• ¿La nueva ley estatal electoral sancionará a los legisladores “saltamontes”? • Dirigencia de Morena en la búsqueda de votos hasta entre senadores del PAN. • Latente el riesgo de brincarse de partido también en BCS ante intereses por candidaturas para el 2024.
Ayer que trascendió que un
senador el PAN literalmente “se brincó´” a Morena, con tal de ayudar a alcanzar
votos para aprobar la iniciativa de ampliar la presencia de las fuerzas armadas
en tareas de seguridad pública, surge de nuevo el asunto de la nueva ley
estatal electoral.
Esta futura ley electoral que
se pretende aplicar en el proceso electoral del 2024, no se sabe si contemplará
algún tipo de sanción para quienes en un momento dado, solo por interés muy
particular, cambie de fracción parlamentaria con una facilidad impresionante,
sin el menor empacho y sin ningún tipo de consecuencia legal.
Por supuesto la contradicción
de defender una postura política por años y atacar a otra para cambiar
repentinamente a otro partido antagónico, justamente para defender lo
anteriormente cuestionado es además de burlesca para los electores, deja en
claro el verdadero nivel político y de conciencia política que puede tener un
representante popular.
Aquí en la entidad ya pasó
algo similar luego de que la diputada Gabriela Cisneros que llegó como diputada
al Congreso como militante del tricolor, renunció a su partido y se declaró
legisladora sin partido, sin embargo no se sumó de manera inmediata a las filas
de ninguna otra fracción parlamentaria.
Pero hacerla de saltamontes,
fast track, es una clara muestra de desesperación morenista en el Senado de la
República para obtener más votos y tratar de completar la llamada mayoría
calificada, es decir las tres cuartas partes de los senadores que estén
presentes en la sesión respectiva.
No es seguro que la nueva ley
estatal electoral, que apenas está en su análisis para posterior discusión,
contemple medidas para sancionar este tipo de acciones, pero es evidente que
esta posibilidad es factible sobre todo luego de que el dirigente del PRI,
Alejandro Moreno, también hizo un giro en su actuar y añadió un cuestionable
golpe de timón, aunque no se fue del partido, en la práctica apoyó la propuesta
morenista en contra de todo lo que había señalado con anterioridad.
Alejandro Moreno se ha tenido
que tragar sus propias palabras y ahora está en riesgo incluso de ser retirado
de la dirigencia partidista que aún ostenta.
El riesgo de que en la entidad
suceda algo similar para el próximo proceso electoral del 2024, es muy
factible. El ejemplo ya lo ponen representantes nacionales del PRI y en caso
del PAN un senador que ahora amaneció morenista.
Ya veremos qué sucede en las
próximas semanas en el debate parlamentario nacional y los efectos que este
pueda tener el abandonar un determinado color partidista en la entidad sobre
todo por los temas que se tratarán justamente para la conclusión de este año,
específicamente en lo que se refiere a las cuentas públicas y presupuestos de
egresos.
Obviamente en las mesas
legislativas venideras es posible que el tema de las candidaturas del 2024 se
presente como parte de las negociaciones que seguramente estarán a la orden del
día en los próximos meses.
Veremos si en la nueva ley
electoral se atienden todas las dudas y vacíos que ahora se observan.
Se trata de que haya certeza y
por supuesto mayor confianza de los electores, pero hasta ahora no ha candados
ni castigos para quienes por intereses particular a quienes cambian de color o
de bandera partidista.
Esperemos que la nueva ley
electoral estatal, alcance la anhelada confianza ciudadana.