El Agua.
El agua, lo sabemos todos, es un elemento sumamente vital no solamente para la sana convivencia social, sino para el desarrollo económico y el equilibrio ambiental. Lo que nos deja en claro que sin agua, sería imposible vivir.
En pocas palabras, nuestro presente, lo mismo que nuestro futuro y el de las generaciones que vienen, depende en gran medida de la preservación del agua, de su conservación, lo mismo que de su utilización racional.
Dicho de otra manera, su correcto aprovechamiento permitirá elevar la calidad de vida de los sudcalifornianos y satisfacer la demanda de las diversas actividades económicas del Estado. De ahí la importancia que reviste la colaboración de todos para cuidarla y preservarla como la sangre de nuestras venas.
Ahora bien, si otorgamos al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios, en su caso, la naturaleza, --tal como nos lo ha demostrado en estos días--, ha sido y sigue siendo benévola para con nosotros.
Luego entonces, quienes han fallado son aquellos que han ejecutado las obras, ya sean de encauzamiento, o de retención de las aguas pluviales. Cuyas obras, de acuerdo a los expertos, no han sido construidas dónde debieran y cómo debieran.
Sin embargo frente a este grave problema, que dicho sea de paso, ahora más que nunca ya se ha agudizado en nuestra entidad, existe la sana intención de la actual administración estatal por emprender acciones para buscar soluciones factibles.
De allí la imperiosa necesidad de poner en marcha un instrumento de planeación que indudablemente habrá de vincular un conjunto de objetivos, estrategias y líneas de acción con las políticas públicas tanto municipales, como estatales y federales, con acciones que deberán fortalecer el plan híbrido trazado para Baja California Sur, aun cuando este sea a largo plazo.
En efecto, tal como lo ha afirmado el gobernador Víctor Castro Cosió, el sector oficial, en una estrecha coordinación de los tres órdenes de Gobierno, donde se buscará la participación de todos los sectores de la sociedad, habrá de promover y propiciar por sobre todas las cosas el desarrollo de una nueva cultura del agua.
Y no dudo que aunado a ello se deberá poner en marcha un instrumento de planeación que habrá de vincular un conjunto de objetivos, estrategias y líneas de acción con las políticas públicas Estatales.
Por cierto, aquí bien vale recalcar, tal como lo afirma Valdemar Sicairos, quien es Técnico en Aguas Subterráneas y Superficiales, y con más de 44 años de servicio efectivo, actualmente adscrito a la dirección local de la Comisión Nacional del Agua en Baja California Sur: “la solución no es construir más presas”.
De ninguna manera. Pues la mejor prueba es que estas grandes obras solamente han servido para generar enormes gastos, convirtiéndose en solamente fuentes de evaporización al medio ambiente. Y la triste realidad, tal como lo hemos visto, es que jamás han dado solución al problema del agua.
Es más, de acuerdo a la opinión de Valdemar Sicairos, la solución sería construir pequeñas obras en serie y alternadas en afluentes de arroyos de la zona serrana y rural para retener agua de lluvia en todo el estado, “porque donde llueva, ahí captarán agua”, dice.
Al respecto, adelanta que se requiere la construcción de ollas de agua, presas de gavión, represas de mampostería, bordos de arcilla compactada, obras de piedra acomodada, retenciones de madera muerta, Etc. Las cuales, tienen mucho menor costo que las presas.
Añade que al realizar estas obras habría muchos otros beneficios, pues por un lado los habitantes de esos lugares se verían beneficiados con el empleo temporal y una vez que capten el vital líquido podrán satisfacer las necesidades más apremiantes con el agua para uso doméstico y abrevadero para sus animales, además que con estas obras se daría origen a la creación de microempresas en sus regiones.
Pero lo fundamentalmente importante de estas obras, dice Valdemar Sicairos, es que se evitaría la erosión del suelo.
Por ello, es fundamental una reingeniería integral en la gestión del agua, desde su extracción hasta su disposición final, tomando en cuenta que la principal fuente de abastecimiento proviene de aguas subterráneas, por lo que es prioridad la recuperación y estabilización de los mantos acuíferos; optimizar su aprovechamiento en los diversos usos; incrementar la infraestructura para el saneamiento de las aguas residuales generadas e impulsar su reúso; asimismo optar por nuevas fuentes de abastecimiento, como la desalinización de agua marina y la potabilización de aguas superficiales.
Este, en síntesis, es un tema que requiere de la colaboración estrecha no solo de los Gobiernos, sino de todos los sectores de la sociedad, repito, promoviendo el desarrollo de una nueva cultura del agua hacia el logro de la seguridad y sustentabilidad del vital líquido, si realmente se quiere seguir avanzando juntos hacia un mejor porvenir para todos los sudcalifornianos.
Aquí, por tanto, lo que Víctor Castro Cosió no debe olvidar es que al respecto, las ideas de nuestros ancestros rancheros eran infalibles.
Porque justamente ellos construían ollas de agua, presas de gavión, represas de mampostería, bordos de arcilla compactada, obras de piedra acomodada, obras de retenciones con madera muerta, y otras similares.
Dicho sea de paso, se trataba de obras que realmente retenían, encauzaban y daban el aprovechamiento necesario.
Y lo fundamental, lo afirma Valdemar Sicairos, es que el material a utilizar se encuentra disponible en cada uno de los lugares donde se construirán las obras.
De todo esto parte el hecho de que construir presas, no es la solución. Cuestión de tiempo.