• Nuestras Fuerzas Armadas.
Efectivamente,
tal y como lo dijo un militar ya retirado, nunca las Fuerzas Armadas del Estado
deberán estar allí para repeler agresiones con muñecas o ramos de flores. Y
cuyo militar también, --en el muro de Facebook El Anti AMLO-- escribió:
“¡Jamás sentirá el dolor y la tristeza de ver a un compañero soldado
arrodillado ante la escoria de la sociedad que son sus simpatizantes y que de
seguro muchos de éstos, fueron los que votaron por usted!”.
Y yo digo
que las Fuerzas Armadas del Estado no pueden estar allí para repeler agresiones
con muñecas o ramos de flores porque en caso contrario, estarán expuestos a la
ofensa, al escarnio. Y –lo que menos queremos-- estarían dando
muestras de debilidad frente a la delincuencia. Menos aun cuando sabemos que
los delincuentes no son unas hermanitas de la caridad a los que hay que tratar
con buenos modales.
Y menos aun cuando por sí solo, un Soldado reúne
cualidades únicas donde destacan la dignidad, el honor, el decoro, la
honestidad, la vergüenza, la decencia, y el pundonor. Además de que emana
respeto y obediencia. Que es arrojado y valiente, capaz de ofrendar su vida. Y
por todo eso no solamente merece respeto. Sino consideración, deferencia, y
respaldo total del jefe supremo de las fuerzas armadas.
Este mismo tema lo adopté en septiembre de 2019,
para hacer referencia al caso ocurrido en La Huacana, Michoacán, donde, con
pleno conocimiento de causa dije que la humillación a esos soldados, fue una
humillación a hombres. Fue una humillación al Ejercito. Fue una humillación a
México, al país, a la nación, a la Soberanía. Y ante hechos similares que
ocurren de nuevo, hoy retomo el tema para decir que un Soldado no está para ser
objeto de humillación, para sufrir vejación, para permitir sumisión.
¡Jamás!
Pero desgraciadamente, siempre que suceden hechos
lamentables como estos, todo se pretende solucionar con discursos sin
argumentos, con palabras huecas, con expresiones vacías y sin sustento. Es
decir con chanzas, con bromas, con chungas, con marrullerías y charlatanismos.
Nunca con la seriedad que amerita.
Estoy totalmente de acuerdo en que la postura del
gobierno actual es muy diferente, y no pretende repetir hechos sangrientos
como los del “68”. Sin embargo, el ejército bajo las órdenes de sus superiores
puede proceder con una actitud prudente y con cuya actuación no se le reste
autoridad. Y mucho menos que sean sometidos a la humillación, tal y como ha
ocurrido.
Sin
embargo, se observa que los Soldados no reciben el apoyo o el respaldo que
desean de parte del jefe supremo de las fuerzas armadas. Y la prueba está que
tras ocurridos los lamentables hechos, el presidente simplemente se ha
concretado a decir que: “la actitud de los soldados fue muy responsable, muy
digna, muy valiente, porque una cobardía es abusar de nuestros semejantes, por
eso todo mi apoyo y mi respaldo a los soldados, marinos, los soldados son
pueblo uniformado”.
Incluso,
sin siquiera otorgarles un voto de confianza para su actuación, ha sido
reiterativo en que los Soldados: “van a mantener siempre una actitud prudente.
Porque están conscientes de que se deben de respetar los derechos humanos, y
que a nadie se le debe privar de la vida”. Todo esto cuando por otro lado la
delincuencia si puede pasar por encima de los derechos humanos de los Soldados
y en su caso privarles la vida.
No deja de
ser pues, un tema sumamente delicado. Muy delicado, el cual por consecuencia,
--tomando en cuenta los efectos que tiene-- debiera analizarse
a profundidad y en su caso otorgar a los Soldados ánimo,
aliento, respaldo, para que sus actuaciones sean más
efectivas. Y porque no queremos Soldados medrosos, cobardes o pusilánimes. Sino
todo lo contrario, que sean, intrépidos, audaces, con arrojo, gallardía y
temple. Porque solo así serán capaces de velar por los bienes del pueblo.
Porque solo así podrán ser garantes de la seguridad de todos los mexicanos. Y
lo más importante, solamente así serán Garantes de la Soberanía Nacional.
Luego
entonces, el Soldado en acción, como han sido estos casos, no debe ser merecedor
del abandono, el desamparo, el descuido y la desatención de parte de su jefe
supremo. Sino que debe proporcionarles
aliento. Porque contrariamente su labor se debilita, como también se debilita a
esa Prestigiada institución, se debilita al país. Y de paso, deja en la
indefensión a toda una sociedad que está sucumbiendo ante los niveles de
inseguridad y violencia que, lamentablemente, hoy por hoy y
derivado de acciones de esta naturaleza, ya rebasaron a esas
instituciones.
Y esto
último, lo sabe el pueblo y por consecuencia lo lamenta. Lo lamenta porque ha
sido testigo de la falta de respaldo para las fuerzas del orden. Y es por ello
que ni los Soldados, no los Marinos, ni los integrantes de la Guardia Nacional
actúan o proceden como debieran. Y todo, porque los asalta el temor de ser
enjuiciados y despedidos. Entonces, lamentablemente solo les queda agachar la
cabeza, mientras la delincuencia se ríe.
Y es que ellos, todos los integrantes de las
fuerzas del orden, deben poseer valor, brío, vigor, decisión. Y todo eso es lo
que debe Inculcarles nada menos que el jefe supremo de las fuerzas armadas,
para que de esta manera puedan ser audaces y arrojados que es justamente lo que
el pueblo quiere de ellos.
Tampoco es permisible que nuestros integrantes de
las fuerzas del orden solamente por la falta de apoyo estén allí para poner la
otra mejilla, mientras son vejados y humillados, dejando al libre albedrio a la
delincuencia, que como se sabe, hoy ha crecido mucho más. Y todo,
desgraciadamente por la escasez de respaldo a la fuerza pública mexicana.
En
síntesis, se observa que han faltado muchas cosas, donde destaca falta de
oficio, falta de cálculo, falta de estrategia, y donde por consecuencia han
destacado errores y fracasos, lo que por cierto nos han dejado muchas lecturas
que seguramente quedarán pendientes hasta después de pasado el sexenio. Y aquí
lo único positivo y que nos deja un poco de esperanzas es la promesa
presidencial de que nunca se va a negociar con los criminales.
Sin embargo, ya basta de tanta indiferencia ante
hechos tan lamentables y tan importantes. Y en donde los discursos solo guardan
las formas, pero cada vez lesionan más el fondo.
Cuestión de tiempo.