• Tiempos de desertores.
No cabe duda
que cifrando esperanzas en ese bendito acuerdo que hoy por hoy les permite
reelegirse hasta por cuatro periodos consecutivos, y poco antes de desertar, la
gran mayoría de los diputados locales se echaron la cola al hombro.
En pocas
palabras se dedicaron a matar el tiempo. haciendo de la Tribuna, el reducto del
discurso veleidoso y el confín de la oratoria ficticia.
Y más bien
ocuparon ese tiempo para realizar exhortos e invitaciones y decretos
paupérrimos, además de inconsistentes puntos de acuerdo e iniciativas
triviales.
Es decir,
acatando la sentencia de que aquí no pasa nada, se les fue el valioso tiempo en
discusiones bizantinas, carentes de argumentos, dejando traslucir su escaso
conocimiento en el debate de las ideas, mientras el pueblo sigue sumido en la
indefensión y la desconfianza.
Y la pregunta
obligada salta a la palestra:
Por ejemplo,
¿qué han hecho en contra de expresidentes municipales que han lucrado desde ese
cargo…?
En pocas
palabras, fueron esos tiempos cuando como por arte de magia los recursos se
esfumaron y por más explicaciones que hoy nos quieran dar los exalcaldes,
mofándose de legisladores y de nosotros aseguran que les hicieron lo que el
viento a Juárez.
Entre
paréntesis, no me estoy refiriendo a Rubén Muñoz, conste.
¿O qué han
hecho en contra de exdiputados locales que se han aprovechado de su cargo para
trastocar leyes…?
Pues nada.
Entonces,
¿con qué calidad moral pueden pedir el voto nuevamente a la ciudadanía…?
Dicho de otra
manera, ¿qué cara pueden exhibir ante la sociedad cuando llenos perversidad y
apatía soslayaron los asuntos torales de la sociedad, lavándose las manos con
el llanto de los inocentes…?
Y cuando
además saben que allá, una vez sentados en la curul de la suerte, del fuero y
el ocio, cubiertos con la coraza de la arrogancia, la presunción y la
soberbiase se convirtieron en cómplices del desaseo y en protectores de la
corrupción.
Entre
paréntesis, no me estoy refiriendo a Armando Martínez Vega, conste.
Ahora.
¿Cuál será su
discurso para convencer al electorado cuando navegan sin principios
ideológicos, y cuando la sociedad sabe que allí van por las calles dando
traspiés insertos en intereses bastardos y mezquinos, con la única intención de
alcanzar otra vez el poder del fuero y la dieta?
¿Cuál será su
perorata después de que martes con jueves y jueves con martes, profanaron la
honorabilidad de un recinto erigido en aras de la libertad, de la soberanía, de
la pluralidad y la democracia?
Bien lo he
dicho que por sí sola, la política-política, es nítida, diáfana, transparente.
Cristalina como el agua.
Tal como lo
es la Ley.
Y he dicho
también que son los hombres quienes en ambos casos fallan.
Que son los
hombres quienes --a la Política y la Ley--, las conducen por ese bajo mundo de
la perversidad.
Son los
hombres quienes violan la ley y tuercen la política.
Son los
hombres quienes la llevan por senderos equivocados y que son los hombres los
responsables, de prostituir los nobles preceptos que encierran.
Son los
hombres quienes, en nombre de la Ley y la Política, conspiran, confabulan, y
entretejen falsedades para deshonrar, eslabonar ingratitudes y fraguar
corruptelas.
En pocas
palabras, son los hombres quienes ya perdidos en ese laberinto de complicidades
y depravaciones, desde las altas esferas del poder, tejen redes de corrupción.
Que son ellos
quienes, al amparo de esa muy extensa cobija, cohabitan con la perversidad.
Es pues, así
como esos nuestros flamantes legisladores también se incrustan dentro de esta
turbia mezcla de intereses para coadyuvar a estas prácticas malsanas.
Y por
supuesto, desde sus intocables y bien pagados aposentos, se aprestan a dar de
comer al pueblo el amargo atole con la punta de su erguido índice con el que
rasgan la cúpula de ese sagrado recinto.
Pero ellos
dicen ser comprensivos, conciliadores, cordiales y muy tolerantes.
Y sí lo son
cuando se trata de perdonar el despilfarro, el abuso, el robo.
Cuando se
trata de perdonar la perversidad de aquellos que saquearon las arcas de las
administraciones municipales.
Todo eso,
mientras, por culpa de ellos el contexto social se convulsiona en medio de la
inseguridad y el miedo.
En fin, ojalá
y el desaseo no alcance a tocar fondo.
Porque
entonces ese contexto social al que me refiero podría llegar a su más cruel
estado de indefensión e inanición.
Y de ser así
jamás alcanzaríamos esa ansiada luz al otro lado del túnel.
Cuestión de
tiempo.