• El escritor entrega 'Jueves', un texto largo en el que narra “la historia de una sique ligeramente atormentada”
CIUDAD DE MÉXICO.-Una auto indagación a través de
la poesía, un ejercicio de escritura “autocrítico y brutalmente honesto” que
duró 30 días, un verse al espejo y hurgar en la imagen que devuelve, una
práctica catártica y terapéutica a la vez, una mirada al horizonte circular
interno.
Todo esto es Jueves (Trilce)
para el escritor Julio Trujillo (1969), un único y largo poema en el que, para
hurgar en una crisis personal, “plasma a una multitud de personajes que están
contenidos en la palabra YO”, porque quiso “entender qué me estaba pasando para
poder seguir adelante”.
En entrevista, el editor mexicano explica que éste
es el poema más largo que ha escrito hasta ahora. “Quise inscribirme en la gran
tradición del poema de largo aliento que tiene México, que va desde el Primero sueño, de Sor Juana Inés de la Cruz hasta Incurable, de David Huerta, uno de los
contemporáneos más destacados”.
Detalla que para confeccionar esta pieza tuvo que
dejar la Ciudad de México. “Me di cuenta que el trabajo necesitaba otro tipo de
oxigenación, aislamiento e introspección, un autoanálisis que sólo puedo hacer
a través de la poesía.
Vine a Nayarit y me puse a trabajar sin un plan
determinado. Comencé a escribir y un mes después me detuve; fue un golpe de
escritura que duró un mes, pero tiene acumuladas muchas cosas”.
El autor de los poemarios Una
sangre (1998) y El acelerador de partículas (2017)
destaca que, al salir del ritmo urgente de la megalópolis, comenzó un proceso
de descompresión.
La escritura fue también una práctica expansiva,
porque me descubrí muy contenido, muy aprisionado, por la ciudad y sus exigencias
de éxito, de felicidad, de estar bien hacia afuera.
La descompresión fue como hacer una pausa y empezar
un análisis más lento de autoindagación. Es como si yo hubiese ejercido de mi
propio sicoanalista, verme frente a un espejo que no me devolvía una imagen
agradable. Sabía que el resultado no sería lindo, pero sí muy sincero en el
aspecto personal”, indica.
A la pregunta de cuántos Julios encontró en ese
autoanálisis, el autor responde. “Uno es muchas personas. Pero descubrí,
conforme escribía, que había diferentes voces queriéndose expresar. Le abrí la
puerta a todas esas expresiones y sensaciones”.
El exdirector editorial de la revista Letras Libres, de Newsweek en
español, de Publicaciones de la Secretaría de Cultura y del sello Alfaguara
evoca un horizonte circular.
Todo horizonte bien mirado es circular. El concepto
me invitó a hacer el símil de los ciclos en que está uno detenido y la idea de
estar girando como un trompo sobre mí mismo, atrapado en un mismo día, el
jueves, del que no era posible salir, al menos mientras durara la escritura del
poema. Mi vida estuvo atada a la escritura del texto y no habría progreso hasta
que estuviera terminado.
La poesía tiene movimiento, pero no progresa, no va
de izquierda a derecha como la prosa, sino que es un puro ritmo, pura música,
danza. Hay una circularidad constante, que espero marque un ritmo hechizante,
hipnótico, para el lector, que la lectura no le pese”, dice.
Jueves “es la historia de una sique ligeramente atormentada, atrapada en
un girar y girar. Me gusta ese día porque no es el declarado fin de semana, ni
el principio, ni el mero centro. Es un día privilegiado, pero pudo ser
cualquier. Es un solo momento detenido”.
Sin puntuación alguna, el poema está lleno de
referencias a sus autores y lecturas preferidos, “son mis coordinadas, los
textos que me han marcado”, indica.
El poeta entregó a la imprenta el libro Skyline que terminó antes de la pandemia. “Sentía
que algo estaba pasando, porque tiene que ver con un testigo que observa
obsesivamente a la CDMX desde el aislamiento, desde una especie de distancia
social; ve a la urbe como si se hubiera vaciado de gente”.
Admite que el encierro al que lo orilló la pandemia
resultó muy prolífico.