• Tras el aniversario luctuoso de Sor Juana Inés de la cruz, se han revelado algunas curiosidades en torno a ella
El pasado domingo 17 de abril se conmemoró
el 327 aniversario luctuoso de Sor Juana
Inés de la Cruz, la gran poeta de la literatura novohispana y los siglos de
Oro. El interés que mostraron Alfonso Reyes y los escritores de la revista
Contemporáneos por su obra (Villaurrutia, Cuesta y Gorostiza,) sirvió para
colocarla definitivamente en la poesía moderna mexicana.
Misterio interminable
Sus restos, o los que se sospecha
que son, se encuentran en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Justo en el Sotocoro del Auditorio Divino Narciso
del Templo de San Jerónimo. Durante los últimos años un grupo de científicos
han intentado averiguar si son auténticos y si en su línea genética hay
descendencia rastreable hasta nuestros días.
De salón de fiesta a salón de
clases
El edificio que hoy conocemos
como el Claustro de Sor Juana fue, a lo largo de los años, cuartel militar,
hospital, conjunto de viviendas y varios giros comerciales. Sin embargo, hay
una historia sobre que a finales del siglo XIX, el expresidente de México,
Manuel González, le dio este inmueble a uno de los arquitectos más
prestigiosos, Antonio Rivas Mercado, que se lo heredó a sus hijas: Alicia y la
mítica Antonieta, quien lo convirtió en el salón de baile El Pirata, después
llamado Smyrna Dancing Club.
Arte oculto
Existe una pieza escrita en
náhuatl y castellano, La satírica en una comedia en la festividad de Corpus,
investigada y traducida por el filólogo y académico Salvador Díaz Cíntora.
Sus elementos son lo
suficientemente sólidos como para atribuírsele a Sor Juana. En específico,
podría ser la loa perdida de su infancia.
Hace tres años se encontró en
Chiapas un poema inédito y atribuible a ella, pero cuya legitimidad aún no se
determina.
Una obra eterna
Durante dos siglos, la obra de
Sor Juana fue ignorada. Amado Nervo, quien en su tiempo, la transición del
siglo XIX al XX, se convirtió en uno de los gigantes del modernismo, fue el
primero en darle el lugar que se merecía. Su ensayo, Juana de Asbaje, publicado
en 1910, es el punto de partida para lo que vendría en el siglo XX.
Al escritor católico Alfonso
Méndez Plancarte se le debe, en la década del 50, la edición de la obra
completa de Sor Juana. En 1982 se publicó Las trampas de la fe, ensayo
considerado por Mario Varga Llosa no sólo como uno de los mejores de Octavio
Paz, sino de toda la lengua castellana. 25 años después sale a la luz, en una
coedición entre la UNAM, el Colegio de México y el Colegio Nacional, Sor Juana
a través de los siglos (1668-1910), de Antonio Alatorre, la pieza que faltaba
para recrear los siglos en que la poeta estuvo en la sombra.