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Hoy es domingo, 24 de noviembre de 2024

Deuda inminente; los juegos que duraron 30 años

• El mal manejo del presupuesto disparó los costos y el deficít contraído fue de 2 mil 400 millones de dólares que terminaron de pagar hasta 2006

Deuda inminente; los juegos que duraron 30 años

CIUDAD DE MÉXICO.-En 2006, finalmente, los ciudadanos de Montreal terminaron de pagar los Juegos Olímpicos que realizaron 30 años atrás.

En aquel momento, la decisión de realizarlos fue unánime tras perder las postulaciones de 1956 y 1972. Así como los Juegos fueron una obsesión para Montreal, también se convirtieron en una mochila de deudas. Jean Drapeau fue el alcalde que pugnó por conseguirlos en lo que era su segundo mandato. Al morir este abogado en 1999, la deuda de 2 mil 400 millones de dólares seguía sin ser cubierta.

Montreal había perdido en la primera ronda ante Moscú por 3 votos, sin embargo, en la segunda vuelta, Drapeau convenció a los miembros del comité olímpico y testificó la promesa de unos juegos impecables.

Montreal era entonces, en 1976, una ciudad que progresaba bajó la acunada visión afrancesada. Realizaron la Expo Mundial en 1967 en la que sobresalió un memorable discurso del presidente Charles de Gaulle que atizó en el nacionalismo quebequense. Pero también hubo grandes obras públicas como el metro, la Plaza de Artes y la primera lotería pública con un impuesto voluntario.

Por eso, la llegada de los Juegos simbolizaban el paso definitivo a la modernidad, sin saber que la corrupción y el mal manejo de los fondos causarían una severa deuda.

Los Juegos tuvieron un sobrecosto del 700 por ciento. El problema fue el cálculo erróneo empezando por el estadio que tuvo un egreso de mil millones de dólares ya que se tuvo que realizar una plataforma de cemento pues en el sitio elegido, se hundía, además, enfrentaron una huelga de constructores que dispararon los costos. El estadio estaba incompleto en la inauguración.

Durante los juegos todo fue afabilidad y perfección, no hubo queja alguna de atletas o patrocinadores, por supuesto, tampoco del COI, el principal beneficiario. En lo deportivo fue la aparición de Nadia Comaneci y su perfección en barras asimétricas, calificada hasta siete veces con un 10; la velocidad del cubano Alberto Juantorena en los 400 y 800 metros; el legado del húngaro Miklos Nemeth que ganó la medalla de oro en jabalina siguiendo los pasos de su padre, oro en martillo en 1948.

Para absorber el alto impacto del costo, se plantó de inmediato un impuesto a los cigarrillos en Quebec, curioso, hasta el 2006, los fumadores terminaron de pagar el estadio. Aquella perífrasis ridícula de Jean Drapeau, “es tán difícil que Montreal tenga un deficit, como que un hombre se embarace”, ya no causaba risa.

Un día después de los Juegos Olímpicos, Montreal entró en problemas con la segunda crisis del petróleo. Peor aún, al año siguiente, en 1977, la orden de Drapeau fue tajante al permitir en Quebec sólo el idioma francés para la política, el comercio y los medios de comunicación, dejando el inglés únicamente en algunos trámites, lo que ocasionó que varias empresas se mudaran a Toronto.

La fama de Drapeau se desplomó en la década de los 80 y ya no se presentó a las elecciones en 1986. Al irse, prometió que su política financiera de impuestos, principalmente en cigarrillos y alimentos, dejaría saldada la deuda en 1995, murió en 1999 y Montreal tardó siete años más en salir del bache, dándole vuelta a la grisura del problema en el futuro.

No se aprendió mucho del sistema. Años después, Barcelona en 1992 y principalmente Atenas en 2004, tendrían serios problemas financieros para pagar la fiesta de los Juegos Olímpicos arrastrando crisis económicas severas para sus ciudadanos.