En varias ocasiones los usuarios confunden un smartphone reacondicionado con uno de segunda mano; te decimos cuál es la diferencia y si conviene o no comprar uno.
Un regalo de navidad o de reyes que piden mucho los jóvenes son smartphones. Aunque son aparatos, en su mayoría, muy costosos, hay opciones para poder ahorrar, como los equipos reacondicionados.
Puede que a muchos no les suenen estos términos de cara a los descuentos que ofrecen las marcas. Sin embargo, las opciones que ofrecen estos equipos pueden ser interesantes para aquellos que buscan rebajas.
Existen muchos establecimientos y marcas en los que se ofrecen tabletas, teléfonos o portátiles reacondicionados, que en ocasiones los usuarios llegan a tomar erróneamente por productos de segunda mano.
Un producto nuevo es aquel que nunca ha salido de su embalaje original desde que salió de la fábrica y fue puesto a la venta por un establecimiento o distribuidor. Es el usuario quien se encarga de desprecintarlo y darle uso.
En el caso de que no esté conforme con su aspecto o su funcionamiento puede devolverlo en el plazo correspondiente (que suele ser de 30 días).
En caso de que estos dispositivos se devuelvan y el establecimiento decida ponerlos a la venta de nuevo, pasarían a ser bien reacondicionados o bien de segunda mano.
La principal diferencia entre uno y otro es que para venderlo como reacondicionado debe pasar por un proceso de pruebas a fin de determinar que su funcionamiento es correcto y se encuentra en las condiciones idóneas.
Para ello, técnicos y profesionales especializados en tecnología se encargan de poner a punto el dispositivo, como por ejemplo, un teléfono móvil.
Generalmente, pertenecen a esta familia de reacondicionados los 'smartphones' de exposición o muestras comerciales, que se han utilizado únicamente para comprobar su funcionamiento.
Como indica su nombre, el dispositivo pasa por un proceso de reacondicionamiento que tiene como objetivo que parezca que no se haya utilizado nunca. Por eso, si es necesario, se procede al cambio de la pantalla en el caso de que esté dañada o la carcasa.
Tanto el producto como sus complementos (auriculares, cables USB, cargadores...) se limpian a fondo para que den sensación de ser nuevos, se borran los archivos y se devuelve a su configuración original siempre que se hayan descargado aplicaciones.
En esta revisión también se tiene muy en cuenta el estado de la batería. Si es necesario, también se cambia. Este es uno de los motivos que explican por qué existen algunos productos reacondicionados y otros que únicamente se pueden adquirir de segunda mano.
Foto: Pixabay
Debido a que la tecnología está en constante evolución, en ocasiones es muy difícil reacondicionar un teléfono móvil más antiguo ante la falta de componentes, por lo que se suelen vender de segunda mano. Es decir, sin pasar por ese proceso de reacondicionamiento.
Una vez puesto a punto, con la reparación de partes dañadas o el reemplazo de algunas piezas, se someten a pruebas posteriores para determinar si funcionan correctamente.
Además de por su aspecto casi nuevo y por su revisión al detalle, muchos usuarios optan por comprar un producto reacondicionado en lugar de otro de segunda mano debido a que los primeros incluyen una garantía.
De este modo, si los usuarios encuentran alguna anomalía durante su uso, pueden reclamarlo al servicio técnico y el vendedor tiene la obligación de repararlo de forma gratuita siempre que esté dentro del plazo.
De esta manera, los usuarios de dispositivos reacondicionados tienen la capacidad de ahorrar con respecto a un terminal nuevo de fábrica, pero no están expuestos a quedarse sin garantía si este presenta fallos.
En cuanto a los dispositivos de segunda mano, de acuerdo con lo mencionado previamente, también son equipos que han sido utilizados previamente hasta el momento en el que los compradores deciden venderlo, normalmente a un precio inferior.
Cuando es adquirido por un establecimiento que se dedica a la compraventa de dispositivos usados, este debe funcionar correctamente, pero no tiene por qué presentar el aspecto que tendría un equipo salido de fábrica.
Al contrario que con los reacondicionados, los de segunda mano no se someten a pruebas de funcionamiento ni se les cambia los componentes que presenten daños, tampoco su batería. Se venden a un precio inferior que los reacondicionados, pero no ofrecen garantía entre particulares.
Ante la escasez de tecnología derivada de la crisis de componentes actual, los dispositivos reacondicionados se han convertido en una alternativa interesante para muchos usuarios.
Apple, por ejemplo, es una de las marcas que ha tomado la decisión de vender versiones renovadas de sus propios productos. Entre los productos que certifica como tal se encuentran el iPad Pro, el iPhone 11 Pro o el MacBook Air.
La marca ofrece descuentos de hasta 306 dólares en el iPhone 13 Pro Max de 256 GB reacondicionado, de modo que en lugar de gastarse 1,490 dólares, los usuarios pueden elegir esta opción por 1,186 dólares.
Algo similar ocurre con el MacBook Pro reacondicionado de 13,3 pulgadas, cuyo precio final es de 1,469 dólares (se rebajan 250 dólares de los 1.638 dólares si es nuevo).
Tal y como indica la marca en su página web, todos ellos se pueden financiar, están como nuevos y presentan una garantía de un año, así como el compromiso de Apple para productos restaurados o certificados.