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Hoy es lunes, 7 de octubre de 2024

En privado

• Libre Expresión.


 

Es cierto, durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, han habido desencuentros con la prensa.

 

Ciertamente que no muy marcados ni en grandes cantidades, pero sí que han trascendido ante la opinión pública.

 

Sin embargo, y hay que decirlo, el sexenio de AMLO marca un precedente sumamente importante que tiene que ver con la no represión a los periodistas ni a los medios de comunicación.

 

Tampoco se distinguió por el autoritarismo, como sucedió en los tiempos de Luis Echeverría Álvarez, --a quien incluso se le calificó como el enemigo de la libertad de expresión--, o con José López Portillo.

 

Menos aún se le puede endilgar el pago para que la prensa guarde silencio ante atrocidades gubernamentales, o para que no golpee.

 

Es decir, y lo podemos decir sin ambages, este sexenio puso una raya muy marcada en todos esos aspectos.

 

En su momento, ciertamente AMLO dijo algunas expresiones que molestaron e incomodaron a algunos integrantes de la prensa, como esta: “estamos en contra de que la libertad de expresión se utilice para calumniar, para chantajear, para robar”.

 

Pero si la analizamos con detenimientos estas expresiones, caeremos en la cuenta que es una expresión comprensible y entendible. Al menos para los periodistas que rechazan el chayote.

 

Aunque claro, es una expresión que incomoda a los otros.

 

Es decir que produce escozor a aquellos que sí son dados a calumniar y si se quiere son capaces de chantajear, y que olvidan que la libre expresión de las ideas es justicia social, y forma parte de la democracia.

 

Pero como es normal, toda administración gubernamental--por muchas razones-- tiene que tener disidentes.

 

Por eso, basado en lo anterior, me viene a la mente un caso que ocurrió en los tiempos de José López Portillo en contra de un programa de micrófono abierto llamado: “Opinión Pública”.

 

Este programa, era conducido por el entonces muy reconocido periodista, Francisco, Paco Huerta.

Era pues, un programa Imparcial, directo, y muy profesional.

 

Sin embargo, como su conductor no aceptaba dádivas ni chayotes, decía cosas que incomodaba al gobierno.

 

Entonces, llegado el momento, el gobierno movió sus hilos y el programa que había iniciado el 13 septiembre de 1976, finalmente fue clausurado arbitrariamente el 17 agosto de 1982. Digamos que justamente aguantó un sexenio.

 

Y aunque usted no lo crea, la clausura fue por orden del Sindicato de Radio, Televisión, Similares y Conexos de la República Mexicana.

 

Luego entonces podría pensarse que esta organización recibió el pago que no recibió el conductor del programa.

 

En efecto, Francisco, Paco Huerta, cometió el gran pecado de ser un disidente desde la radio, y no aceptar prebendas del gobierno.

 

Según se supo, por aquellos tiempos, este periodista criticó a los todopoderosos presidentes del PRI, y le costó la chamba.

 

Después, Francisco Huerta, tuvo la oportunidad de participar en otro programa nacional de la radio y desde ahí criticó al entonces presidente Vicente Fox, del PAN, y también le costo la chamba.

 

Y cosa curiosa, aun cuando en mayo de 1982, el sucesor de López Portillo, es decir Miguel de la Madrid Hurtado, había dicho “no permitiremos nunca que en nuestro país se den tendencias autoritarias que repriman la libre expresión de las ideas, venga de quien venga, digan lo que digan”, no movió un dedo para restablecer en su medio a Pancho Huerta, quien finalmente murió en su casa.

 

Y es que, hay mandatarios que creen que el pueblo tiene derecho al silencio. Y solamente a escuchar. Es decir, no a opinar. Y es lo que hacía Francisco Huerta. Dar voz y libertad de opinar al pueblo a través de ese programa.

 

Ahora bien, también hay gobernantes que prefieren conductos pasivos y que se transformen en canales de elogios para ellos a través de los cuales nada más puedan dar a conocer sus discursos demagógicos y su verborrea.

 

Digamos, gobernantes que olvidan que comediantes hay muchos.

 

Como también hay muchos payasos y arlequines.

 

Pero hay gobernantes que no alcanzan a comprender que también hay, --aunque sean pocos, muy pocos-- que se conduzcan con el profesionalismo que lo hizo Francisco Paco Huerta.

 

Y es que, la voz del poderoso encuentra eco y micrófono en todas partes a donde quiera que va.

 

Y además tiene espacio en todas partes.

 

No así el pueblo. Para el que lamentablemente solo hay bocinas.

 

Y por eso allí se queda, estático y siempre sin voz.

 

Con sus pensamientos atorados y atados a su cerebro.

 

Digamos, con ese derecho y obligación de solo escuchar.

 

Luego entonces, todo mandatario debe tener presente que así como hay disidencias, hay coincidencias.

 

Y sobre todo tener en cuenta que un periodista disidente, no es precisamente enemigo del mandatario en turno.

 

Mucho menos de México.

 

Cuestión de tiempo.