• El antropólogo, que mañana ingresa a el Colegio Nacional, exige un mayor compromiso tanto del gobierno como de la sociedad con la cultura, la educación y la ciencia
CIUDAD
DE MÉXICO.-Hace falta un compromiso colectivo fuerte,
tanto del gobierno como de la sociedad, con la educación, la cultura y la
ciencia en México, afirma el antropólogo social Claudio Lomnitz (1957), quien
mañana ingresa a El Colegio Nacional.
La
ausencia de conocimiento y de inversión en cultura y ciencia limitan nuestra
capacidad de ver. Estas disciplinas necesitan otra valoración, si no, existe el
peligro de entrar en un laberinto donde sólo se ven paredes, donde no se puede
ir hacia adelante porque los muros tapan la vista”.
El
maestro y doctor en Antropología Cultural por la Universidad de Stanford dice,
en entrevista desde Nueva York, que el hecho de que los mexicanos no
tengan una idea clara de por qué la educación, la cultura y la ciencia son
vitales significa que existe una ruptura en el tejido social.
Durante
demasiado tiempo la educación se vio como un mecanismo de ascenso social y en
realidad es un problema de calidad de vida, de entender nuestro entorno, de
poder reflexionar con más instrumentos sobre lo que nos pasa y poderle
encontrar salidas diferentes a nuestra situación. La pandemia ha afectado de
manera gigantesca a la educación. Y ésta debería estar en la lista de
prioridades, con la cultura y la ciencia, junto a la salud, pero no es así”,
lamenta.
El
catedrático de la Universidad de Columbia presentará
mañana, a las 18:00 horas, la lección inaugural Interpretación del tejido
social rasgado, con la salutación de Alejandro Frank, presidente en turno de El
Colegio Nacional, y la respuesta a cargo de José Ramón Cossío.
La
metáfora del tejido social repara en dos temas: la importancia de la
interdependencia para todo lo comunitario y lo frágil de esta interdependencia,
porque el tejido está hecho de hilos que se pueden romper, hay un elemento
perecedero en la idea de tela.
Lo
social es siempre una realidad al mismo tiempo tenaz y frágil. Nos toca ver esa
fragilidad, reconocerla, y también ver la fuerza de las cosas, los puntos desde
los cuales se pueden reparar o reconstruir nuevas relaciones”, señala.
El
egresado de la UAM aclara que estamos en un momento de
cambio. “Y éste es al mismo tiempo amenazante y presenta
oportunidades. El chiste es ver el tamaño del reto, que es enorme, pero también
ver las oportunidades y saberlas aprovechar.
Para
esto, la mirada de la antropología, la sociología, la sicología y la
literatura, de quienes estudiamos las relaciones humanas, es muy importante,
porque nos ayuda a discutir situaciones que estamos viviendo. Las salidas que encontremos
serán colectivas”, indica.
El
autor de Las salidas del laberinto: Cultura e ideología en el espacio
nacional mexicano e Idea de la muerte en México admite
que, tras la emergencia por covid-19, se está generando un cambio cultural en
el país.
Aún
no lo tenemos claro, porque el cambio tarda mucho en asentarse en nuestras
conciencias, tardamos en reconocerlo y en nombrarlo. México está en un momento
delicado. Hay muchas pérdidas de vidas por la pandemia y esta situación se ha
montado sobre otra, que es la muerte violenta ocurrida desde el 2006”,
considera.
El
autor de La nación desdibujada: México en 13 ensayos explica
que “parte de la dificultad que tenemos como sociedad es que ha sido tan fuerte
y asustador este fenómeno que preferimos darle la espalda para seguir adelante. La sociedad tiene que procesar esto.
Esto
significa vivir los duelos necesarios. Hemos estado con mucho encierro y el
duelo es un proceso que requiere comunicación, al estar aislados ha sido más
difícil. Las dificultades de la economía también se deben procesar”, apunta.
La
relación entre moralidad y violencia es el tema que Lomnitz trabaja para exponerlo en las diversas
lecturas públicas que presentará en El Colegio Nacional. “La moralidad
entendida como las costumbres que tenemos y la manera en que las valoramos. La
sociedad mexicana ha estado pasando por una transformación moral en el sentido
de sus costumbres y aún no
la conocemos bien. Pero no todos los cambios son malos”, concluye.