•Miguel Ángel Alba Díaz, opinó que se deben de remediar las causas de los embarazos no deseados, principalmente entre las niñas y adolescentes y no sentenciar a muerte a inocentes.
La Paz, Baja California Sur.- La iglesia católica considera el aborto como un pecado grave y abominable y lo penaliza con excomunión, afirmó el obispo de La Paz, Miguel Ángel Alba Díaz.
Subrayó que se deben de remediar las causas de los embarazos no deseados, principalmente entre las niñas y adolescentes, en vez de sentenciar a muerte al fruto de esos embarazos.
En un mensaje dirigido a la comunidad católica y al pueblo sudcaliforniano, se refirió a la reciente despenalización del aborto aprobado por el Congreso del Estado y manifestó que hay acciones que, aunque sean legales, son absolutamente inmorales e injustificables.
Consideró que la aprobación fue celebrada muy acríticamente por un grupo de ciudadanos como un avance progresista, pero lo que más preocupa es la indiferencia e indolencia con que fue recibida por la mayor parte de la ciudadanía.
Expuso que por parte del presbiterio se hizo un análisis de la iniciativa y dictamen, de ahí que hasta ahora se comparte la reflexión.
En este contexto señaló: “No existe la interrupción del embarazo. Existe el aborto que, si no es espontáneo siempre será un crimen, por más comprensibles que sean las razones que induzcan al mismo”.
Puntualizó que la Iglesia lo considera pecado grave y delito canónico y lo penaliza con excomunión, aunque, un adelanto importante en favor, sobre todo, de la mujer, es que la absolución de la misma ya no está reservada al Obispo, sino que puede absolverla todo sacerdote.
Enfatizó que el homicidio es grave cuando es cometido bajo el influjo de la pasión, el temor, los celos, la ira; cuando es cometido por odio, envidia o ambición, así como por sexo, raza, religión, discapacidad u orientación de género.
Alba Díaz recalcó que esta gravedad aumenta cuando el asesinato es cometido contra una persona inocente e indefensa.
Puntualizó que aunque el aborto sea civilmente legal cuando se practica en las primeras doce semanas de gestación y comprendamos que esta ley pretende evitar a la mujer decidida a abortar mayores males y riesgos en caso de recurrir a un aborto clandestino en condiciones nada profesionales, lo cual parecería ser un beneficio para ella, para los discípulos de Cristo, nunca será justificable, sino que constituye un pecado grave y abominable que exige arrepentimiento, conversión y penitencia, no sólo de la mujer que aborta, sino de todos los que cooperaron al mismo con sus acciones, omisiones o permisividad.
En su opinión, esta ley va contra la mujer, pues todo aborto, aunque el embarazo haya sido fruto de una relación no consentida (abuso o violación), o de una relación irresponsable, deja heridas físicas, emocionales y morales sólo o principalmente en ella, dejando impune y libre de cargas al responsable del embarazo.
Además, minimiza el aborto, nos hace insensibles ante la pérdida violenta de vidas humanas y abre la puerta para que en el futuro se comercie con material genético humano, como ya ocurre en otros países, y el ser humano o sus restos se conviertan en una mercancía que se pueden comprar y vender, convirtiendo el aborto en un negocio.
A las autoridades, les hizo un llamado a considerar y ponderar el alto costo a pagar por dichos supuestos “beneficios”, el sacrificio de una vida verdaderamente humana, totalmente inocente y absolutamente indefensa, pues la víctima no puede defenderse, ni escapar, ni ocultarse de su injusto agresor.