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Hoy es sábado, 23 de noviembre de 2024

En privado

• Las promesas


Tomando como punto de partida la vieja sentencia de que el prometer no empobrece, y Bajo el supuesto de que no hay ningún instrumento jurídico o legal para sancionar en el ámbito administrativo o penal el incumplimiento de las promesas de campaña, y que a su vez otorguen a esas propuestas políticas el carácter de obligatorias so pena de sanción o castigo en caso de incumplimiento, hoy por hoy, las promesas bailan al son que los candidatos y las candidatas les toquen en los ranchos circunvecinos y en las barriadas citadinas.

Desde construir nubes y ríos para abastecer de agua a todos, distribuir tarjetas económicas para que a nadie le falte dinero, y hasta la instalación de parcelas productoras de frutas y vegetales en las azoteas de las casas para que a nadie le falte alimento, son parte de las promesas que a diestra y siniestra avientan a los cuatro puntos cardinales los candidatos, en ese afán desesperado por alcanzar el poder.

Y todo eso lo hacen impunemente de frente a una sociedad hastiada de la indiferencia de la clase política gobernante ante los graves problemas de impunidad, de inseguridad, de corrupción, de impunidad, de pobreza y desempleo, y donde la gran mayoría del pueblo hace alusión a la clase política como insensibles, aprovechados, corruptos.

Una sociedad como la nuestra que a estas alturas de la Pandemia y la crisis, ha perdido toda credibilidad y confianza en todo lo que huela a política. Y que solo por eso, al verlos que  como chapulines saltan de un partido a otro dejando en claro que no saben de principios ideológicos, los califican también de saltimbanquis.

Y es esa cruel insensibilidad de los políticos lo que cala más hondo en el ánimo del ciudadano al saber que el candidato jamás a su casa para preguntarle cómo le hace para dar de comer a sus hijos, o cómo ha pasado la Pandemia y mucho menos tiene la capacidad de captar ese negro crespón que el ciudadano porta en su alma porque acaba de cremar a un ser querido. Es por tanto que el pueblo  no deja de llamarlos oportunistas, ventajosos, e insensibles, y es todo en su conjunto por lo que finalmente al pueblo, al verse obligado a cumplir como ciudadano,  no le dejan otra opción que “votar por el menos peor”.

Es muy cierto que en ocasiones, y a pesar de tantos golpes que  el pueblo recibe,  lucha por respirar aires de esperanzas. Y es por eso que algunas de las propuestas y promesas de campaña logran generar grandes expectativas de prosperidad en todos los ámbitos de la vida del pueblo. Y loco de contento aun cuando sea momentáneamente, eso también le obliga a levantar su nariz para respirar aires de optimismo, y es aquí donde los candidatos se aprovechan de esa momentánea debilidad.

Pero lucrar con la pobreza y el hambre del pueblo, recurriendo a la mentira bajo la promesa de llevar a todos a la edénica cúspide de la felicidad, solamente para alcanzar el poder, no es el mejor proceder de hombres y mujeres de buena voluntad. Luego entonces, en vez de la victoria, hay quienes se hacen merecedores de  las hogueras infernales.

 

Y es que, al igual que el hambre y la pobreza, al pueblo del duele ver cómo los candidatos con su semblante grotesco se  encojen de hombros y desvían su mirada cuando son cuestionados sobre  tanta podredumbre que destilan los trajes de etiqueta y las finas corbatas de la clase política. Y  esa indiferencia que enloda la democracia y ese silencio que oculta signos de impunidad, obliga al pueblo a voltear su mirada al beneficio de la duda.

Y es en este punto donde la pregunta obligada es: ¿quién de ellos habla de exigir avances hacia nuevos esquemas en materia de transparencia y rendición de cuentas? Cuando todos sabemos que es este aspecto tan importante donde el pueblo podría cifrar grandes esperanzas de prosperidad al saber que su dinero está siendo bien administrado y cuidadosamente transparentado en cada una de las obras y acciones de gobierno.

Vamos, ¿Quién de ellos hace alusión a responsabilidades desde el terreno jurídico-electoral, donde las propuestas y promesas de campaña pasen de ser un listado de ofrecimientos y buenos propósitos, a constituirse formal y materialmente en un plan de gobierno debidamente sustentado y registrado ante notarias públicas?

Seamos precisos y directos. Hay que tener muy presente que muchas de esas promesas que de cualquier manera están más bien dirigidas a la emoción más que a la razón, son material, técnica y humanamente imposibles de cumplir, al menos eso dicta la falta de recursos económicos al igual que el corto plazo que dura el mandato cuando concretamente hablamos de las presidencias municipales.

Sin salirme del tema, hablaré de lo interesante que se ha puesto el caso Nuevo León donde, hablando justamente de promesas de campaña, han salido a relucir presuntas carpetas de investigación iniciadas por la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales (FEDE) en contra de los candidatos punteros Samuel García y Adrián de la Garza, donde en efecto, la FEDE a cargo de José Agustín Ortiz Pinchetti, reaccionó de inmediato luego de que el presidente, levantando la voz y denunciando “como ciudadano’’, se preguntó en público en dónde estaba la Fiscalía que no veía lo que parecía una clara compra de votos a cargo de Adrián De la Garza.

Y tres días después, la Fiscalía General de la República anunciaba la integración de las carpetas de investigación por posibles delitos electorales en contra de los candidatos ya mencionados. En pocas palabras, López Obrador acusa a De la Garza de cooptar el voto a cambio de dinero. Pero en todos los corrillos ´políticos se insistió en que eso es falso. Toda vez que, De la Garza promete: de llegar a ganar, entregaría apoyos a mujeres en situación de vulnerabilidad por medio de una tarjeta rosa.

Luego entonces, ¿Cuál es el delito? Si la realidad es que todos los candidatos fincan sus campañas en promesas de dinero; incluso lo hizo el propio López Obrador cuando prometió becas para ninis, para madres solteras, para adultos mayores, Etc.

Por cierto que en esa misma tesitura dicen que ya está Pancho Pelayo, candidato al gobierno de BCS de la Alianza Contigo. Claro, también es de oposición. Pero no pasará nada. Porque siempre las promesas han estado en boca de todos los candidatos. O, ¿Acaso no hacen lo mismo los candidatos de Morena?  Cuestión de tiempo.