• Las promesas
Tomando como punto de partida la vieja sentencia de que el
prometer no empobrece, y Bajo el supuesto de que no hay ningún instrumento
jurídico o legal para sancionar en el ámbito administrativo o penal el incumplimiento
de las promesas de campaña, y que a su vez otorguen a esas propuestas políticas
el carácter de obligatorias so pena de sanción o castigo en caso de
incumplimiento, hoy por hoy, las promesas bailan al son que los candidatos y
las candidatas les toquen en los ranchos circunvecinos y en las barriadas
citadinas.
Desde construir nubes y ríos para abastecer de agua a todos,
distribuir tarjetas económicas para que a nadie le falte dinero, y hasta la
instalación de parcelas productoras de frutas y vegetales en las azoteas de las
casas para que a nadie le falte alimento, son parte de las promesas que a
diestra y siniestra avientan a los cuatro puntos cardinales los candidatos, en
ese afán desesperado por alcanzar el poder.
Y todo eso lo hacen impunemente de frente a una sociedad hastiada
de la indiferencia de la clase política gobernante ante los graves problemas de
impunidad, de inseguridad, de corrupción, de impunidad, de pobreza y desempleo,
y donde la gran mayoría del pueblo hace alusión a la clase política como
insensibles, aprovechados, corruptos.
Una sociedad como la
nuestra que a estas alturas de la Pandemia y la crisis, ha perdido toda
credibilidad y confianza en todo lo que huela a política. Y que solo por eso,
al verlos que como chapulines saltan de un partido a otro
dejando en claro que no saben de principios ideológicos, los califican también
de saltimbanquis.
Y es esa cruel
insensibilidad de los políticos lo que cala más hondo en el ánimo del ciudadano
al saber que el candidato jamás a su casa para preguntarle cómo le hace para
dar de comer a sus hijos, o cómo ha pasado la Pandemia y mucho menos tiene la
capacidad de captar ese negro crespón que el ciudadano porta en su alma porque
acaba de cremar a un ser querido. Es por tanto que el pueblo no deja de llamarlos oportunistas, ventajosos, e
insensibles, y es todo en su conjunto por lo que finalmente al pueblo, al verse
obligado a cumplir como ciudadano, no le dejan otra
opción que “votar por el menos peor”.
Es muy cierto que en
ocasiones, y a pesar de tantos golpes que el pueblo
recibe, lucha por respirar aires de esperanzas. Y es por eso
que algunas de las propuestas y promesas de campaña logran generar grandes
expectativas de prosperidad en todos los ámbitos de la vida del pueblo. Y loco de
contento aun cuando sea momentáneamente, eso también le obliga a levantar su
nariz para respirar aires de optimismo, y es aquí donde los candidatos se
aprovechan de esa momentánea debilidad.
Pero lucrar con la pobreza
y el hambre del pueblo, recurriendo a la mentira bajo la promesa de llevar a
todos a la edénica cúspide de la felicidad, solamente para alcanzar el poder,
no es el mejor proceder de hombres y mujeres de buena voluntad. Luego entonces,
en vez de la victoria, hay quienes se hacen merecedores de las hogueras infernales.
Y es que, al igual que el
hambre y la pobreza, al pueblo del duele ver cómo los candidatos con su
semblante grotesco se encojen de hombros
y desvían su mirada cuando son cuestionados sobre tanta
podredumbre que destilan los trajes de etiqueta y las finas corbatas de la
clase política. Y esa indiferencia que enloda la democracia y ese
silencio que oculta signos de impunidad, obliga al pueblo a voltear su mirada
al beneficio de la duda.
Y es en este punto donde la pregunta obligada es: ¿quién de ellos
habla de exigir avances hacia nuevos esquemas en materia de transparencia y
rendición de cuentas? Cuando todos sabemos que es este aspecto tan importante
donde el pueblo podría cifrar grandes esperanzas de prosperidad al saber que su
dinero está siendo bien administrado y cuidadosamente transparentado en cada
una de las obras y acciones de gobierno.
Vamos, ¿Quién de ellos hace alusión a responsabilidades desde el
terreno jurídico-electoral, donde las propuestas y promesas de campaña pasen de
ser un listado de ofrecimientos y buenos propósitos, a constituirse formal y
materialmente en un plan de gobierno debidamente sustentado y registrado ante
notarias públicas?
Seamos precisos y directos. Hay que tener muy presente que muchas
de esas promesas que de cualquier manera están más bien dirigidas a la emoción
más que a la razón, son material, técnica y humanamente imposibles de cumplir,
al menos eso dicta la falta de recursos económicos al igual que el corto plazo
que dura el mandato cuando concretamente hablamos de las presidencias
municipales.
Sin salirme del tema, hablaré de lo interesante que se ha puesto
el caso Nuevo León donde, hablando justamente de promesas de campaña, han
salido a relucir presuntas carpetas de investigación iniciadas por la Fiscalía
Especializada en Delitos Electorales (FEDE) en contra de los candidatos
punteros Samuel García y Adrián de la Garza, donde en efecto, la FEDE a cargo
de José Agustín Ortiz Pinchetti, reaccionó de inmediato luego de que el
presidente, levantando la voz y denunciando “como ciudadano’’, se preguntó en
público en dónde estaba la Fiscalía que no veía lo que parecía una clara compra
de votos a cargo de Adrián De la Garza.
Y tres días después, la Fiscalía General de la República anunciaba
la integración de las carpetas de investigación por posibles delitos
electorales en contra de los candidatos ya mencionados. En pocas palabras,
López Obrador acusa a De la Garza de cooptar el voto a cambio de dinero. Pero
en todos los corrillos ´políticos se insistió en que eso es falso. Toda vez
que, De la Garza promete: de llegar a ganar, entregaría apoyos a mujeres en
situación de vulnerabilidad por medio de una tarjeta rosa.
Luego entonces, ¿Cuál es el delito? Si la realidad es que todos
los candidatos fincan sus campañas en promesas de dinero; incluso lo hizo el
propio López Obrador cuando prometió becas para ninis, para madres solteras,
para adultos mayores, Etc.
Por cierto que en esa
misma tesitura dicen que ya está Pancho Pelayo, candidato al gobierno de BCS de
la Alianza Contigo. Claro, también es de oposición. Pero no pasará nada. Porque
siempre las promesas han estado en boca de todos los candidatos. O, ¿Acaso no
hacen lo mismo los candidatos de Morena? Cuestión de
tiempo.