• Hay más de 3 millones de menores en condición de trabajo infantil, según una encuesta
Estado de México. - La Encuesta
Nacional de Trabajo Infantil es uno de los pocos instrumentos de medición
que tiene el Estado mexicano para documentar y dimensionar cuestiones
esenciales de la niñez mexicana. En esta encuesta se muestra, por ejemplo, que
la cantidad de niños que trabajan, de acuerdo con la medición ampliada del
Instituto, hay más de tres millones de menores en condición de trabajo
infantil.
POCOS APOYOS
Una de las frases que más se repiten en la propaganda gubernamental es
que, “como nunca, se están dando apoyos al pueblo”; pero ese no es el caso de
los niños. En efecto, de acuerdo con el Inegi, entre octubre y diciembre
de 2022, de los 28.41 millones de menores de 18 años que había en el país, se
contabilizó un total de 18.54 millones que no recibía ningún tipo de ayuda
gubernamental (65.25% del total). De esa suma, 14.49 millones eran varones y
13.91 millones eran mujeres. Esa cantidad es la más alta registrada desde el
año 2015, y constituye un llamado urgente para que los gobiernos, en todos sus
niveles, dejen de violar el principio de la no regresión, y esto
particularmente en el nivel federal, donde se cuenta con la mayor cantidad de
recursos y programas.
Entre
los 9.87 millones (es decir, sólo el 34.75% del total), que sí recibían algún
tipo de apoyos, en 7.51 millones de casos se trató de becas escolares; 1.23
millones recibieron algún otro apoyo de gobierno; 745,475 recibían apoyos de
familiares, Mientras que 375 mil 813 recibieron algún tipo de ayuda de otras
instituciones.
A
lo anterior debe sumarse la cantidad de 2.15 millones de menores de 18 años que
en el último trimestre de 2022 se identificaron como no matriculados en ninguna
institución educativa. De ellos, 1.18 millones eran hombres y 961 mil 234 eran
mujeres.
Así,
pues, al comparar la cifra de 2022 con lo que había acontecido en periodos
previos lo que se encuentra es que en octubre-diciembre de 2019, la cifra de
menores de 18 años sin apoyos gubernamentales fue de 17.12 millones; en el
mismo periodo de 2017 fue de 16.5 millones; mientras que en el mismo periodo de
2015 la cifra fue de 15.12 millones. La cuestión es delicada, pues por la
dinámica demográfica del país, en 2022 hay menos menores de 18 años que en
2015.
DURAS CONDICIONES
Es importante decir que, en la medición no amplia del Inegi, se tiene un
registro de 2.13 millones de niños que laboran en ocupaciones no permitidas o
peligrosas para su edad. De ese total, 703 mil 392 trabajan en el sector
agrícola; 265 mil 520 laboran en el sector de la industria manufacturera y
extractiva; 148 mil 327 lo hacen en el sector de la construcción; 457 mil 774
en el sector comercio, y 495 mil 524 en el sector de los servicios. Del total
de quienes trabajan en actividades peligrosas o no permitidas, 1.53 millones
son hombres y 598 mil 659 son mujeres.
Es
importante decir igualmente que del total niños en ocupaciones no permitidas o
peligrosos, 802 mil 675 no reciben ingreso; 1.20 millones perciben apenas hasta
un salario mínimo; 250 mil 84 ganan de uno a dos salarios mínimos y únicamente
24 mil 691 perciben más de dos salarios mínimos.
Las
niñas y niños de México son las personas más pobres entre los pobres. Por ello
es legítimo decir que, desde hace décadas y hasta ahora, la pobreza en nuestro
país tiene predominantemente rostro de infancia. Sorprende sobre todo que en
los últimos años creció de manera muy importante la cantidad de quienes no
recibieron ningún apoyo gubernamental al haber pasado de 17.1 millones en 2019
a 18.54 millones en 2022, un incremento de 8.3% que no tienen acceso a programas
públicos. Para la mayoría de nuestras infancias las circunstancias son
dramáticas y es urgente hacer mucho más para protegerles.
De
acuerdo con el Inegi, la mayoría de las niñas y niños que laboran en nuestro
país lo hacen en actividades no permitidas o peligrosas, según con lo que
establece la ley. Lamentablemente, vivimos en un país con tantas desigualdades
y carencias, que se ha normalizado y hasta se han generado narrativas que
legitiman la presencia del trabajo infantil. Lo que ocurre es, sin embargo,
inaceptable; todas las niñas y niños deberían tener garantizados todos sus
deberes y sólo participar en el cumplimiento de deberes que resulten, por un
lado, formativos, y por el otro, que no pongan en riesgo su adecuado desarrollo
psicoemocional. Lo que más urge, por supuesto, es la erradicación de las peores
formas de trabajo infantil; una agenda que en la presente administración
definitivamente se abandonó.