• El estreno será interpretado por la violinista Anne Akiko Meyers, el 24 de agosto en los Ángeles, California
CIUDAD DE MÉXICO. El compositor mexicano Arturo Márquez (Sonora,
1950) espera el estreno mundial de Fandango, su más reciente obra,
inspirada en 30 años de memoria y estudio. Será interpretada por la violinista
estadunidense Anne Akiko Meyers,
en el Hollywood Bowl de Los Ángeles, el 24 de agosto, con la Orquesta de Los Ángeles y la
batuta de Gustavo Dudamel.
En entrevista con Excélsior,
el creador de Danzón No. 2 y Conga del Fuego Nuevo,
habla sobre el estreno, su visión de la música tradicional y la imposible
celebración de sus 70 años en diciembre pasado.
Esta obra es un fandango, un concierto de
violín hecho con base en toda la experiencia personal y de investigación que he
realizado sobre el género, desde los fandangos en Veracruz y la Ciudad de
México, a los huapangos de la huasteca, Querétaro, Veracruz e Hidalgo”,
explica.
Es un proyecto que he tenido (en mente) por
más de 30 años. No es fácil abordar este género porque hay tanto dicho, escrito
y compuesto para este instrumento con orquesta. La oportunidad fue un encargo
de la virtuosa violinista Anne Akiko Meyers. Ella, al escuchar algunas de mis
obras, tuvo la idea de que yo hiciera este concierto de violín. Eso fue en 2018
o 2019 y se iba a estrenar en julio de 2020, pero (con la pandemia) todo
cambió”, detalla.
Con esta pieza, Márquez incursiona en la historia del fandango, desde
que vino de España y se instaló en México (siglo XVIII), no como género, sino
como fiesta. “Aquí el fandango es una fiesta de sones, un ritual de música y
bailadores, de gente y son”, apoyado en las investigaciones de Antonio García
de León en su libro Fandango. El ritual del mundo jarocho a través de
los siglos.
La creación se conforma de tres movimientos. El primero es Folía
tropical. “Recordemos que la folía es un género español, pero la palabra
también viene de locura (folie, en francés), así que este movimiento
tiene que ver con la forma tradicional del primer movimiento de muchos
conciertos, con la clave caribeña”.
El segundo es una chacona, se llama Plegaria y tiene
que ver con España y el fandango. Recordemos que la zarabanda y la chacona
fueron dos géneros que se bailaban mucho en México (siglo XVII), pero eran
bailes eróticos de época y fueron prohibidos, pero al pasar a la música clásica
adquirieron otras características”.
Y el tercero es Fandanguito, “un homenaje al fandango
huasteco, en donde el violín es virtuoso y este instrumento es uno de los
lugares donde se desarrolla de forma impresionante”.
Márquez también habla sobre la música tradicional. “Algunas veces se ha
dicho que la música de concierto va a subir, de alguna manera, el nivel de la
música tradicional. Yo no creo eso”.
Y apunta: “La música tradicional ha evolucionado de una manera
maravillosa, pero siempre es importante la creatividad, encontrar nuevas
músicas y eso tiene que ser a partir de que nuestros niños y jóvenes aprendan
su música tradicional y reciban la enseñanza de la técnica de la música como en
cualquier escuela”.
Además, “es importantísimo que la enseñanza
musical también tenga la oportunidad de enseñar nuestras músicas
tradicionales. Ser músico no es únicamente ser un atrilista en una orquesta, un
maestro en un conservatorio o un concertista. Es también ser mariachi, tocar el
son veracruzano, el violín en la Huasteca, los sones en Chiapas y Oaxaca, la
música de Yucatán y la música norteña”.
Aclara que él no está cerrado a otras formas de creación o
interpretación. “De ninguna manera estoy casado con que la música tradicional
hasta ahí llegó, que los sones de mariachi así se tocan. Niños y jóvenes deben
aprender cómo se hace la música tradicional, pero estoy abierto a que esa
música evolucione.
Eso tiene que ver mucho con ese movimiento que
llamo ‘La fusión de la música tradicional y popular con la música de
concierto’. Pero nuestra música es bastante rica y una oportunidad para que
niños y jóvenes se puedan dedicar a ella, de manera profesional”, dice.
CELEBRACIÓN POSTERGADA
Arturo Márquez cumplió 70 años en diciembre del año pasado en el
encierro de su casa en Cuernavaca, junto a su esposa, Laura Calderón, alejado de
cualquier homenaje o celebración pública, a causa de la pandemia. Así fue todo
el 2020, explica.
Laura y yo la pasamos en casa. Nos aislamos
bastante, en especial al momento de mayor contagio. Ya veremos más adelante si
celebramos los 70, 71 o 72… depende”, dice con resignación.
Sin embargo, este tiempo sirve para recordar
lo que uno ha vivido y también es importante reflexionar y concentrarse en el
trabajo, en lo que uno puede hacer para que nuestro México sea mejor”, asevera.
¿La música le ha ayudado? “Estar encerrado ayuda a concentrarse y a
reflexionar sobre lo que uno hace. De todas maneras, no creo que sea el mejor
panorama, porque hay demasiada urgencia y dolor, pero siempre he dicho que la
obra de todo artista debe estar acompañada de sus propias vivencias.
Y Fandango tiene que ver mucho con eso. No
sólo las vivencias que he tenido en torno al género, a este ritual dancístico,
sino también del momento que uno está viviendo. Quizá, por eso, en el segundo
movimiento me atreví a hacer una Plegaria, aunque el fandanguito es
algo que traigo en el corazón desde hace décadas”, concluye Arturo Márquez.