La alta mortalidad de este padecimiento se explica porque las pacientes acuden de manera tardía a recibir atención médica.
Ciudad de México.- El profesor de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM, Gilberto Nicolás Solorza Luna, afirmó que la mortalidad de cáncer de mama es muy alta porque las pacientes acuden tardíamente a consulta médica, sobre todo a las instituciones de salud.
En México, el cáncer de mama ocupa el primer lugar entre las neoplasias (masa anormal de tejido que aparece cuando las células se multiplican más de lo debido o no se mueren cuando deberían) y se ubica en el tercer y cuarto de las causas de muerte.
“Al médico privado llegan las que tienen el recurso, el cuidado y la educación para hacerse la mastografía anualmente después de los 40 años, que es lo recomendable, pero son minoría”, enfatizó.
Durante 2017, de cada 100 egresos hospitalarios por cáncer, 24 fueron de mama, en el caso de la población de 20 años o más, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Se trata de la principal causa de egreso por tumores malignos.
En 2019, la distribución por entidad federativa de nuevos casos en mujeres de 20 años o más muestra que Morelos (151.94 por cada 100 mil mujeres), Colima (139.62) y Aguascalientes (66.64) son las entidades con las tasas más elevadas.
A nivel nacional, la tasa de mortalidad es de 17.19 defunciones por cada 100 mil mujeres de 20 años o más. Los estados con menores tasas (de 9.29 a 13.64) son: Quintana Roo, Chiapas, Oaxaca, Yucatán, Campeche, Colima, Guerrero, Morelos, Hidalgo, Tabasco.
En el siguiente grupo (13.65 a 18) se encuentran Tlaxcala, Puebla, México, San Luis Potosí, Veracruz, Michoacán, Guanajuato, Durango y Zacatecas. Le siguen (de 18.01 a 22.35) Querétaro, Coahuila, Sinaloa, Sonora, Jalisco, Nuevo León, Aguascalientes, Tamaulipas y Nayarit.
Las mayores tasas (22.36 a 26.71) están en Chihuahua, Ciudad de México, Baja California y Baja California Sur.
Entre las mujeres que fallecen por esta causa, uno por ciento son jóvenes de 15 a 29 años de edad, 13 por ciento de 30 a 44 años y más de la tercera parte (38 por ciento), está entre los 45 a 59 años; la mayoría muere después de los 59 años (48 por ciento).
A propósito del Día Mundial de la Lucha Contra el Cáncer de Mama, que se conmemora el 19 de octubre, Solorza Luna recuerdó que las formas de lograr detección temprana son la autoexploración y la mastografía.
De acuerdo con la organización Breastcancer, se trata del crecimiento descontrolado de las células mamarias; se origina en las glándulas productoras de leche (lobulillos) o en los conductos que son las vías que transportan este alimento hacia el pezón.
Se presenta a menor edad
Solorza Luna aseguró que es más frecuente en mujeres que no han tenido hijos, que tampoco han lactado y que tienen predisposición hereditaria.
“La lactancia madura el tejido de la glándula mamaria y eso da estabilidad a los tejidos para que no tengan cambios hacia una neoplasia, mientras que los tejidos inmaduros están más frecuentemente afectados hacia la neoplasia”, precisó.
Alertó que en la actualidad se observa en consulta cada vez más este tumor maligno en mujeres jóvenes que no han tenido hijos, de 20 a 25 años de edad. Desgraciadamente para ellas el pronóstico es peor que en la adulta de 50 o 60 años en adelante, porque el tejido mamario está creciendo más rápidamente, puede modificarse y tener mutaciones.
Para las jóvenes, Solorza Luna recomendó realizarse ultrasonido, el cual puede indicar si se requiere la mastografía, e identificar lesiones en etapas tempranas.
“Si el nódulo se encuentra focalizado a la mama, tenemos un 90 a 95 por ciento de posibilidades de controlar el cáncer de mama, pues en esta enfermedad no hablamos de curación sino de control”.
El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos alerta en su sitio web que algunas señales de advertencia del cáncer de mama son:
– Un bulto nuevo en la mama o la axila (debajo del brazo).
– Aumento del grosor o hinchazón de una parte de la mama.
– Irritación o hundimientos en la piel de la mama.
– Enrojecimiento o descamación en la zona del pezón o la mama.
– Hundimiento del pezón o dolor en esa zona.
– Secreción del pezón, que no sea leche, incluso de sangre.
– Cualquier cambio en el tamaño o la forma de la mama.
– Dolor en cualquier parte de la mama.