• Tras más de 40 años de ejercer la crítica, el escritor uruguayo comparte en el libro 'Fin de ciclo' su privilegiada memoria personal
CIUDAD DE MÉXICO.-Literatura y vida. Danubio Torres Fierro ha unido
ambas experiencias vitales para confeccionar cada uno de los ensayos, crónicas,
semblanzas y críticas literarias que ha escrito durante más de cuatro décadas.
Su amistad y convivencia con autores fundamentales, sobre todo de
Hispanoamérica, y la lectura crítica de su obra integran su privilegiada
memoria personal.
El escritor y crítico literario uruguayo comparte ahora sus textos “más
significativos y entrañables” en el libro Fin de ciclo. Testimonios
literarios (Taurus), con la idea de inmortalizar “una época
floreciente de las letras” que, considera, ha llegado a su fin con la muerte de
la mayoría de los grandes narradores y poetas que conoció.
Hay que envolver la vida y la literatura en un
mismo movimiento, conjugarlas. La literatura es un entretenimiento
maravilloso, pero es también una forma de buscar la renovación de la propia
persona. Si una lectura no te conmueve o no te transforma, no es una gran
lectura. Vida y literatura están entrelazadas y la intensidad dramática de la
primera viene de eso”, afirma tajante.
En entrevista, el editor de diversas revistas y suplementos culturales
comenta que su nuevo título es a la vez “una memoria personal y una compartida,
comunitaria o colectiva; me gusta que se pise lo personal, lo único e intransferible,
y también lo que está atado más a una conciencia colectiva”.
Así, Torres Fierro entrega 39 escritos que conforman “un mapamundi
literario” en el que cohabitan Silvina Ocampo, Ida Vitale, Elizabeth Bishop,
Luis Cernuda, Josep Pla, Machado de Assis, Clarice Lispector, Octavio Paz,
Guillermo Cabrera Infante, Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti, Mario Vargas
Llosa, Carlos Fuentes y Juan Goytisolo; así como Choderlos de Laclos,
Constantino Cavafis, Franois Furet, Lionel Trilling, Cyril Connoly y George Steiner,
entre muchos otros.
Se trataba de otro mundo. Uno que ya no existe
o que está en vías de desaparecer. El arte en general, y la literatura en
particular, tiene que apostar por los extremos. Las medias tintas no sirven. La
literatura, para ser eficaz, debe ir al extremo, apostar al todo. Sea verdad o
no esta sensación hay que apretar el pedal dramático y decir que este es un
mundo que se terminó”, agrega.
El secretario de redacción de la revista Plural, que el
poeta y Nobel de Literatura Octavio Paz dirigió en Excélsior,
y también colaborador del suplemento Diorama de la cultura,
confiesa que al preparar Fin de ciclo sintió nostalgia por la
crítica literaria, “un oficio que instruye, que guía, que sugiere caminos a los
lectores”, pero también por ese mundo que se va.
El siglo XX, sobre todo después de la Segunda
Guerra Mundial, fue de grandes figuras, era una gran fiesta literaria. El
momento histórico provocó una verdadera inquisición de las ideas. Fue una lucha
entre la libertad y la tiranía, entre la democracia y los afanes de liquidarla.
Creo que hemos ganado algunas batallas; aunque quizá perdamos la guerra, tal
como vienen las cosas”, añade.
El autor de Los territorios del exilio, Memoria
plural, Estrategias sagradas y Contrapuntos. Medio
siglo de literatura hispanoamericana destaca que no concibe la obra
literaria como un mundo cerrado en sí mismo, autónomo. “Siempre me importaron
mucho los propios autores y traté, en la medida de lo posible, de estar cerca
de ellos; sobre todo de los latinoamericanos.
Quise tenerlos no sólo como puente de un
entretenimiento literario o un conocimiento del mundo, sino como ejemplo de una
conducta moral. Cabrera Infante oponiéndose al horroroso mundo cubano, Paz a
toda la mediocridad mexicana y a la uniformidad priista, Borges ironizando
sobre todos. Entendí que eran parte de una vida”, señala.
Tras compartir sus tesoros de conocimiento y amistad, quien llegó a
México en 1974 y aquí se estableció, “el exilio siempre existe, pero sí me he
aclimatado”, dice que a sus 74 años desea hacer “de manera premeditada” una
especie de autobiografía, “si hay tiempo, ganas y ambiente propicio”.
Se trataba de otro mundo. Uno que ya no existe
o que está en vías de desaparecer... El siglo XX fue de grandes figuras, era
una gran fiesta literaria.”
UN DESIERTO DE IDEAS
Con más de 40 años de ejercer la crítica literaria, Danubio Torres
Fierro no sabe qué pasará en este siglo XXI; pero por ahora, detalla, no se
avista algo semejante a esa “fiesta de la literatura” que fueron los años 70, 80
y 90 de la pasada centuria.
Hoy parece que estamos en una especie de
desierto de ideas. Cuando visito el presente casi siempre salgo desilusionado.
Los nuevos escritores, lo que me llega, me suena un poco como refrito, como
pasado por agua, no proponen nada nuevo”, apunta.
Aunque el autor de las antologías Octavio Paz en España, 1937 y Octavio
Paz. Palabras en espiral admite que hay buenos escritores,
y cita al chileno Roberto Bolaño, al argentino César Aira y al español Javier
Marías. “Ya más adelante, la decepción va creciendo”.
El traductor piensa que la pandemia ha intensificado el egoísmo, el
recelo hacia el otro. Y ha ensimismado mucho a la gente y a los países. México
es un ejemplo notable de ensimismamiento. Parece otra vez como extraviado en su
laberinto; todo para adentro, una revisión de las entrañas, pero ninguna
apuesta para el futuro”, dice.