Muy buenos días estimable Lector, gracias, muchas gracias por continuar prefiriendo este su Diario El Independiente.
Inicio esta columna comentando
a Usted: Me parece que la gran reforma pendiente está en la educación superior,
creo que, las autoridades de la Secretaria de Educación Pública debe revisar
con rigor si el modelo vigente, surgido desde el Siglo pasado y que experimento
un fuerte auge en los años setenta, sigue siendo válido para el mundo actual, y
para la sociedad del conocimiento tan sofisticada, en el terreno de los planes
de estudio, de las carreras que ahora se imparten, en la situación de posgrado.
En suma, yo diría que la educación en México exige, por lo tanto, un enfoque
distinto que empiece por la formación de los Maestros, es decir, educar a los
educadores, modernice sustancialmente los planes, programas y contenidos
escolares, la organización de la administración educativa, y las formas de
financiamiento de la educación. Porque la revolución del conocimiento esta ya
entre nosotros, su proliferación y fluidez es a tal velocidad que la producción
global de conocimiento se duplicara cada cinco años, de modo que estaremos más
educados e informados, pero paradójicamente sabremos menos. El conocimiento y
la información son ya bienes globales, y la innovación tecnológica es también
una constante que hoy trasciende las fronteras nacionales todos los días en tiempo
real.
Ahora bien; La sociedad futura
será una sociedad del conocimiento, en la forma de educación, destrezas,
habilidad, competencias, tecnología e información, el conocimiento será recurso
clave en el desarrollo de las personas, y los trabajadores del conocimiento
serán la fuerza dominante en el universo laboral. Esa sociedad tendrá una
extraordinaria movilidad ascendente y no conocerá fronteras porque el
conocimiento viaja y se comparte mucho más rápidamente que el dinero.
México necesita una educación
moderna competitiva y de calidad. Hasta hoy de acuerdo a los indicadores se han
logrado avances considerables en la cobertura escolar, en el gasto público y en
la integración de un sistema educativo nacional. Pero ni los indicadores
internacionales, ni la relación entre educación, ingreso y desarrollo,
corresponden al esfuerzo que se ha realizado como País en las últimas décadas.
Antes bien, los rezagos parecen ser mayores. La educación en nuestro País
exige, por lo tanto, un enfoque distinto que modernice sustancialmente los
planes, programas y contenidos escolares, la organización de la administración
educativa y las formas de financiamiento la sociedad considera que es urgente
transformar la concepción de la educación, para orientarla a las nuevas necesidades
del desarrollo, así como para multiplicar las opciones de la educación técnico
– profesional y de la nueva capacitación laboral.
CONCLUYO: Nunca como ahora, el
porvenir de nuestro País, está en manos de sus profesionistas; en la calidad de
nuestras escuelas y, principalmente, en la fortaleza de las instituciones de
educación superior.