Ni Cómplices ni Celestinas.
Que quede claro. Con mi entrega de hoy, no es mi intención acusar ni de encubridores, ni de alcahuetes a las y los diputados de la Décima Sexta legislatura.
De ninguna manera. Y menos aún intento acusarlos de cómplices o de celestinas. Porque estaría yo pecando de atrevimiento y osadía.
Es decir tal como acusé a las y los anteriores legisladores y legisladoras en el caso concreto del entonces diputado Esteban Ojeda Ramírez, a quien, en las propias narices de ellas y ellos hubo una valiente damita que lo acusó de acoso sexual.
Lo único que digo es que me parece muy extraño que ahora, los actuales integrantes de esta legislatura le estén dando largas al asunto del diputado en funciones juan Pérez Cayetano, quien también fue acusado del mismo delito.
Y me parece aún más extraño cuando son nada menos que doce las mujeres que están allí como legisladoras y quienes, --se supone--, debieran ser más afectivas, más tiernas y proceder con más delicadeza y sensibilidad en casos como estos.
Y quienes además, --seguro estoy-- que en este caso concreto contarían con el respaldo de al menos dos diputados –hombres— de la oposición, como son Armando Martínez Vega y José Rigoberto Mares Aguilar.
Porque los demás –hombres—al ser de la “cargada”, seguramente harían lo mismo que hicieron los anteriores: nada. Y tal vez mofarse de la ofendida.
Aun cuando en su momento, a petición de la afectada, los ocho diputados que integraban el grupo de oposición, es decir PAN, PRI, PRD, PES, PH y del Partido de Renovación Sudcaliforniana PRS, pidieron juicio político en contra del diputado local, Esteban Ojeda Ramírez, aunque su lucha fue en vano.
Y fue en vano a pesar que, desde la máxima tribuna del pueblo sudcaliforniano, la supervisora de zona de la Secretaria Estatal de Educación Pública, Argentina Soto Flores, --es decir la afectada--, para sorpresa de todos los presentes, denunció haber sido víctima de hostigamiento y acoso sexual por el diputado Ojeda Ramírez, a quien allí mismo encaró y le reclamó su proceder para después demandar un juicio político en contra del legislador.
A raíz de ese aberrante encubrimiento, es que ahora insisto sobre el otro caso. El de juan Pérez Cayetano, diputado en funciones y quien hoy está siendo acusado del mismo delito.
E insisto en que no es mi intención señalar a las y los diputados de la décima sexta legislatura como encubridores, ni como alcahuetes. Y menos de cómplices o celestinas. Y no lo haré porque no tengo los pelos de la burra en la mano.
Ya será el tiempo lo mismo que el fiel de la balanza los encargados de otorgar la razón a quien le asista.
Sin embargo. De cualquier manera la Procuraduría General de justicia ya cumplió la parte que le corresponde tras las denuncias específicas y presuntamente fundadas de parte de Ana Georgina Roldan. Es decir la ofendida.
Solo falta que la Comisión Instructora del Congreso del Estado que preside la diputada María Guadalupe Moreno y que tiene a su cargo el proceso de desafuero del diputado Juan Pérez Cayetano, actué y proceda lo subsecuente.
Y que al actuar, lo haga no solo con la responsabilidad que le asiste, sino con celeridad y sobre todo con severidad.
Al respecto, también es bueno saber que esa instancia, ya le notificó al legislador acusado de abuso sexual del procedimiento en su contra y le entregó copia del expediente, dándole un plazo de hasta las 12 de la noche del pasado jueves 9 de mayo para que informe sobre quién o quiénes le habrán de representar en su defensa.
Pero curiosamente se atravesaron casualidades “por motivos de salud”. Pues según se informa que a raíz de una reciente intervención quirúrgica, el diputado en cuestión no ha asistido a las últimas sesiones del Congreso.
Incluso hay quienes dicen que desde su lecho, el ahora acusado se encuentra nada más orando y pidiendo a las once mil vírgenes. Ya no tanto por el mejoramiento de su salud, sino por lo que le espera a su regreso.
Es más, agregan que ha declarado en recientes entrevistas que no pedirá licencia al cargo, porque dice creer “en la justicia del estado, y más en la justicia de Dios”. Y que por tanto, este juicio lo habrá de enfrentar “con fuero o sin fuero”.
Bien, tomando en cuenta que este será el primer juicio político que se desarrolle en BCS ya sabrán las y los diputados lo que tienen que hacer. Porque supongo que ya se documentaron lo suficiente.
Luego entonces en el caso concreto del hoy diputado, seguro estoy que sus compañeras y compañeros no optarán por guardar el oprobioso silencio que guardaron los anteriores quienes sí se convirtieron en tapaderas y cómplices de un potencial delincuente.
Por eso mantengo la creencia de que esa sede esperanzadora de la libertad y la soberanía como lo es el Congreso del estado, no se convertirá de nuevo en el nido de aves agoreras dispuestas a jugar con los sentimientos de una dama.
En síntesis, ojalá y Ana Georgina Roldan no vea cómo camina por el frente de su casa la justicia, a paso de tortuga.
Es decir, tal como le sucedió a Argentina Soto Flores que dormitando, entre bostezo y bostezo aún espera sentada en el pórtico de su casa a que la ansiada justicia pase por allí, al menos para conocerla.
Aun cuando, --por aquello de la pandemia--, no pueda, ni siquiera saludarla de mano.
Cuestión de tiempo.