• Maldita Impunidad.
La Impunidad es tan indigna y
perversa, como son los hombres. A tal grado que es capaz de pasearse a plena
luz del día por las oficinas donde la boga y el birrete dictan sentencia.
Es muy cierto. Y la impunidad
produce un doloroso sentimiento de impotencia que duele profundamente a quien
la sufre, y que por ende, hay ocasiones que mueve al ser humano a tomar la
justicia por propia mano y convertir al inocente en culpable.
Y es tan cruel, que se burla y
hace escarnio del dolor del desposeído deambulando por los pasillos donde los
administradores de justicia suelen abrocharse la corbata. Y pernocta, por los
siglos de los siglos en los archivos del olvido.
La impunidad, lo sabe el hoy gobernador,
ha disfrutado de buenos sueldos, de prebendas, de canonjías; mientras su
castigo, ha transitado por las noches en el sigilo de los cuartos menguantes y
ha divagado como sombra invisible y con derecho a picaporte a la arbitrariedad,
a la ilegitimidad, al exceso.
La impunidad, lo sabe Víctor
Castro Cosió, en muchas ocasiones y con rostro de burla observó desde la
tribuna, los desfiles patrióticos dedicados a quienes ofrendaron su vida por
darnos libertad.
La Impunidad, --también lo
sabe--, es una excepción de castigo o escape de la sanción que implica una
falta o delito.
Y en cuanto al derecho
internacional de los derechos humanos, se refiere a la imposibilidad de llevar
a los violadores de los derechos humanos ante la justicia y, como tal, constituye
en sí misma una negación a sus víctimas de su derecho a ser reparadas.
Además se ha definido como la
inexistencia, de hecho o de derecho, de responsabilidad penal por parte de los
autores de violaciones, así como de responsabilidad civil, administrativa o
disciplinaria, porque escapan a toda investigación con miras a su inculpación,
detención, procesamiento y, en caso de ser reconocidos culpables, condena a
penas apropiadas, incluso a la indemnización del daño causado a sus víctimas.
También, la impunidad
constituye una infracción de las obligaciones que tienen los Estados de
investigar las violaciones, adoptar medidas apropiadas respecto de sus autores,
especialmente en la esfera de la justicia para que las personas sospechosas de
responsabilidad penal sean procesadas, juzgadas y condenadas a penas
apropiadas, de garantizar a las víctimas recursos eficaces y la reparación de
los perjuicios sufridos de garantizar el derecho inalienable a conocer la
verdad y de tomar todas las medidas necesarias para evitar la repetición de
dichas violaciones.
La impunidad, por sí sola
encierra sinónimo de corrupción y conduce a los inocentes a las cárceles,
mientras quienes la profesan gozan de entera libertad.
La impunidad, que suele tener
como aliado el dinero, el fuero, o el poder, es enemiga acérrima de la
honestidad y el derecho.
Y tiene pactos satánicos con
la parcialidad, con el atropello y con la sinrazón.
Pero, lo peor de todo es que
al paso de los años se ha convertido en un crimen de lesa humanidad, porque es
un mecanismo que permite para los autores de violaciones a los derechos humanos
ocultarse de la acción punitiva de la sociedad y a su vez, -frente a la falta
de castigo-, se desarticula y aliena, producto del rechazo y resentimiento colectivo
que generan las injusticias.
Por eso es imperativo que
Víctor Castro Cosió, luche por infraccionarla, que haga hasta lo imposible por
desarticularla, por reducir esa brecha de abusos que al amparo de ella se
cometen.
La confianza del pueblo sudcaliforniano
está depositada en esos principios y en él.
Porque ya lo dijo a sus
oponentes y detractores en una ocasión desde el senado de la república.
“¿Saben qué? Ya el Senado no
está para espectáculos, estamos para tomar medidas profundas, que vengan a sustituir
lo que ustedes irresponsablemente dejaron”.
Y esa vez fue aún más lejos al
decir:
“Allá están los crímenes, allá
están los 43. Allá están las víctimas y ustedes encontraron una chicanada
legislativa para encontrar el espectáculo”.
Fue cuando les sentenció: “Ya
no van a hacer más espectáculo. El día de hoy México, con toda la
responsabilidad de lo que hoy somos capaces de hacer, tendrá Fiscalía”.
Y continuó: “Hace unos días,
aquí en este recinto, hoy que se rasgan las vestiduras, de verdad, porque
encontraron eso, qué bueno, a estas horas de la noche les dijeron: “encuentren
algo” porque hoy han quedado, de nuevo, clarísimas las posiciones”.
Enseguida, les habló también
claro: “Los que quieren que continúe este país como estaba, pues saben qué, dense
cuenta que este país cambió. Dense cuenta que se transformó”.
Y fue todavía más duro: “Están
tratando con gente decente. Con gente que quiere que este cambio haya en el
país lo que ustedes le negaron, lo saquearon, le robaron, les hicieron a esta
nación el daño y todavía no están contentos”.
Luego con firmeza, sentenció:
“Dentro de unas semanas este país, con Andrés Manuel López Obrador, va a
transitar como el país de la justicia, de la igualdad, de la decencia que
ustedes le negaron por muchos años”.
Y aquí dijo: “No va a haber
ninguna oportunidad más para que la impunidad y la complicidad de ustedes, que
se juntan hoy la triple alianza moderna, hoy la triple alianza moderna aparece
con tratar de apagar lo que el pueblo reclama, el pueblo reclama justicia, paz
con dignidad.
Entonces a modo de conclusión,
reafirmó: “Eso tendremos”.
De no ser así, que hoy por
hoy, la sociedad sudcaliforniana se lo demande.
Cuestión de tiempo.