• Con la publicación, la escritora Camila Fabbri traza un relato coral que recupera la tragedia, donde la chispa de una bengala provocó un incendio que causó la muerte de 194 jóvenes y más de mil heridos
CIUDAD DE MÉXICO. Con la publicación de El día que apagaron
la luz, la escritora Camila Fabbri
(Buenos Aires, 1989) traza un relato coral que recupera la tragedia
ocurrida en el boliche República de Cromañón, en Argentina, donde la chispa de
una bengala provocó un incendio que causó la muerte de 194 jóvenes y más de mil
heridos en aquel concierto de rock masivo.
Aquel hecho, explica la autora, fue un antes y un después de la música
en vivo y en las concentraciones de rock en Argentina. “No tengo claro qué
cosas cambiaron a partir de este hito. Sí sé lo que fuimos sintiendo nosotros,
que es un poco lo que intento desplegar con esos testimonios, en esas voces”,
dice en entrevista.
Tengo la sensación de que algo se modificó
para siempre, no en la música, sino en cuanto al experimento de ver música en
vivo, de la muchedumbre, los lugares cerrados y esos hacinamientos a los que
nos entregábamos para disfrutar este tipo de espectáculos”, abunda.
En ese camino, explica, la juventud perdió algo. “Hay cierta melancolía
por ese pasado que, aunque fuera peligroso, tenía su encanto. Había algo de todo
eso que nos gustaba. Me parece que ahora la experiencia del vivo es totalmente
nueva y con la pandemia… ni hablar”.
Este retrato literario de Fabbri también explora la relación entre
música y juventud. “A esa edad uno tiene muy poco pasado, porque uno es joven y
ha vivido pocas cosas, no por desmerecer la edad, pero todo es un poco nuevo y
la experiencia sonora te hace sentir completo”.
Entonces uno desconoce muchas cosas, hay menos
miedos y menos expectativas, no todo está tan calculado ni pensado. Me parece
que, dentro de esa libertad, en la que todo parece posible, la música es una
recarga energética muy poderosa que en la adultez se va perdiendo un poco”,
explica.
Publicado por editorial Almadía, El día que apagaron la luz es un relato que va más allá
de cifras y adjetivos. “Es una herida abierta. El próximo diciembre se
cumplirán 17 años y recién empezamos a contarlo. Cromañón es un agujero negro y
es algo que me llevó años para hablar de esta ligereza, aunque ésta encierra
muchas cosas que aún no están resueltas”, concluye.