Muy buenos días estimable Lector, gracias, muchas gracias por continuar prefiriendo este su Diario El Independiente.

Inicio esta columna comentando a Usted; la Comisión Federal Electoral, fue durante muchos años la Institución encargada a nombre del gobierno, de preparar y organizar los comicios, de igual manera el método de calificación fue de carácter político por medio de los colegios electorales integrados en el Congreso de la Unión, lo que se conoció como Sistema de Auto calificación, ya que suponían que el poder judicial no participaba en el proceso y que, el propio poder legislativo revisaba y declaraba valida las elecciones que llevaban a la conformación y renovación de sus propias cámaras de Diputados y Senadores; en el caso del poder ejecutivo, como se sabe, la cámara de Diputados erigida en el Colegio Electoral, calificaba los comicios respectivos.

En este sentido; con algunas modificaciones se mantuvo ese Sistema hasta 1988, para entonces ya se había abierto la posibilidad de que la suprema corte de justicia de la Nación conociera sobre inconformidades electorales, pero sin que sus resoluciones tuvieran carácter vinculante, y se fue desplegando la conformación de un Tribunal Electoral, así como de un órgano autónomo del gobierno para la preparación y organización de los comicios. En efecto, el año de 1958 significo una dura crisis del Sistema Electoral Mexicano, ya que, por primera vez, surgirían datos que reducían los márgenes acostumbrados entre el PRI y la oposición; ahí el partido mayoritario apenas logro rebasar el 50% de los votos y la oposición se colocó en condiciones reales de perfilar la posibilidad de la alternancia.

Bajo este contexto: esos datos modificaban sustancialmente el comportamiento electoral histórico, lo que acabo por desfasar o volver insuficiente los métodos y prácticas para organizar los comicios y desahogar inconformidades; como se recordara en medio de tomas de tribuna y en circunstancias controvertidas se declaró la validez de esas elecciones. Ya se marcaba la entrada a una nueva etapa en la que los viejos márgenes de diferencia entre el PRI y el resto de los partidos políticos, ya no ocurrían junto con ello, era necesario introducir modificaciones importantes, en tanto la vieja contundencia electoral ya no podría ser la fuente de la legitimidad del partido en el gobierno, por lo que se requerían formas y practicas distintas para desahogar inconformidades y controversias.

Ahora bien; la etapa de acomodo o de desarrollo de las nuevas reglas fue preocupante y difícil; no en vano los reiterados conflictos en la renovación de los gobiernos de las entidades federativas, fue una costumbre hablar de reformas electorales, iniciándose un camino de aproximaciones sucesivas hacia el desarrollo de las nuevas reglas; hubo modificaciones importantes a la legislación relativa a los comicios en 1990,93, y 94, como se podrá apreciar, se reiteraron las adecuaciones de una forma incesante, lo que demostraba que no había logrado construir aun el cuerpo de normas que requería la nueva etapa de la intensa lucha electoral, en donde desaparecían los grandes márgenes de diferencia entre los partidos que se disputaban el triunfo, de modo que cada etapa del proceso se volvía importante, debido a que la posible anulación de votos podía ser la diferencia entre la victoria y la derrota.

Concluyo: En el siglo XXI las elecciones serán cada vez más difíciles para todos los partidos políticos y con circunstancias diferentes en cada localidad, sin mayorías eternas. Por eso los partidos tienen que cambiar desde ahora para afrontar las difíciles elecciones del próximo año 2024.