La Paz, Baja California Sur.-  En medio de los estragos de la pandemia y a 160 kilómetros de La Paz, capital de Baja California Sur (BCS), hicimos un viaje relámpago por la inauguración de la primera tienda artesanal “Hecho en Rancho”, en el Parque Nacional Cabo Pulmo.

Luego de dos horas de camino en automóvil, por la vía “larga” del camino a San José del Cabo, dos burritos con su respectivo café de talega, llegamos a una comunidad muy relajada dedicada en 95 por ciento al ecoturismo en dicho lugar.

Había alboroto de nacionales y extranjeros, por la entrada del cuarto punto de venta que ofrecía animales tallados como ballenas, tiburones y otras bestias marinas en madera; así como arte, cuchillos, dulces, manjares y otros productos de rancho.

Los productores sustentables de la Sierra la Giganta, celebraban con el canto de Emilio Arce y su teclado, haber llegado a las puertas que reciben a los buzos que visitan este arrecife de coral y su amplia biodiversidad de peces, crustáceos, moluscos, aves y mamíferos marinos.

Carlos Godínez Reyes, director del Parque Nacional Cabo Pulmo, a través de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), explicó que la vocación es conservar el lugar, hogar de especies consideradas en categorías de riesgo.

En una rápida entrevista que concedió a nuestro colega Raymundo León Verde, corresponsal de La Jornada, el director explicó que se busca tener un mejor manejo de los contaminantes, que sus actividades no impacten la zona costera.

Además de estar considerado patrimonio de la humanidad, locales e internacionales disfrutan de la presencia de tiburones y rayas en el parque, así como agregaciones de peces, como jureles y la temporada de reproducción de ballena jorobada.

El humedal catalogado como sitio Ramsar, se ubica dentro de sus 7 mil 102 hectáreas, que dijo, es un lugar pequeño, pero ejemplo a nivel mundial; es habitado por 150 personas, pero “hay más” en las rancherías, comunidades y sus alrededores.

Recibe alrededor de 26 mil habitantes en años “típicos”; el año pasado se redujo hasta un 40 por ciento por la pandemia de COVID-19; mientras que, en el 2021, exponen que hay una recuperación que llegó hasta los 15 mil visitantes.

Desde 1995, cuando Cabo Pulmo fue declarado un Área Natural Protegida, bajo la categoría de Parque Marino Nacional, las poblaciones de peces se han incrementado en más de 400 por ciento y han vuelto al lugar diversas especies migratorias, como tiburones ballena, mantarrayas gigantes, ballenas jorobadas, tortugas marinas y tiburones.

Se trata del cuarto punto de venta de “Hecho en Rancho”

Francisco Olmos, director ejecutivo de la asociación civil Niparajá, fue reconocido por su liderazgo por la asociación Productores Sustentables de la Sierra de la Giganta, AC, encabezado por Manuel Amador, presidente y representante.

Mientras los turistas, trabajadores turísticos y habitantes, se arremolinaban en el lugar con “sana distancia”, pero también curiosidad. Algunos iban y venían en bicicleta. Algunas personas adultas, otras más jóvenes disfrutando del clima de ese día perfecto.

La creación de la marca “Hecho en Rancho”, había trascendido como un modelo de desarrollo social de las comunidades rurales, expuso el director para Diario El Independiente; con sus ojos serios podían verse emociones contenidas por el acontecimiento en Cabo Pulmo.

“El éxito de este tipo de proyectos no tiene que venir desde arriba con medidas impuestas. Es un buen ejemplo como los buenos proyectos inician desde abajo, la base de este tipo de proyectos, de organización social de los productores, en donde se hacen sinergias”, expuso.

Emilio Arce Castro, secretario de la asociación de productores, tomó el micrófono después de cantar para presentar al equipo y dio pie a las autoridades presentes.

La comunidad se hizo presente hasta que Judith Castro Lucero, habitante local se dijo agradecida por crear un nuevo puente entre las comunidades rurales de Cabo Pulmo y de toda BCS.

Luego de los discursos y las atenciones, se cortó un gran listón rojo y se permitió la entrada, de manera controlada; eran estantes llenos de vida e historias, con productos hechos totalmente a mano y con los recursos naturales disponibles; agua, suelo y cualquier vida silvestre que brinda Sudcalifornia.

Existen otros puntos de venta de Hecho en Rancho, con la participación de productores de comunidades de Isla San José, además de la Sierra de La Giganta, Sierra de Guadalupe y Sierra de La Laguna; firmaron, además, un convenio con productores forestales de El Saltito de los García y mujeres artesanas de Magdalena, para comerciar sus productos.

Su primera tienda se inauguró hace 6 años en la comunidad de Las Pocitas, 150 kilómetros al norte de La Paz, “a la entrada de la Sierra de La Giganta”, dijo Olmos; pero también hay otras dos formas de comprar.

En la capital de BCS existe otra tienda en bulevar Pino Payas, dijo el director, mientras que a través de redes sociales han posicionado el proyecto “Del Rancho a tu casa”, de entrega a domicilio.

Por el auge turístico de Cabo Pulmo, se espera generar una interconexión comercial entre las costas y las sierras, dijo el director de Niparajá; todo es un esfuerzo realizado por las familias que elaboran estos productos para tener precios competitivos.

Desde el barro, la transformación de la madera tallada, con el uso de especies como paloblanco, mezquite, pitahaya, se promueven indicadores de sustentabilidad; “que mantengan prácticas tradicionales que ya conocen y han aprendido a través de generaciones”.

Por poco menos de 500 pesos podías hacerte de un cuchillo, que encierra más de 100 años de rescate de las prácticas tradicionales de los rancheros de Las Ánimas, en la Sierra de La Giganta; pero el distintivo es “que le compras directo al productor, sin tanto intermediario”. Además del uso del pago bancario.

Esto mejora el pago que llegará a su bolsillo, por lo que ayudará además a mejorar los procesos del producto y generar “valor agregado”, externó el director.

Ahora Cabo Pulmo cuenta con un comercio más, dedicado a la promoción de los valores sudcalifornianos; se suma a casas de huéspedes, hoteles, tiendas de buceo, guías ecoturísticos, almacenes para embarcaciones, vigilantes y algunas cafeterías.

Era un día perfecto. A pesar de haber estado encerrados por mucho tiempo, se nos olvidaba, con la muestra donde convivían niños, niñas, jóvenes y mayores. Algunos con un jugo, otros con un café para espantar el sueño de las 11 de la mañana, ataviados con sus cubrebocas. No se percibía ya el miedo y mi compañera y yo volvimos a La Paz, con la conclusión de que lo mejor para las comunidades rurales está por construirse todavía.