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Hoy es sábado, 23 de noviembre de 2024

La palabra, un puente divino para Hadewijch de Amberes

• Por primera vez en América Latina se publican 45 poemas de la pionera de la literatura mística occidental

La palabra, un puente divino para Hadewijch de Amberes

CIUDAD DE MÉXICO..-En el principio de la poesía mística de Occidente se encuentra una mujer: Hadewijch de Amberes (ca. 1200-1260), considerada una de las mejores escritoras de su época y la primera en privilegiar su lengua vernácula, el neerlandés, por encima del latín.

Poco se sabe de esta mujer que, se adivina, era de noble cuna, pues dominó el latín, la lengua francesa, la prosodia, la retórica y el arte epistolar; pero, afortunadamente, tras centurias de olvido, llega a nuestra época parte de su obra, rescatada en el siglo XIX: cuatro manuscritos, 60 poemas, sus textos integrados en Visiones y 31 cartas de consejo para algunas de sus pupilas.

Apostó por la palabra como una manera de establecer una relación con Dios. Sus poemas o canciones son muy hermosos, porque todos arrancan de una referencia a la naturaleza, al cambio de las estaciones, y de esa metáfora saltan a la relación amorosa de la amada con el amado. Personifica el amor a Dios”, comenta Víctor Manuel Mendiola.

 

En entrevista, el poeta y editor detalla que, por primera vez en América Latina, se publicarán completos 45 de sus poemas, los llamados estróficos, “escritos con una estructura y cierto metro”, en el libro Canciones de Hadewijch de Amberes (El Tucán de Virginia), traducido por Stefaan van den Bremt.

Hadewijch es una de las voces que moldearon las bases de la poesía contemporánea. Formó parte del grupo denominado Beguinas, mujeres que se reunían en comunidades para dar asistencia, cuidados y enseñanza a niños y viudas, y para realizar actos de devoción. Su trabajo literario puede resultar modélico hoy en día, que se vive la reivindicación femenina en el país”, agrega.

El movimiento de las Beguinas surgió en Bélgica hacia 1189 como un rechazo a la Iglesia católica, que excluía a las mujeres de sus planes, y proponía una nueva forma de relacionarse con Dios, más amorosa.

Mujeres que hoy pueden resultar inspiradoras. Libres, democráticas e independientes de las instituciones eclesiásticas patriarcales, vivían en celdas o vecindarios que podían dejar en cualquier momento para formar una familia; trabajaban para obtener sus alimentos, pero también realizando actividades caritativas de todo tipo. No eran monjas, se instalaban cerca de los templos u hospitales y volvían acción los preceptos religiosos”, añade.

El director del sello editorial destaca que “esto rodea la formación de la poeta, que venía de Amberes. En esa época están surgiendo cosas nuevas: la poesía caballeresca, la de los trovadores, la goliarda.

Ella escribió su obra entre los 15 y los 48 años. Su producción se ubica a principios del siglo XIII. Poco antes, Bernardo de Claraval formula los principios básicos de la mística, con lo que ésta se configura como cuerpo espiritual de la Iglesia católica”, indica.

Destaca que Hadewijch era una mujer con una actitud contestataria, en términos de la visión moderna. “Por eso creo que la lectura de su obra en este momento puede decir mucho a hombres y mujeres, porque es reveladora de una actitud de independencia en uno de los comienzos de la nueva historia de Occidente”.

El también ensayista dice que vale la pena revisar el origen de esta manifestación literaria. “La poesía y la actitud mística se caracterizan por tener una postura individual de amor hacia Dios, que es el factor fundamental en la literatura mística. Hadewijch es de las primeras escritoras en utilizar las lenguas vulgares para sus versos en lugar del latín, acto que, además de independencia, constituye una rebeldía.

Esta poeta y las Beguinas ponen de manifiesto las formas de acción femenina, cómo resuelven las mujeres las cosas, que no es mediante la violencia como los hombres. Creo que pensar en Hadewijch ahora tiene mucho sentido”, concluye.

Las Canciones… Liederen, título bilingüe que tiene detrás un trabajo de dos años y medio, posee un prólogo de Blanca Garí, un epílogo de Veerle Fraeters y Frank Willaert y las ilustraciones de Arturo Rivera. Mendiola es autor de uno de los ensayos incluidos.