Lo derecho es lo decente
Muy buenos días estimados
lectores, gracias muchas gracias por continuar prefiriendo este su Diario El
Independiente.
El mandato siempre será del
pueblo y de la Ley, el Gobierno es de la Ley. El principio de legitimidad de
todo gobierno es la legitimidad de la voluntad general. El gobierno no es un
poder, sino un oficio.
Inicio esta columna comentando
a Usted; que la palabra “utilidad” es, un término abstracto que expresa la
propiedad o la tendencia de una cosa a preservar de algún mal o procurar algún
bien; mal es pena, dolor o causa de dolor; bien es placer o causa de placer. Lo
conforme a la utilidad o al interés de un individuo es lo que es propio para
aumentar la suma total de su bienestar; lo conforme a la utilidad o al interés
de una comunidad es lo que es propio para aumentar la suma total del bienestar
de los individuos que la componen. Soy partidario del principio de la utilidad
cuando mido mi aprobación o desaprobación de un acto privado o público por su
tendencia a producir penas o placeres: cuando me sirvo de las voces justas,
injustas, morales, inmorales, bueno, malo, como de términos colectivos que
expresan ideas de ciertas penas y de ciertos placeres, sin darle ningún otro
sentido.
Por otro lado; hago de su
conocimiento que la naturaleza humana es la misma en todos los hombres, resulta
claro que, según el derecho natural, “cada uno debe estimar y tratara los otros
como seres que le son naturalmente iguales”, es decir, que son hombres lo mismo
que el… entiendo que el lector sacara otras consecuencias que nacen del
principio de igualdad natural de los hombres. Señalare tan solo que la
violación de este principio es la que creo la esclavitud política civil. De ahí
surgió que, en los países sometidos al poder arbitrario, los príncipes, los
cortesanos, los que manejan las finanzas poseen todas las riquezas de la
nación, mientras que el resto de los ciudadanos solo tienen lo necesario y la
mayor parte del pueblo gime en la pobreza extrema. De todas maneras, que no
apruebo en un estado la quimera de la igualdad absoluta que apenas puede
alumbrar una república ideal. “la justicia divina y la justicia natural son por
su esencia inmutables y constantes, puestos que la relación entre dos mismos objetos
es siempre la misma; pero la justicia humana, o sea la política, no siendo más
que una relación entre la acción y el Estado variable de la sociedad.
Las Leyes son las condiciones
con que hombres independientes y aislados se unieron en sociedad, fatigados de
vivir en un continuo estado de guerra y de gozar una libertad convertida en
inútil por la incertidumbre de conservarla. Sacrificaron una parte de ella para
gozar la restante con seguridad y tranquilidad. La suma de todas estas
porciones de libertad sacrificadas al bien de cada uno constituye la soberanía
de una nación y el soberano es el legítimo depositario y administrador de
ellas. Si la interpretación de las Leyes es un mal, es evidente otro mal, la
oscuridad que arrastra consigo necesariamente la interpretación, y lo será más
grande si las Leyes están escritas en una lengua extraña al pueblo. Cuanto
mayor sea el número de los que entiendan y tengan entre sus manos el sagrado
código de las Leyes, tanto menos frecuentes serán los delitos, porque no hay
duda de que la ignorancia y la incertidumbre de las penas, favorecen la
elocuencia de las pasiones.