• Justicia y diputados.
Ana Georgina Roldan Aviña,
lleva ya un año y cuatro meses mirando cómo la Justicia anda de tumbo en tumbo
y cómo se esconde en los oscuros rincones de la omisión.
Mientras tanto, la simulación
sube y baja las escalinatas del congreso del estado y se sienta cómodamente
para levantar su dedo en la curul del fuero y la sede de los encubridores.
Y así, desgraciadamente,
sentada en el pórtico de su hogar, Ana Georgina sigue viendo cómo la Justicia
cabalga en tortuga y cómo pasa del error al desacierto.
Y sabe que inmersa en los
recovecos de la divagación, la justicia, una y otra vez se torna inaccesible e
inalcanzable para aquellos a los que hacía alusión don Mariano Azuela. Es
decir, los de Abajo.
Pero allí sigue confiada en
que alguien habrá de enderezar esos torcidos senderos de la Justicia. Y allí
sigue aferrada a esa razón que como víctima le asiste.
En efecto, en la entrega de
hoy pretendo hacer alusión al caso del diputado local Juan Pérez Cayetano,
quien fue desaforado para que enfrente los cargos que se le imputan por una
denuncia que se presentó en su contra sobre una supuesta agresión sexual, donde
la víctima es precisamente la dama mencionada.
Y en principio, es esa
determinación del congreso, la que a esta dama le da aliciente para seguir
adelante y la hace creer que la impunidad no tiene cabida en esta legislatura.
Y más aún la fortalece cuando
se entera que el Congreso del Estado tomó con la seriedad y celeridad que el
caso amerita, la determinación de llevar hasta las últimas consecuencias el
proceso de desafuero del diputado.
Ciertamente, fue la
Procuraduría General de Justicia del Estado la instancia que en su momento
presentó la solicitud de juicio de procedencia en donde se determina el proceso
de desafuero del diputado local Juan Pérez Cayetano lo que deja en claro la
buena intención de esa instancia.
Ahora bien, si tomamos en
cuenta que el fuero además de ser un nocivo sinónimo de privilegio, es un
instrumento legal que confiere inmunidad procesal a determinados actores
políticos, como es el caso que nos ocupa, para desprender de una persona ese
privilegio por tanto, se deben seguir normas legales específicas.
En este caso, la Constitución
establece que para que un funcionario pueda ser investigado, primero se le debe
seguir un juicio de procedencia para quitarle el fuero constitucional y
posteriormente se procede a realizar la indagación respectiva.
No obstante, repito, en los
últimos años, este instrumento ha sido considerado un sinónimo de impunidad
toda vez que da cuenta de abusos entre muchos, quienes se cubren tras las
esferas de poder y el fuero.
Y no hay que ir muy lejos para
refrescar la memoria.
Allí está el repugnante caso
del senador con licencia Félix Salgado Macedonio sobre quien pesan varias
acusaciones por abuso sexual.
Uno de ellos casos, y según
revela una investigación del periódico Milenio, en al menos tres ocasiones
abusó de una mujer que trabajó para él durante 2016, cuando este era director
de un periódico en Acapulco, Guerrero.
En estos hechos a todas luces
no solamente se observa que la justicia ha permanecido ciega y sorda sino que
el fiel de la misma se inclina al mejor postor, pues en este último caso la
víctima dice inclusive: “he recibido amenazas de muerte para mí, mi familia y
mi esposo. Tengo miedo de lo que me pase. Aun así he decidido hacer mi denuncia
como debí hacerlo desde el principio”.
Lo más preocupante del caso es
que el expediente fue “enterrado”, afirma la nota periodística. Todo ello, muy
a pesar de que la denuncia fue ratificada por la víctima el 2 de enero de 2017
para la cual presentó diversas fotografías de los golpes que recibió en dos
ocasiones por parte de Salgado Macedonio, así como estudios de médicos
particulares que confirmaron que había contraído una enfermedad por contacto
sexual.
Pero volviendo a asuntos
locales, hay que recordar la acusación que, por abusador sexual pesa sobre el
entonces diputado local por Morena, Esteban Ojeda Ramírez, y cuyo señalamiento fue
hecho en abril de 2021 por la supervisora de zona de las secundarias técnicas
en La Paz, Argentina Salomé Flores Soto, quien personalmente acudió a una
sesión pública ordinaria del Congreso del Estado para señalar al entonces
diputado de Morena, Esteban Ojeda Ramírez, como un abusador sexual.
Y qué bien que hoy por hoy,
respecto a las agresiones sexuales cometidas por diputados, sean los propios
legisladores quienes dejen en claro que en el Congreso del estado no es
“tapadera” de bribones y están obligado atender este tipo de solicitudes,
porque eso habla de las buenas intenciones que ahí se tienen de hacer bien las
cosas.
Y quiero entender que todos,
--es decir las y los diputados--, apoyaron la decisión de proceder al desafuero
de Juan Pérez Cayetano para que enfrente ante la justicia el proceso penal por
los cargos que por abuso sexual se le imputan en base a la denuncia presentada
en su contra.
Y no es para menos cuando como
en esta ocasión se trata de un asunto penoso y serio que sin duda marcará un
precedente en la historia legislativa de Baja California Sur. Más aun cuando es
el primer caso de desafuero.
Sin embargo pese al amargo
trago, es plausible la determinación de la Procuraduría General de Justicia del
Estado, y del Congreso toda vez que se debe atacar de frente la nociva práctica
del acoso sexual que, al menos en lo que respecta a nuestro estado se ha vuelto
una sórdida costumbre entre senadores, diputados, alcaldes, rectores, maestros,
prefectos, e inclusive sacerdotes.
Y debe atacarse antes de que
le cause problemas más graves a Víctor Castro Cosió como máximo responsable de
lo que ocurre en el estado. Cuestión de tiempo.