• La novela condensa anécdotas con Octavio Paz, Juan Rulfo, Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco
CIUDAD
DE MÉXICO.-El diario secreto del narrador y poeta Homero Aridjis (Michoacán,
1940) adoptó la forma de una novela y se convirtió en Los peones son el alma del juego, un relato que
condensa anécdotas, encuentros y situaciones donde desfilan personajes como
Juan Rulfo, Juan José Arreola, Frida Kahlo, José Emilio Pacheco, Carlos
Monsiváis, Elena Poniatowska y Octavio Paz, entre muchos más.
“Comencé
este libro desde los años 60, como si se tratara de un diario secreto, con
anécdotas que presencié y otras que escuché. Aquí las relato con un tono
autobiográfico, pero son historias que se fueron almacenando en la memoria o en
notas que fui tomando por años. Este libro es una especie de autoficción en la
que el autor se convierte en personaje y da cuenta de la intelectualidad
mexicana y su relación con la Ciudad de México”, dice.
Por
ejemplo, en esta novela –donde el protagonista se llama Alex– recrea la ocasión
en que acompañó unas calles a Octavio Paz sobre Paseo de la Reforma. Era junio
de 1962. Entonces el poeta estaba por irse a la India con ese sentimiento de no
ser valorado en México, en la calle de
Bucareli, le pidió que lo acompañara a una entrevista.
Pero
al llegar a la redacción, le dijo a todos los periodistas presentes que a su
lado e encontraba “el mejor poeta joven de México”.
Aridjis
le reclamó a Paz y le dijo que aquel comentario le echaría en contra a todos
los poetas jóvenes de México. Y eso fue lo que sucedió. Días después, Aridjis
llegó al Centro Mexicano de Escritores y fue confrontado por el poeta Marco
Antonio Montes de Oca –quien se autoconsideraba el sucesor de Octavio Paz– y le
dijo: “Te voy a matar”.
Ante
los reclamos, Aridjis no dejó de repetir una y otra vez que los poetas no
tienen sucesores, que los grandes poetas son islas y no una monarquía ni un
partido político.
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La
anécdota es real, advierte el poeta y recuerda que desde 1961, Octavio Paz
escribió una carta sobre La tumba de Filidor,
donde destacó la verdad original del poeta. “Fue una carta generosa sobre mi
obra, pero yo no lo conocía”. Tres años después, recibió el Premio Xavier
Villaurrutia por su poemario Mirándola dormir.
Pero
aquel galardón le valió la molestia de Carlos Fuentes, quien era un fuerte
candidato para recibir el premio.
“Fue
una espina que mantuvo Carlos en su relación con Paz. Cada vez que me
encontraba en alguna reunión me preguntaba por quién había votado Paz para el
Premio Villaurrutia. Yo no lo sabía, pero le dije que el jurado estaba
integrado por Carlos Pellicer, Francisco Zendejas, Octavio Paz y Rodolfo
Usigli”.
Publicado
por Alfaguara, Los peones son alma del juego también
recupera anécdotas de José de la Colina, Pita Amor, Fernando Benítez y Juan
Rulfo, a quien sus amigos recordaban como “un hombre bueno, poco hablador,
tímido que cuando tomaba se ponía un poco locuaz”, desde la muerte del también
autor Efrén Hernández.
Además,
evoca la muerte de Frida Kahlo, el Cine Apolo, el sismo de 1957, los cafés del
Centro Histórico y las partidas de ajedrez con Juan José Arreola, entre muchas
historias más.
¿Cuántas
partidas le ganó a Arreola?, se le pregunta. “¡Muchas! Era algo extraño, pero
me sentaba a jugar con él y perdía. Y cuando le decía que era porque estaba
distraído, él se enojaba y me decía que no lo justificara. Pero Arreola era un
jugador neurótico al que le abrumaban sus problemas caseros y sentimentales.
Sin embargo, fue un hombre muy generoso que encontró en el ajedrez su pasión,
pero siempre perdía por nervios o por ser impulsivo”.
¿Cuál
es su apertura favorita? “La Ruy López, ésa es la que siempre jugaba y me
parecía una maravilla”.
¿Arreola
sentía una fascinación por los caballos del ajedrez, cuál es la pieza que lo
representa? “A mí me gustaba la estrategia de los peones, porque a veces llegan
a coronarse, es decir, el peón más perdido en el tablero puede convertirse en
una reina y un buen juego de peones –como decía A.D. Philidor– es el alma del
juego”.
¿Hay
más ficción que realidad en estos personajes? “Es la novela de una vida, no en
el sentido retórico, pero sí al menos para mí es el tipo de libro que uno tarda
años no sólo en escribirlo y desarrollarlo internamente. Es un libro que me
llevó cuatro años de escritura y tengo como 15 versiones, pero fue
madurando dentro de mí”.