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Hoy es martes, 3 de diciembre de 2024

En privado

• Estado de excepción.


 

Cuando un gobierno simplemente por omisión, descuido o importamadrismo deja pasar las cosas, llega el momento en que el control se sale de las manos.

 

Mas cuando insensiblemente acusa falta de oportunidades para el pueblo, y aunado a eso se vuelve ajeno a disturbios y olas de violencia.

 

En pocas palabras, al paso del tiempo el caos es inevitable para ese país.

 

Y la crisis se acentúa aún más cuando su gobernante permite la corrupción y se torna omiso al acceso a la justicia.

 

Luego entonces todo en su conjunto acarrea desigualdad social y pobreza.

 

De ahí por consecuencia crece la violencia en las calles, y brota en los hogares porque falta lo necesario para subsistir.

 

Y los únicos culpables son sus gobernantes que mostraron indiferencia ante hechos tan importantes.

Con la entrega de hoy, quiero hacer alusión a Ecuador.

 

Un país que en estos atraviesa su peor momento.

 

¿Sabe por qué…?

 

Porque justamente sus gobernantes anteriores simplemente dejaron pasar las cosas, cometiendo los errores que arriba menciono.

 

Y esos desaciertos provocaron terriblemente el aumento en la tasa de delincuencia allí.

 

Sin embargo, hoy por hoy, el estado de cosas en ese país está cambiando drásticamente.

 

Por una sola razón y un solo causante: el presidente de la República.

 

Así es.

 

Su joven presidente actual Daniel Noboa, que apenas asumió el poder en noviembre de 2023, --por lo que está haciendo--, tal vez pudiera ser ejemplo para el mundo y pasar a la historia.

 

Depende –claro— de la lupa con que se mire.

 

Este joven de solo 36 años, llegó con todo. Con mucho arrojo, sobre todo arrestos, sin importar el precio que tenga que pagar por lo que está haciendo por su país.

 

Atacar la delincuencia, habría sido el primer reto a enfrentar por Noboa.

 

Y con ello, como era de esperarse pisó callo a las bandas de criminales.

 

Especialmente de uno de los hombres más peligrosos de ese país, Adolfo Macías alias "Fito", líder de la banda criminal “Los Choneros”, quien además se fugó de la prisión donde estaba recluido.

 

Incluso para Ecuador, estos últimos días han sido los más preocupantes. Y su presidente, Daniel Noboa, se obliga a redoblar esfuerzos para, bajo fuego, hacer frente a la cada vez más difícil situación de inseguridad de su país.

 

Y es que el joven presidente golpeó el panal de las abejas, porque no solamente se topó con “Fito”, sino también con el terrible caos de violentos motines en seis prisiones distintas del país.

 

Porque conjuntamente con la serie de errores anteriores, también se advertía un manejo reprobable de las prisiones, que aparte de superpobladas, eran mal administradas.

 

Fue por eso que para hacer frente a la compleja situación, Noboa declaró un "estado de excepción" y autorizó operativos en los que tanto militares como policías intentarían recobrar el orden en las prisiones y en general, en el resto del país.

 

Pero desgraciadamente la generación de violencia se cree que va en escalada, de ahí que el estado de excepción tiene sus pros y sus contras.

 

Lo ilustró el hecho de que tras ello, un grupo de hombres armados tomó las instalaciones del canal TC mientras las imágenes se difundían en vivo y en directo a la nación y el mundo, y que en varias ciudades del país se reportaron explosiones y otros actos de violencia.

 

Es decir, pareciera que la declaración del estado de excepción, no ha dado los resultados esperados por Noboa.

 

Sin embargo, pese a todo lo que ocurre, Noboa se mantiene firme en sus decisiones y con entrera valentía, lanza mensajes claros y contundentes a los criminales: "no negociaremos con terroristas".

 

Todo esto, mientras el país se debate entre la inestabilidad, la incertidumbre y el miedo.

 

En síntesis, el proceso adoptado por el joven presidente, tal vez pudiera tener buen final, aunque es lento, difícil, y muy complejo.

 

Pero al parecer con soluciones.

 

Ya para concluir lo único que hay que agregar es que la estrategia del joven presidente no trastoque garantías individuales.

 

Y sobre todo que no lesione derechos humanos.

 

Porque de hacerlo, no solamente merecería la desaprobación y rechazo de sus coterráneos, sino de todo el mundo.

 

Cuestión de tiempo.