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Hoy es viernes, 22 de noviembre de 2024

‘El invencible verano de Liliana’ recoge una voz que demanda justicia

• La escritora Cristina Rivera Garza comparte recuerdos y testimonios sobre su hermana, víctima de feminicidio hace 30 años

‘El invencible verano de Liliana’ recoge una voz que demanda justicia

Ciudad de México. Recuerdos y testimonios de familiares y amigos, así como cartas, libros, notas, diarios, recados y dibujos personales, articulan una dolorosa historia que, al mismo tiempo, celebra la vida, anhelos y el vibrante carácter de la joven Liliana Rivera Garza víctima de feminicidio, cuya historia se cuenta en el libro El invencible verano de Liliana, escrito por su hermana, la autora mexicana Cristina Rivera Garza.

En 1990, Liliana era entonces una joven de 20 años, estudiante de arquitectura en la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Azcapotzalco. Tenía años tratando de terminar con un novio de la preparatoria que insistía en continuar la relación. Unas semanas antes de la tragedia, Liliana por fin tomó la firme decisión de dejarlo y empezar una nueva vida. Terminaría su carrera, haría una maestría y después un doctorado; viajaría a Londres. La decisión de su pareja, un 16 de julio de ese año, fue que ella no tendría una vida sin él. Se le acusó de presunto homicida, por lo que se cursó un orden de aprehensión y hasta la fecha no ha comparecido ante las autoridades.

Publicado por Penguin Random House, El invencible verano de Liliana retrata desde diversos ángulos la vida de una joven audaz y brillante, que en su momento se enfrentó a la violencia de género, realidad que muchas chicas viven hoy día.

Es un libro que no sólo busca dejar testimonio de lo ocurrido, sino que se propone ser una herramienta activa de cambio social en cuanto al lenguaje jurídico relacionado con la violencia de género, además de que se reconozca al culpable y se haga justicia, explicó Rivera Garza, en charla con La Jornada.

Lenguaje jurídico patriarcal

La autora comentó que hace apenas un año decidió abrir las cajas donde la familia depositó las pertenencias de su hermana. “En 30 años nadie las había tocado. Ahí estaban sus cartas, notas, diarios, recados, dibujos, mapas, libros. Su voz atravesó el tiempo y, como la de tantas mujeres desaparecidas y ultrajadas en México, demandó justicia”.

Entre las reflexiones que registra el libro y tras distintas investigaciones sobre el tema, destacó la autora, se encuentra aquella que tiene que ver con el lenguaje social, jurídicamente hablando.

“Por años ha habido un lenguaje patriarcal que nos ha impedido identificar múltiples formas de violencia de género. Ello ha imposibilitado una lucha más efectiva. La figura del feminicidio entró en el Código Penal hasta 2012. No obstante, hay estudios sobre violencia de género que datan del siglo XIX, en los que a esos delitos se les llamaban ‘crímenes pasionales’. Usualmente, se referían a un hombre que, en estado de ofuscación o arranque de celos, asesinaba a una mujer. Eso romantizaba la violencia”, explicó la escritora.

Una de las cosas más complicadas para alguien, añadió, “es entender que la persona que está hablando el lenguaje del amor, sea la misma que te puede matar.

“Hoy, los movimientos feministas más recientes han hecho posible la construcción de un lenguaje cada vez más certero y preciso, para reconocer la letalidad en las relaciones amorosas”, reconoció la autora.

“Los feminicidios siguen existiendo, no sólo por el lenguaje patriarcal, sino porque hay impunidad”, continuó la también crítica literaria.

“De ahí que sea determinante llamar a las cosas por su nombre: no son piropos callejeros, ‘es acoso’; no es romance de oficina, ‘es utilización indebida del poder’, o cuando el manipulador o depredador está mintiendo o tratando de convencer a sus víctimas de que lo que ellas ven no es cierto; eso es terrorismo íntimo de pareja”.

En El invencible verano de Liliana también se registran testimonios de amigos y familiares que rodean “la voz vibrante, filosa, cábula a veces, de mi hermana. La idea fue contar su historia de la manera más compleja posible, sin caer en estereotipos. Liliana fue víctima de feminicidio, pero no es la historia de la víctima pasiva, pues hasta los últimos momentos de la tragedia no dejó de buscar soluciones, al intentar, por todos los medios, de lidiar con una realidad que en aquel entonces era muy difícil de identificar”, concluyó Rivera Garza.