• “La iniciativa de la autora genera reflexiones acerca de la función del arte en los conflictos sociales”, apunta Ángel Hernández, director de ‘Desarmes’.
Ciudad de Mexico.- La escritora estadunidense Susan Sontag montó en 1993 la
obra Esperando a Godot, de Samuel Beckett, con actores bosnios
en la ciudad sitiada de Sarajevo. A partir de esa experiencia, el dramaturgo
Ángel Hernández creó el proyecto Desarmes, que se transmitirá
por Internet este sábado.
El investigador
teatral dice en entrevista que de la iniciativa de Sontag “se desprenden
cuestionamientos más que vigentes sobre la aún polémica función del arte dentro
de un conflicto social o una circunstancia de violencia que se extiende de
forma compleja”.
Hernández
(Tampico, 1980) agrega que le importaba saber qué ocurrió detrás de la puesta
en escena de la también ensayista, “en el proceso de su ruta crítica dentro del
proyecto. Comenzaron a aparecer imágenes muy interesantes que nos acercan a la
vulnerabilidad, a la falta de precisión y de decisión, al cambio de rumbo”.
La fotógrafa Annie
Leibovitz, conocida por sus imágenes del sitio de Sarajevo y la guerra en
Bosnia, es autora de dos emblemáticas que muestran a su pareja, Susan Sontag,
sentada en el piso de un edificio en ruinas y una bicicleta ensangrentada en
esa ciudad.
Hernández tuvo
acceso a las bitácoras de ensayo de Sontag para su Esperando a Godot, donde
la escritora “hizo una reflexión sobre la manera de las prácticas escénicas
serbias”, a partir de las cuales el dramaturgo idea “las escenas internas de
organización del colectivo, retomando la estructura tradicional de las
compañías teatrales integradas por familias implicadas en generaciones de
actores, dramaturgos y directores de escena.
“Los diarios que
escribió Sontag durante el montaje mencionaban que con frecuencia los actores
llegaban rendidos a los ensayos; era complicado mantener un proceso de diálogo
con ellos porque se derrumbaban en el escenario a tomar un descanso, ya que la
vida del sitio de Sarajevo era brutal por la exigencia de la sobrevivencia
diaria”, añade Ángel Hernández.
En la capital
bosnia “estaban cortados los suministros eléctricos, el agua potable y la
comida; no se podía salir, porque los francotiradores estaban apostados en las
avenidas. Lo que se estaba construyendo ahí era otra obra, otro Esperando
a Godot, en el proceso de ese desarme humano que implicaba un proyecto
de esta naturaleza”.
Teatralidad en contextos de violencia
El dramaturgo
menciona que la reflexión de Desarmes: memorias del sitio del Sarajevo “está
puesto en la implicación del artista, del hacedor de estos movimientos. Con
estos procesos, desarmados, hay una suerte de poética que se desprende de una
lucha interna con el estado del ser, muy compleja de asumir, y que tiende un
mapa de emociones, afectividades y riesgos muy pocas veces puestos en un
proceso de lectura”.
Hernández relata
que en 2018 realizó un recorrido por Bosnia y una residencia con el Teatro de
la Guerra, “compañía que recibe la herencia de los movimientos teatrales que se
generaron durante el conflicto armado en ese país, específicamente en el sitio
que vivió la ciudad durante los 90”.
Entonces,
entrevistó a actores vinculados con esa emergencia y apareció el “montaje
emblemático que hizo Sontag en 1993 y 1994. “Me llamaba la atención de qué
manera se podía desarrollar una lectura comparativa con los procesos teatrales
que se están generando en México, con la teatralidad en los contextos de
violencia.
“Con Desarmes, que surge de
esta experiencia, me interesa una idea que se ha venido popularizando: el arte
es un arma que en algún momento puede luchar o batirse en un campo de batalla
específico dentro del contexto de lo social, de lo político”.
El dramaturgo
destaca la participación de “un reparto que se ha caracterizado por tener
incursiones en el teatro social: Luisa Huertas, Adrián Ladrón, Iazua Larios,
Genny Galeano, Osvaldo Sánchez y Lucero Hernández”, en este “proyecto de lectura
de intervención y de cuestionamiento, un poco de laboratorio en un espacio
cargado de sentido”: el edificio ubicado en Uruguay 25 del Centro Histórico.
Sostiene que
durante el sitio en Sarajevo existió una poderosa estructura para componer el
orden social: “la posibilidad de mantener la cotidianidad de la ciudad. Esto
que parece un absurdo en un contexto de guerra tuvo sus escenarios de
resistencia en algunas zonas de la ciudad. Algunos teatros se mantenían y
personas seguían acudiendo a sus trabajos.
“Una suerte de
necesidad por permanecer, por defender la ciudad por medio de estas pequeñas
acciones; incluso, hay una serie fotográfica de personas que salían en
bicicleta. Los actores, particularmente del montaje de Esperando a
Godot llevaban la necesidad de defender el oficio a partir de la
permanencia. ”
Uno de los puntos
decisivos fue cuando asesinaron al primer actor de esa puesta en escena. El
colectivo tuvo que decidir si continuaba con el montaje o volvía a sus hogares.
“La mayoría dice que es necesario continuar. En estas circunstancias sociales
libramos otra guerra, que es interna. Ganar un día más de ensayo era un pequeño
triunfo asumido dentro de esa resistencia humana”.
Hernández asevera
que a partir de las prácticas de resistencia en el sitio de Sarajevo se
comenzaron a generar circuitos underground en la misma ciudad.
El túnel que conecta el aeropuerto y el centro de la ciudad comenzó a ramificar
en algunos búnkers subterráneos donde se llevaban a cabo prácticas artísticas.
Bosnia, y en general la antigua Yugoslavia, tuvieron un florecimiento muy
importante de las artes escénicas, determinante para el movimiento teatral
mundial”.