Emprendedores crearon un tour en mar abierto, donde sería el hábitat de los últimos ejemplares de vaquita marina, para tener solvencia económica
El ingenio mexicano sale a relucir ante la falta de apoyos y opciones productivas para las comunidades pesqueras del hábitat de la vaquita marina, que tienen prácticamente tres años abandonadas, tras la prohibición en el uso de las redes tradicionales y la cancelación del pago de compensaciones a toda la cadena productiva.
Emprendedores de San Felipe, Baja California, implementaron a partir de este año un tour que incluye el nado con el pez Totoaba, conocido como la “cocaína del mar”, por el alto valor de su vejiga natatoria o “buche” en el mercado negro de China.
Imágenes del nado con atún aleta azul. (Foto ilustrativa especial)
La actividad que tiene fines educativos y recreativos se realiza en las instalaciones de lo que fue “El Nido”, una barcaza con corrales en mar abierto, que un grupo de científicos de México y el mundo, pretendían fuera el hogar en confinamiento de los últimos ejemplares de vaquita marina para asegurar su supervivencia.
El proyecto conocido como Vaquita CPR fue cancelado en diciembre de 2017, después de la muerte de una hembra adulta debido al estrés que sufrió por su captura y posterior manejo.
Al concluir el contrato de arrendamiento de la plataforma flotante con la National Marine Mammal Foundation, que recibió fondos privados y del Gobierno de México, los accionistas del ahora Acuario Oceánico, originarios de Ensenada, Baja California, decidieron quedarse en San Felipe y tramitar los permisos correspondientes para abrir una granja de Totoaba criada en cautiverio, con alevines cultivados en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC).
De esta manera, en agosto de 2018 obtuvieron la autorización de Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), y el registro como Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA), por parte de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
Además de que en septiembre consiguieron un permiso y posteriormente una concesión para maricultura de fomento por parte de la Conapesca, que les permitió entrar al mercado de la carne de Totoaba a nivel nacional.
Hay que recordar que la venta de productos o subproductos de la totoaba al exterior, está prohibida, porque esta especie en peligro de extinción, se encuentra dentro del Apéndice I de la CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres).
Imágenes del nado con atún aleta azul. (Foto ilustrativa especial)
En entrevista con Excélsior, Juan Carlos Vivanco, director del Acuario Océanico San Felipe, dio a conocer que en 2018 sembraron 15 mil crías de Totoaba en los corrales; 17 mil 500 en 2019, cero en 2020 por cuestiones de la pandemia de Covid-19; 20 mil 400 en 2021 y en las próximas semanas van a introducir otro lote de 20 mil alevines correspondientes a 2022.
Reconoció que el arranque del negocio ha sido difícil por la emergencia sanitaria, y hasta julio de este año pudieron cosechar y vender las primeras totoabas con peso de entre 2.5 y hasta 6.4 kilogramos, a restaurantes de San Felipe y Ensenada.
Recordó que los peces tienen marcaje genético y un código QR, que son parte de un sistema de trazabilidad con el que se puede dar seguimiento a los organismos, desde que salen de la granja hasta que llegan a la mesa del consumidor final.
“Llevamos vendidos mil 700 peces aproximadamente, a un promedio de tres kilos, ese es hasta ahorita nuestro avance”, reveló.
Destacó que como alternativa para obtener solvencia económica, debido a que ya deberían estar vendiendo la segunda generación de totoabas, entraron al cultivo del ostión japonés, que al año de engorda tiene buena aceptación en el mercado y se puede exportar sin ningún problema, además del impulso a un proyecto piloto de turismo educativo dentro de la granja.
Nado con Totoabas
“Totoaba Education Experience Tours, San Felipe, BC”, así se promociona en redes sociales el paseo para conocer de cerca al mítico pez endémico del Alto Golfo de California, que en los últimos años se volvió famoso por la codicia que despertó entre pescadores furtivos, que al tratar de capturarlo ilegalmente en vida silvestre matan a la vaquita marina con sus redes prohibidas.
El costo del paquete por persona que ofrece la empresa SeaScape es de 80 dólares, alrededor de mil 680 pesos, e incluye el viaje redondo en una pequeña embarcación del muelle de San Felipe al Acuario Océanico y de regreso; chaleco salvavidas; equipo de snorkel, traje de neopreno; equipo de pesca; nado en los corrales de la Totoaba; bebidas; barra fría de mariscos y degustación de Totoaba preparada por la chef Jessie Espinoza.
Los recorridos, que aseguran los organizadores, son muy seguros y cuentan en todo momento con la asistencia del personal del criadero, se realizan regularmente los sábados y domingos con una duración de entre cuatro y seis horas.
El nado se hace en el corral más grande que contiene ocho mil ejemplares de los que quedan del lote de 2018, de hasta tres kilogramos de peso y 80 centímetros de longitud.
Hasta ahora, son dos grupos organizados de gente de San Felipe, los que llevan turistas a la plataforma flotante con el fin de reactivar la economía local y ofrecer alternativas a los visitantes.
Juan Carlos Vivanco, director del Acuario Océanico San Felipe, resaltó que en todo momento se trata de que el paseo sea sustentable, que no se vicie, y que sirva para que las personas reciban educación ambiental y aprendan más sobre la especie.
“Te vas a subir a la plataforma y vas a ver de dónde vienen las Totoabas, cómo se reproducen y por qué están ahí, esa es la esencia del tour”, subrayó.
Agregó que en caso de que el nado con la Totoaba cause furor y exista mayor demanda del servicio, en la solicitud de renovación de la UMA que presentarán en 2022, buscarían extender el permiso ante la Dirección General de Vida Silvestre de la Semarnat, para poder crecer a mayor escala esta actividad.
Las instalaciones del Acuario Oceánico, que ahora se encuentran en San Felipe, Baja California, estuvieron operando con gran éxito hasta septiembre de 2017 en Ensenada, al sur de la Bahía de Todos los Santos, para el nado con atún de aleta azul, en una superficie de 40 metros cuadrados con una red de 15 metros de profundidad, lo que era una gran atractivo para los turistas.