• El joven de 18 años revendía autopartes y rentaba equipo de snorkel en Los Cabos. Inconforme con la escasa oferta cultural de su ciudad, buscó el camino que lo llevó a ganar tres premios de canto en Italia
CIUDAD DE MÉXICO. Antes de convertirse en barítono y ganar tres premios
en Italia, Eduardo Martínez Flores
(Los Cabos, 2002) trabajó en un yonke (deshuesadero) que revendía
autopartes. También rentaba sombrillas, kayaks y equipo de snorkel en la playa
de Los Cabos, pero sólo su rebeldía lo llevó al bel canto.
Soy muy rebelde. Claro, hay muchos rebeldes,
pero soy rebelde con causa. Siempre he sido así en la cuestión musical. Para
mí, la música, más que un tema de hacer arte y de contar algo, es un movimiento
social y una forma de pensar”, dice a Excélsior luego de obtener tres
premios en el 19 Concurso Internacional de Canto Lírico Ottavio Ziino,
realizado en Roma, Italia.
Sin embargo, hace seis años Martínez desconocía todo sobre ópera y la
música de concierto, porque en su ciudad natal existe poca actividad cultural.
Sólo había conectado con grupos como The Vocal People y Pentatonix o sentía
algo indescriptible al escuchar Las cuatro estaciones, de A.
Vivaldi.
Un día su mamá le sugirió que audicionara en el Coro Polifónico de Los
Cabos. Fue e interpretó O sole mio, una pieza napolitana que
siempre le cantaba a su mamá o en las posadas familiares.
Llegué y quise cantar O sole mio,
pero cuando llegó el primer agudo se me cerró la garganta por nervios. Entonces
me callé y me agüité, pero el director del coro me ayudó a vocalizar y me dijo
que era muy afinado”. Al final, fue aceptado.
Para ir a cantar, Eduardo viajaba en autobús 38 kilómetros cada tercer
día. “Así que tardaba 50 minutos en llegar. Pero amaba la música y, aunque no
me pagaban, la experiencia fue buenísima, porque tuve clases de solfeo, vocalización
y sesión de ensamble con música. Fue mi primer acercamiento real a la música”.
Después, tomó algunas sesiones con el barítono Armando Piña –premiado en
el 33 Concurso de Canto Carlo Morelli (2015) y quien ha cantado en el Festival
de Salzburgo, Austria –, dado que ambas familias se conocían. “Ellos sabían que
yo cantaba, pero nadie iba a Los Cabos porque no hay mucho movimiento cultural,
más que el coro y un par de orquestas, pero nada profesional. Entonces fue a
escucharme”, explica.
Él vio algo en mí y me dijo que podría cantar
ópera e irme a Estados Unidos. Entonces tenía 14 años y me invitó a un curso en
Guadalajara, pero no pude ir. Luego pude ir a su curso, pero en Monterrey”,
abunda.
Un año después, Eduardo le comentó a Armando Piña que quería irse de Los
Cabos y así llegó el momento de audicionar en el Taller de Ópera de Sinaloa,
pero, al no contar con estudios de música, fue aceptado sin el pago de una
beca, por lo que su mamá corrió con todos los gastos. “En ese momento yo no
sabía qué era bueno o malo y mi única idea era que si no cantaba como Dmitri
Hvorostovsky… era malo”, reconoce.
Luego vino la pandemia y no pude entrar a
ningún concurso por mi edad. Pasó el tiempo y tomé clases con Plácido Domingo,
Javier Camarena, Elīna Garanča, sesiones de perfeccionamiento con el barítono
estadunidense Lucas Meachem. Ahora soy del Mexico Opera Studio y este concurso
ha sido una sorpresa”, explica.
¿Cuál era la expectativa? “No pensé llegar a la final, y cuando sucedió,
sentí que ya había ganado. Claro, no me iba a conformar, pero es mi primera vez
en Europa, mi primera vez fuera de México”.
¿Cuál es el siguiente paso? “Por mi edad, tengo muchas oportunidades,
pero aún no puedo dar mucha información. Lo que no cambia es la idea de
ingresar a un Opera Studio en el extranjero”.
¿Cómo hacer que la ópera llegue a más personas? “Con una ópera bien
hecha y bien actuada, porque la ópera también es un show. Nosotros lo vemos
como tradición y cultura, pero también es un show, es como ver una película que
te pone los pelos de punta o te hace llorar y reír. La ópera es lo mismo.
Además, falta un mejor trabajo de marketing.
También falta apoyo gubernamental y más
orquestas en México, faltan más espacios para que los cantantes se desarrollen,
falta mejorar el acceso a la cultura y apoyar más la ópera, a estos
movimientos, porque es poner un granito de arena a la sociedad y rebelarnos con
causa”, concluye.