• ‘Miradas alternas’ del escritor mexicano son reunidas en Conversa-Tario, volumen que reúne ensayos, dibujos y misivas hasta ahora conocidas
CIUDAD DE MÉXICO. Con la publicación de Conversa-Tario. Ensayos en torno a Francisco Tario, coordinado
por Alejandra Amatto y Alejandro Toledo, aparecen 11 ensayos con ángulos
diversos sobre la escritura del narrador mexicano y revelan, por primera vez,
algunos dibujos eróticos que el autor realizó en secreto y las cartas que su
amada Carmen Farell le envió durante su noviazgo (de 1930 a 1935).
Ambos compiladores detallan a Excélsior que los dibujos “fueron hallados por sus hijos
luego de la muerte de Tario, a los que se dedicó secretamente, y que recuerdan,
por la creación de situaciones en circunstancias similares, a los trazos de
Pierre Klossowski”.
Son tres historias que, con línea fina, presenta algunas escenas de
seducción, como apunta Alejandro Toledo, el investigador más acucioso sobre la
obra del autor mexicano.
A Tario no le importaba romper límites frente
al escándalo o cualquier tipo de reacción conservadora que pudiera haber en su
escritura o en sus dibujos. Y así como dibujada este tipo de historias
caricaturescas, con escenas eróticas, también realizaba dibujos infantiles para
sus hijos, como lo recupera en este libro Patricia Poblete”, apunta Amatto.
Mientras que la correspondencia de Carmen Farell completa las cartas de Tario,
publicadas en Universo Tario (2014), las cuales
muestran una dimensión más humana del autor.
MIRADA POLIÉDRICA
A Alejandra Amatto le interesó este proyecto, que muestra una
mirada poliédrica del autor, porque hasta ahora no existía un volumen que
conjuntara textos críticos sobre la obra de Tario en la escena literaria.
Sabemos que Tario es un escritor que
permaneció mucho tiempo en la marginalidad y con este libro se destraba ese
cerco que creó el misticismo del propio personaje”.
Conversa-Tario es un libro que
conjunta la palabra de varios especialistas y críticos sobre el autor,
acompañado de las cartas de Carmen Farell y de estos dibujos que asoman la
pluralidad de Tario y otro perfil de este personaje misterioso”, asegura.
Además, “este libro es un aporte que contribuye a la comunidad
académica, pero también puede resultar de interés para quienes se acercan a
Tario por primera vez y así conocerlo en sus diversas dimensiones”.
En su ensayo, Amatto aborda la ironía y el humor fantástico en los
primeros cuentos de Tario, específicamente en La noche de la gallina y La
noche del féretro.
Aquí lo interesante es que el autor explora
desde sistemas que son tremendamente humanos y conmovedores, pero, al mismo
tiempo, lo hace con una cuota de ironía y de juntar algo que, en su época, se
creía poco relacionable, como era lo fantástico y el humor”, advierte Amatto.
Así que en ambos relatos “me interesó mostrar que existe un humor, negro
si se quiere, mucho sarcasmo y una visión irónica de la relación entre seres
humanos, animales y objetos.
Aunado a esto, “hay una primera manifestación interesantísima de Tario
sobre temas que en la época no se hablaban, como la homosexualidad, y esto se
ve en La noche del féretro, donde el objeto debe compartir el
espacio eterno con un cuerpo masculino, aunque éste esperaba a un cuerpo
femenino.
Así que Tario abre, desde las primeras
narraciones, una puerta interesante a los límites genéricos de lo fantástico y
que, hasta entonces, no estaba clasificado por un montón de teorías que
vinieron después”, dice.
Yo creo que él es uno de los primeros en hacer
esa conjunción entre la ironía y lo fantástico, por lo menos en la tradición
mexicana, y la siguió cultivando en otros textos como Tapioca inn.
Mansión para fantasmas y Una violeta de más que
abrevan del recurso humorístico para sensibilizar y expresar con mayor fluidez
muchas de las ideas que a él le interesaba plasmar, las cuales siempre son
bastante subversivas, incluso dentro del relato”, abunda.
Ideado por Toledo, este libro tuvo el apoyo de Julio (hijo de Tario) y
del Fondo Editorial de Querétaro, que encabeza Federico de la Vega.
E incluye textos de Eduardo Cervantes, Iván López Alemán, Adalberto
Mejía, Miguel Candelario, Jazmín G. Tapia Vázquez, Patricia Poblete Alday,
Alfredo Landeros Jaime, Adriana Azucena Rodríguez, Jaime Cano Mendoza,
Alejandra Amatto y del propio Alejandro Toledo.
RECUPERAN MISIVAS AMOROSAS
Para Alejandra Amatto, las cartas de Carmen Farell, “dan una dimensión más humana de Tario” y así se
aprecia en distintos momentos. Por ejemplo, en la misiva que ella le escribió
el 2 de agosto de 1931:
Me he quedado sola en la casa y debes creer
que no me siento triste, sino antes al contrario; así nadie me estorba y puedo
pensar en ti lo que quiero. ¿Adivinas mis pensamientos? Siempre lo hiciste y en
esta ocasión creo que tampoco te equivocas. Tengo los balcones cerrados y estoy
viendo el jardín inundado. Casi puedo asegurarte que estás aquí conmigo; te
veo, te oigo —no es ilusión— y te siento. Esto es lo mejor que puede ocurrirme
y de antemano te prometo que la tarde así no se me va a hacer larga. Ah,
también fui a la misa de los vascos. ¡Cuántos recuerdos tuyos! Contribuyó mucho
el lugar, la música, los coros. Todo ello me hizo creer que no había pasado
este año y que todavía estábamos los dos allí.
Paco, ¡se me hace inmenso el tiempo cuando no
recibo carta tuya! No dejes de escribirme esas cartas maravillosas que me hacen
tan feliz. Espero pronto una de ellas y enseguida a ti. Quiéreme como tú sabes
hacerlo y no olvides que soy tuya”.