Este próximo domingo se realiza uno de los procesos electorales más grandes en la historia de Alemania, el resultado definiría al nuevo canciller tras la salida de Angela Merkel.
Las elecciones legislativas alemanas que se celebran el 26 de septiembre se desarrollan según un sistema de votación complejo, que combina un escrutinio uninominal directo a una vuelta con un principio proporcional.
Alemania es una democracia parlamentaria en la que el canciller es elegido por los diputados del Bundestag, la cámara baja del Parlamento, y no directamente por la población.
Cada uno de los 60.4 millones de votantes tiene dos votos para elegir a los diputados, cuyo número se ha fijado en 598 como mínimo. Sin embargo, se espera que la cifra final sea mayor y no se conozca hasta después de la votación.
La mitad de los escaños (299) se asignan por votación directa y uninominal por circunscripción. El candidato en cabeza, aunque no alcance el 50%, es elegido.
Esto favorece tradicionalmente a los partidos grandes, ya que los pequeños tienen muy pocos diputados elegidos directamente.
Pero los votantes tienen un segundo voto, que deben asignar a una de las listas que presentan los partidos en cada estado regional. Es allí donde interviene el sistema proporcional, establecido bajo la influencia de los aliados después de la guerra para evitar un retorno del totalitarismo, con un umbral mínimo del 5% de los votos para entrar en el Bundestag.
El elector puede votar dos veces por el mismo partido o diferenciar sus sufragios.
Los alemanes optan a menudo por esta última solución porque están acostumbrados a ser gobernados por coaliciones, debido al sistema proporcional, y tratan de influir en su composición.
El segundo voto es muy importante: el resultado de cada partido en cada estado regional determinará en gran parte su representación en el Bundestag, a través de un modo de cálculo complicado.
Si un partido obtiene, por ejemplo, en una región (o a nivel nacional) el 30% de los votos en el proporcional tendrá derecho al 30% de todos los escaños asignados.
En esta etapa, se dan dos casos: si el número de elegidos directamente en el escrutinio mayoritario representa menos del 30%, se completa con los elegidos de la lista regional.
Si, en cambio, es superior al del voto proporcional, estos escaños directos adicionales se conservan y aumentan mecánicamente el número total de diputados en el Bundestag.
En este caso, el Tribunal Constitucional alemán impone un reequilibrio en forma de atribución de escaños adicionales también a los demás pequeños partidos, con el fin de preservar la dimensión proporcional.
En consecuencia, el número final de diputados no ha dejado de aumentar. Son 709 diputados en el Bundestag saliente y, según algunas previsiones, podrían superar esta vez los 750.
En el pasado se ha intentado poner un tope, pero ha sido en vano.