Gato tobeño. Es aquel que tiene siete vidas. Les comento de esto. Refuerzos para el cuerpo de bomberos otorga el gobierno municipal cabeño. Conversaciones con el diablo.
Mi creencia en Dios es ilimitada. Desde el uso de razón, obedezco a un ser supremo. Y se y lo asimilo que el mueve los hilos para mi vida. Y muerte.
Hace 55 años me dio el primer aviso: sentado en la mesa en convivencia familiar mi hermanita Eva cargaba una tetera de agua hirviendo y tropezó. Y me cae en la espalda. Internado una semana, la vi cerca. Pasó el tiempo. Y vida feliz. A los Catorce años, en la Playa de Sambuto en San Carlos,mi amigo Wence, me sumergió en el agua. Por más que patalee no me soltaba. A segundos del ahogamiento me zafe. Otra vez al borde. De ahí a los 17. En la carretera de Ligui a Loreto era Semana Santa paseando con Ely, mi novia en ese tiempo. Y su familia choque con un ciudadano holandés. Me lanzo al voladero. Mi primer carrito quedó destrozado. Y de pilón me encarcelaron en Loreto. Pero llego mi mama, hermanos y hermanas. Y resolvieron el asunto. Un golpe en la quijada, me dio problemas. Pero hasta ahí. Sigue la vida. Y toda alegría.
Hasta los 19 años cuando fui internado de emergencia en el hospital de las madres de María de La Peña. Las manos de Dios y de mi padrino Manuel Salgado Cota, me salvaron. Otra chance y otro tramo. A los 25 me abren en canal para extirparme la vesícula cancerosa. Otra vez la guía de Dios y las manos habilidosas del reconocido cirujano José Antonio Martínez Salcedo me reactivaron. En Septiembre cinco de 1994, llegando a Los Cabos, un avión de mexicana (qepd) estuvo a segundos de estrellarse en el avión en el que viajábamos varios periodistas. La destreza del Capitán Dios y su copiloto Noltenius, hicieron el milagro. No así para la controladora de vuelos que dio las mismas coordinadas. Fue cesada.
Por problemas de salud, que arrastro por vida desordenada y en un pasado de vicios horribles, nefastos y excesos, facturas que se me cobran he caminado unas diez veces más por el filito de la navaja. La más reciente a punto del coma.
Las amenazas de muerte recibidas por gobernadores, capos de la mafia, y hasta de una loca actual legisladora local, no las cuento. Ni tampoco involucró a Dios, porque el que no se hayan cumplido forman parte de los saldos de mi oficio que amo tanto. Lo más fresco de estos asustones fue hace un año que estuve sumergido en la inconsciencia producto de un infarto al miocardio. No me tocaba. Y hoy que voy en un viaje largo, me acorde de estos momentos. Voy atravesando una zona de turbulencia.
Dios decide. Y El Capitán hace lo suyo, PD. Pido a todos Los Gatos, que son mis amigos, la dispensa del título.
En tan solo 5 meses de haber comprometido la obra con el Honorable Cuerpo de Bomberos de San José del Cabo, el presidente municipal de Los Cabos Oscar Leggs Castro, inauguró la nueva estación en San José Viejo, que consta de un cuarto de radio, área de almacenamiento de equipo, dormitorios y baños para hombre y mujeres, cocina y un segundo piso multiusos, que dignifica la labor de los elementos, pero principalmente, reduce el tiempo de respuesta ante una emergencia que se pueda suscitar. Con una inversión municipal total de $2 millones 734 mil 141.07 pesos, el alcalde reconoció el trabajo coordinado y responsable con el que se desempeña la Dirección General de Obras Públicas y Asentamientos Humanos para entregar obras de calidad como la que
hoy se inauguró en beneficio de la población.
Felicidades a todos los bomberos, hoy les estamos cumpliendo después de algunos meses nuestra palabra de dignificar sus instalaciones, pero esto no termina aquí y vamos a ir un poco más allá, tenemos que seguir trabajando para acortar el tiempo de respuesta ante cualquier emergencia; por ello, también vamos para la estación de El Zacatal a revisar las instalaciones que están en pésimas condiciones para demoler el edificio, porque no tiene caso que lo tengan así y vamos a construir uno nuevo”, declaró el alcalde.
En el área del laboratorio, y en la recepción de muestras para análisis calle 5 de febrero, en la clínica del Imss, un trabajador le gritoneó desaforado a una humilde damita que le pedía ayuda. Esto fue como a las siete y media de la mañana. La mujer agredida para sorpresa de todos actuó con serenidad, educación y mucho respeto. No dijo nada solo agacho la cabeza. Y siguió la larga espera. Tal vez ella comprendió cómo muchos lo hacemos. Y es la pesada carga de los empleados del IMSS para atender a miles, con tan poco. No pueden hacer milagros. Muchos entendemos. Y también con dolor agachamos la cabeza y aguantamos esos gritos que agreden y humillan.
Lo ideal es que los directivos de estas clínicas y de estas instituciones un día cualquiera salieran de sus cómodos aposentos y vieran el remolino humano que espera y escucha maltratadas. Un día, beberemos de esas aguas. Algún día…Y con esto nos despedimos no olviden: hagan el bien y sean felices.