduardo Merlo, uno de los investigadores analizados, quien dijo
que lo anterior es parte de la contradicción que tiene la vida, debido a que
por un lado se sufre porque se perdió a las personas queridas, que son los
padres, los parientes y amigos y, por otro lado, tenemos la esperanza de que
pasaron a mejor vida y lo que podemos hacer, ya que no los vamos a resucitar,
es recordarlos; y la otra, de Dulce María Pérez Torres, señala que la fiesta dedicada
a los muertos fue celebrada por los antepasados indígenas de una manera muy
distinta a como la veían los conquistadores europeos, de ahí que los mexicanos
son una mezcla de las dos cosas o de muchas cosas que cada una de estas
culturas aportó.
·
LA MUERTE NO REMITE A UNA
AUSENCIA SINO A UNA PRESENCIA VIVA EN SU MERO DÌA.
En concreto,
en la celebración del Día de Muertos, la muerte es una metáfora de la vida que
se materializa en los altares; quienes hoy ofrendan a sus muertos, serán en el
futuro invitados a la fiesta. En este sentido se trata de una celebración que
conlleva una gran trascendencia popular en tanto comprende diversos ámbitos de
significación, desde lo filosófico hasta lo material. Por ello, el encuentro
anual entre los pueblos indígenas y sus ancestros cumple una función social
considerable al afirmar el papel del individuo dentro de la sociedad. Así
mismo, el Día de Muertos se considera también una celebración de la memoria, un
ritual que privilegia el recuerdo sobre el olvido; “es una tradición que
difícilmente va a morir, porque mueve desde lo más profundo de cada persona a
reflexionar sobre sus antepasados inmediatos, los que se murieron y se
conocieron”, dice uno de los investigadores.
HORARIO.- VAN
LAS PERCEPCIONES DEL HOY SOBRE LA MUERTE, con estos pensamientos: para
pensamientos por y sobre el Día de Muertos, van éstos que “de volada” me fueron
surgiendo… ¿será acaso que estos pensamientos-conceptos sobre este Día de
Muertos y los previos, o los que después nos surjan, cuestiones como… DE
ARREPENTIMIENTO?... Me arrepiento de esto y esto otro, y más, ¿y usted, de qué
se arrepiente?; o pudieran surgir los “para bien o para mal”, ahí van vida o
muerte… y el ¿por qué?, para un ser querido y/o para alguien en especial… y
estos más de otro tipo. En sus rezos ante su imagen o buscándola/o en el cielo
o… más allá, con lo que pensaría en el “pobre de ella” o pobre de mí o ¿ya será
tarde?, o el pedirle a Dios por ella o por él en este su Día de Muertos…
Y en función
de este su día ¿qué espera de ellos, si no están con usted?, ¿que su espíritu
venga a consolarlo? O simplemente visitarán sus restos en donde estén, en fin…
Y EN FUNCIÓN
DE ÉSTE, NUESTRO PENSAMIENTO, una amiga colaboradora se expresó así: “Me he ido
de largo, y tan sólo me preguntaste si se entiende (sobre lo anterior) y te
digo: ¡Perfectamente!
*. Mi
comentario sería que a propósito del Día de Muertos, de la idea de muerte,
pues, tiene mucho de natural que surjan una gama de emociones o ciertas
interrogantes, como la del arrepentimiento, pues a veces quedan coas que
consideramos que debimos hacer o decir, pero eso es parte de la realidad de que
nunca sabeos cuándo será la última oportunidad… Por otra parte, el perdón por
lo hecho o lo omitido, tal vez sea posible otorgárnoslo nosotros mismos, lo que
se hace posible si tenemos en cuenta la ineludible falibilidad de nosotros los
humanos; y, si al perdón le unamos acciones positivas, aunque el receptor no
puede ser ya quien se ha ido, pero podemos hacerlo en su memoria; y algo más:
su espíritu viene a consolarnos a veces en sueños… y al ser consuelo, siempre
es de bella manera… Luego te cuento una experiencia propia en este sentido.
¡Adelante!,
me parecieron bien tus comentarios y los voy a considerar en otro tema similar
sobre el Día de Muertos… así que, si gustas, termínalos con esa “la experiencia
propia” que me dices…
Muy bien,
maestro, fue una experiencia bonita, entrañable y real, te la enviré por
correo…
Va. El sueño.
Hotel El Greco, México, D. F., 8 a. m., junio 22 de 1983.
“Hoy tiene
que irme bien, porque en la madrugada estuve con mamá. Ella estaba sentada
adelante del carro y me estaba contando cómo es que Ástor Piazzola, el
bandoneonista, me había mandado saludar. Era un sueño muy vívido, muy real,
pero empecé a hacer esfuerzos por aclararme, dentro del sueño, si no estaría
soñando, porque creía recordar que mamá estaba muerta. Y le pregunté, creo que
a mi hermana, si no estaría soñando. Y aquí empiezo a olvidar el resto… pero me
acuerdo que, aun con la duda, abracé a mi mamá, y estaba muy contenta de que
estuviera conmigo”… sin más por hoy. Buenos días