• En 1996 se inauguró el espacio en Oaxaca con obra del fotógrafo
Ciudad de México. El Centro
Fotográfico Manuel Álvarez Bravo (CFMAB), creado en Oaxaca por el pintor y grabador
Francisco Toledo (1940-2019), celebra este viernes su 25 aniversario con la
inauguración de la exposición Daniel Weinstock XXV Años.
“El CFMAB es el
único espacio que el reconocido artista Francisco Toledo conservó, pues decidió
no entregarlo a la Federación, como hizo con las dos sedes del Instituto de
Artes Gráficas de Oaxaca. Este centro posee más de 90 mil documentos
fotográficos a disposición del público, así como unos 5 mil libros
especializados en fotografía”, informó a La Jornada Fausto Nahúm,
director del lugar.
El funcionario
añadió que además de la exposición de Daniel Weinstock (que podrá visitarse con
aforo limitado de 10 a 17 horas en Manuel Bravo, esquina con García Vigil, en
la capital oaxaqueña), también se exhibirá parte del archivo histórico del
centro, en lo que fue su primera sede ubicada en Murguía 302.
En entrevista
telefónica, Weinstock (Ciudad de México, 1957) recordó que el centro
fotográfico abrió sus puertas el 17 de septiembre de 1996; “precisamente, fue
mi obra la que engalanó ese acto. Ahora, 25 años después, es un honor y un
privilegio volver a formar parte de esta fiesta.
“La inauguración
(en aquellos ayeres) tuvo momentos emotivos, divertidos y afectuosos. El
maestro Álvarez Bravo estuvo muy contento, aunque por su avanzada edad se la
pasó sentado la mayor parte del tiempo.
“En 1996 expuse en
el CFMAB imágenes que capté en la playa, en asilos de ancianos, incluso en
manicomios. En esta ocasión exhibo fotos de distintas épocas, pero, en esencia,
los temas son los mismos.”
Marginados, eje de su obra
Con curaduría de
Iris Ruiz Aquino, Daniel Weinstock XXV Años reúne 86 piezas,
entre fotografías, texto y un video (con duración de una hora) de integrantes
que pertenecieron a un escuadrón de la muerte de la Central de Abasto de
Oaxaca.
“Siempre me
interesaron los marginados, los ancianos y los recluidos en centros
siquiátricos. Desde que era niño solía preguntarme qué sucedía con aquellas
personas en situación de calle. ¿Qué sentían? ¿Por qué estaban siempre tan
cansados? ¿Por qué tenían esas caras tristes?”, añadió el fotógrafo.
“Mi abuelo tenía
una fábrica, y cuando solía visitarlo cotorreaba con los obreros. Pero me daba
cuenta de que sus rostros no reflejaban una cara de ‘qué bien me la estoy
pasando’. Eso llamó mucho mi atención.”
Para el también
maestro en fotografía del Centro Internacional de Fotografía (con sede en Nueva
York), así como licenciado en actuación y teatro por la Universidad Nacional
Autónoma de México, las artes escénicas influyeron “muchísimo” en su obra
porque ampliaron sus horizontes creativos.
“Para vivir,
empecé tomando fotos en varias puestas en escena; lograba meterme hasta la
cocina, y entonces me volvía conocido de los actores, iluminadores,
tramoyistas, entre otros. Incluso algunas veces argumenté que colaboraba con la
escritora Elena Poniatowska o que trabajaba en un documental y requería de
ciertas fotografías.
“Así lograba
entrar primero al montaje y poner mi tripié donde yo quisiera, aunado a que me
aventaba tres o cuatro funciones para que no se me fuera ninguna toma. Parece
exagerado, pero si uno se enfoca en un momento, puede que al mismo tiempo
ocurra algo más del otro lado.
“Inaugurar el
CFMAB fue una experiencia chingona en mi carrera. Regresar, luego de 25 años,
es fenomenal. Sin embargo, no puedo evitar sentirme melancólico, porque también
es una manera de cerrar un ciclo por completo con la fotografía. Hace 16 años
hurtaron todas mis cámaras y ya no me dedico a esto. Pero mi aprecio y gratitud
siguen vigentes con Francisco Toledo.”
Irma Bello Woo,
autora del texto que acompaña la muestra, sostuvo que las fotos de Weinstock
son producto de su necesidad de explorar la enfermedad mental como una forma de
rebeldía con propósito.
“La intimidad de
sus capturas alude a un lado que sólo él conoce. Se identifica honestamente con
cada sujeto. Además, se refleja en ellos como un niño con sus amigos. Es
necesario recurrir a la poesía porque la fotografía de Daniel ‘no existe’ sin
la magia de la descripción metafórica de individuos sometidos a las más
absurdas o crueles circunstancias de vida.”