• Los Pobres Diablos.
Andando yo por estos caminos
de las notas periodísticas y la reporteada. Y ya por último la columneada, me
he dado cuenta que hay veces que el hambre quita la vergüenza, y en ocasiones
hasta la honradez.
Es por ello que a toda esa
prole marginada, es decir a los pobres diablos, a los jodidos, no le queda otro
camino que replegarse en ese maldito y cruel estado de indefensión.
Y en estado de desesperación,
no le queda otra que recluirse en ese despreciable rincón de la impotencia para
derramar lágrimas.
Por eso pecaré de reiterativo
al decir que muchos seres, al sentir la flaqueza y la debilidad producto de la
inanición, no hacen más que aceptar los designios de Dios, escupiendo sangre,
tragándose el dolor y –como los perros— lamiendo sus heridas.
Porque entre esos pobres
diablos, los hay quienes arrastran su porvenir por los inciertos caminos de la
esperanza, llevando consigo un amargo sabor a coraje.
Y todo en su conjunto solo les
deja imborrables cicatrices de impotencia.
Basado en todo esto, seguro
estoy que esa turbia mezcla de intereses que tejen sus redes en las medianas y
altas esferas de la política y la administración, coloca a esos pobres diablos
contra la pared, sin la más mínima posibilidad de defenderse.
Pero de frente a esa
podredumbre, sigamos creyendo que no todo está perdido en lo profundo de esa
cloaca pestilente cargada de violencia y de impunidad. Y confiemos en que algún
día nuestros flamantes representantes populares, harán algo por sus
representados.
Y lo digo, porque de ellos y
ellas depende el futuro de nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.
Pero mientras, muchas niñas y
muchas damas seguirán caminando al filo de la navaja con el miedo pegado a su
piel. Y ahí seguirán esperanzadas a que la ansiada luz que tanto anhelan, aún
las espera al final del túnel.
Voy al grano.
De los últimos acontecimientos
políticos registrados aquí, hay uno que por ningún motivo debemos pasar
desapercibido dada la importancia que reviste para nosotros como sociedad y en
especial para quienes pugnan porque la justicia cumpla su cometido.
Y menos puede pasar
desapercibido cuando como en este caso, se trata de un hecho histórico sin
precedentes como el ocurrido el viernes 22 de septiembre de 2022, en el
Congreso del Estado donde se aprobó el desafuero del diputado del distrito 16,
del municipio de Los Cabos.
Por eso, a todo el pueblo de
Baja California Sur le correspondió brindar un reconocimiento a las y los
diputados integrantes de la XVI por esta certera determinación donde de forma
unánime entre todos los asistentes, votaron a favor del dictamen.
En efecto, se trataba del
diputado local Juan Pérez Cayetano quien tras este desafuero, enfrentaría como
cualquier ciudadano los cargos que se le imputan por una denuncia que se había
presentado en su contra por una supuesta agresión sexual.
Luego de un procedimiento de
esta naturaleza, nos dio aliciente y nos hizo creer que los privilegios y la
impunidad no tienen cabida en esta legislatura.
Con dicho proceso, se dejó sin
efecto la solicitud de licencia presentada anteriormente por el diputado, quien
contrariamente seria removido de su cargo y debería enfrentar la demanda de
abuso sexual que se presentó el 15 de octubre del 2021.
Y fue digno de reconocimiento
porque tras esto, la autoridad en la materia tendría la libertad para actuar y
en su caso determinar si es o no responsable de las acusaciones que le imputan.
Porque es de reconocerse tal
como lo afirman los legisladores que en su caso el Poder Legislativo no se
encarga de determinar la culpabilidad o no de la persona señalada; y no
obstante, refieren que la declaratoria en cuestión fue muy cuidada, pero todo
lo hicieron en un proceso conforme a derecho.
En síntesis, qué bien que las
y los diputados procedieron y actuaron como lo hicieron en esta ocasión, porque
tal y como lo he afirmado, son ellos, los actores, quienes se aprovechan de la
política y haciendo gala de la impunidad orquestan las corruptelas, las perfidias,
los abusos.
Y en este caso particular que
hoy me ocupa, es preocupante saber del sinnúmero de casos de acoso sexual que
se han registrado en nuestra entidad, lo que debe merecer atención especial de
parte de las autoridades en general y de los diputados en particular.
Simplemente para ilustrar lo
anterior, hay que hacer hincapié en la información dada a conocer por la
Secretaría de Educación Pública en la entidad, donde asegura que tan solo en
los últimos seis años se han registrado 183 casos de acoso sexual.
Pero, repito, enterarnos que
el Congreso del Estado ha tomado con la seriedad y celeridad que el caso
amerita la determinación de llevar hasta las últimas consecuencias el proceso
de desafuero del diputado local Juan Pérez Cayetano para que enfrente los
cargos que se le imputan por una denuncia que se presentó en su contra sobre
una supuesta agresión sexual, nos hizo, al menos por un momento, respirar
tranquilos.
Sin embargo, tras tantos dimes
y diretes que destilan llagas purulentas de affaire, algo apesta a podrido.
¿Por qué?
Porque después de tantos
brincos, un día de tantos, es decir el 27 de junio 2023, el diputado Juan Pérez
Cayetano, regresó al Congreso muy orondo, hinchado y satisfecho.
Por eso me atrevo a decir que
hay veces que el hambre quita la vergüenza y en ocasiones hasta la honradez.
Cuestión de tiempo.