Novelas y corridos
No me cabe la menor duda que: “los grandes medios televisivos crean grandes monstruos y después se asustan con ellos”.
Y para reforzar el mismo tema de hoy, diré: “y los gobiernos se hacen de la vista gorda”.
Con mi entrega de este día hago referencia a las televisoras de muchos países, y a los gobiernos de muchos países.
Así es. Primero hablaré de las narconovelas y la preocupante influencia que están causando entre la juventud.
¿Y de qué manera los gobiernos se hacen de la vista gorda? Pues que no hay restricciones. Que no hay alguien que norme la publicación de estas series, que no hay alguien que las frene.
Mientras tanto, estas series están causando eventos traumáticos en la formación y en el desarrollo psicosocial del adolescente.
Porque para nadie es un secreto que la exposición a eventos televisivos asociados a violencia y drogas incide grandemente en el comportamiento de los adolescentes, a grado tal que a muchos de ellos los ha conducido a la muerte.
En efecto, la influencia de las narconovelas en los adolescentes es tan común, que muchos de ellos buscan parecerse a uno de esos personajes y seguir su vida ficticia como en la serie.
Es pues, el sueño de muchos adolescentes y es un factor relevante para que las narconovelas alcancen un rating elevado de audiencia en este grupo social.
Y es que, la situación social de frente al narcotráfico es un problema muy complejo que ha empezado a influir en la vida cotidiana de, especialmente en la juventud. Y lamentablemente, las historias de narcotráfico y líderes de carteles han pasado de la realidad a la ficción en las llamadas narconovelas, y viceversa.
Muy a pesar de que éstas debilitan el tejido social y de paso contribuyen al éxito de la narcocultura, porque lo que hace que estén de moda es lo que más atrae a la juventud como es acción, drogas, mujeres, sexo y dinero.
Es cuándo los malos se convierten en protagonistas.
Y no viene al caso hablar de Pablo Escobar El Patrón del Mal, El señor de los cielos, La reina del sur, El cartel de los Sapos, Sin Tetas No Hay Paraíso, El Capo, Señora Acero,o La Querida del Centauro, porque todas tienen el mismo mensaje. Y todas traen consigo implicaciones sociales.
Vale la pena evaluar el impacto de estas series, y hagamos referencia a una encuesta nacional realizada en 2013 por El Colegio de México y la empresa encuestadora Berumen y Asociados misma que reveló que un tercio jóvenes mexicanos ven telenovelas con mayor frecuencia, por encima de cualquier otro programa televisivo, además que en los últimos años aumentaron el número de producciones con temática del narcotráfico.
Y es que estas novelas se han popularizado en los medios televisivos para vender sus propuestas, priorizando el rating sobre la influencia que pudiera originar los contenidos en los adolescentes.
Pero desgraciadamente, este fenómeno está cambiando el comportamiento de poblaciones vulnerables y deben ser regulados.
Actualmente, en Ecuador, se proyecta contenido relacionado directamente con el narcotráfico y otros problemas sociales vinculados, lo que generó una investigación cuyo objetivo general fue determinar la influencia que ejercen las narconovelas en el consumo de drogas en los adolescentes.
Los resultados obtenidos fueron contundentes, el 57% de los adolescentes encuestados mencionan que han visto al menos una serie de narconovela.
El 80% de ellos consideran que estas series crean patrones de conducta, lo que corrobora su vulnerabilidad ante este nocivo consumismo televisivo.
En los contrastes, vemos que canales nacionales transmiten reportajes sobre el narcotráfico y el mal que genera el consumo de las sustancias estupefacientes en el ser humano, pero en su programación habitual se contradicen al momento de emitir estas series donde incentivan al consumo y venta de alcaloides.
Además, muchas veces resaltan y engrandecen al narcotraficante ya muerto, provocando idolatría del mismo en vez de rechazo.
Por su parte la sociedad colombiana ha censurado esas producciones. Para ellos, esas novelas lucran con una problemática social que ha vertido ríos de sangre y dolor en ese país, afirmando que las telenovelas de ese corte, engrandecen la imagen del narcotráfico, y hacen crecer la violencia.
En síntesis, el tema lo concluiré diciendo que en 1987, Francisco Labastida Ochoa, gobernador de Sinaloa, invitó a periodistas de todo el país. (Miriam Valtierra asistió por El Sudcaliforniano, y un servidor por La Extra). Nos dio buena noticia. Anunció que en Sinaloa se prohibían los narcocorridos.
La petición del gobernador la hizo a concesionarios de la radio y televisión locales y a la prensa escrita. Y Así se hizo durante su mandato.
Otra buena noticia es que en los primeros días de mayo de este año, en Cancún, Quintana Roo, se prohibieron los eventos musicales en los que se promueva la violencia a través de narcocorridos.
Pasos cortos, pero firmes.
Luego entonces, ¿qué les cuesta a los gobiernos imponerse? Digamos, promulgando una Ley de Comunicación que meta en cintura a los canales televisivos con la finalidad es salvaguardar los derechos de los ciudadanos y promover una cultura de comunicación responsable.
Cuestión de tiempo.