• Los Prostitutos Sagrados.
El actual proceso electoral
intermedio, que oficialmente, e insertos en una terrible
pandemia, arrancó el 7 de septiembre del 2020 anterior, con destino
al 6 de junio de este año, debe –sin duda-- calificarse como histórico.
Vaya, no solamente porque se
trata del proceso más grande registrado en nuestro país, dado que en estas
elecciones están convocados casi 95 millones de electores registrados, es
decir, cinco millones de personas más que en 2018, y donde estaremos votando
para renovar más de 21 mil cargos de elección popular, sino porque en esta
ocasión, la democracia ha dado pasos agigantados, y eso para todos los
mexicanos es lo que más importa.
¿Por qué lo anterior? Es muy
simple. Porque a partir de la celebración de este proceso se está, --por fin--,
garantizando el acceso real y efectivo a integrantes de la comunidad LGBTTTIQ+
en la postulación de candidaturas.
Qué bien, porque con estas
decisiones ya se han transformado las estructuras con miras a lograr la
igualdad sustantiva, equilibrada y efectiva entre ambos sexos, con
lo cual se deja en claro que todos los seres humanos somos realmente iguales, y
de paso, las autoridades electorales han demostrado responsabilidad y muy en
especial, han signado su verdadero compromiso democrático.
Un paso importante porque ya
basta de que algunos seres humanos, solamente por sus preferencias sexuales
sean vistos como seres raros, como entes que no tienen derecho a
participar dentro de una sociedad como la nuestra, que, --dicho sea de
paso-- presume de una plena realización en el siglo XXI.
Luego entonces ¿de qué diablos
nos sirve que el presente siglo se caracterice por el avance y expansión de la
digitalización y el control de la información a nivel global cuando por otro
lado nos estábamos sumergiendo en el atraso en cuanto a la
transversalidad de la perspectiva de género?.
Basta ya de esgrimir
principios morales o normas sociales que presumiblemente indican lo que las
personas deberían hacer o evitar, guiándonos por aquella famosa
“regla de oro”, considerada como un principio moral que ha sido difundido por
diversas religiones y cuya creación como ya lo sabemos se atribuye a diversos
profetas.
Es cierto. Y se ha insistido
en que toda investigación en que participen seres humanos debe realizarse de
acuerdo con cuatro principios éticos básicos, a saber, el respeto por las
personas, la beneficencia, la no maleficencia y la justicia. Más no se hace
alusión a las preferencias sexuales porque simple y llanamente si desde la
antigüedad se hubiese hecho referencia, por ejemplo, a la
homosexualidad, se caería en un tema demasiado difícil de debatir cuando
sabemos que esa práctica viene justamente desde la antigüedad.
Ahora bien, los valores
morales comprenden las virtudes como la prudencia, justicia, fortaleza y
templanza, que dependen exclusivamente del libre albedrío. Y cada sujeto va
forjando sus propias virtudes y es responsable de su conducta moral. Quedando
en claro que estas virtudes nunca se heredan, sino que se adquieren a base de
esfuerzo y constancia.
Y para dar fortalecimiento a
lo anterior, vale decir que el posicionamiento de la Iglesia en general ha sido
negativo en cuanto a la valoración o comportamiento sexual. Históricamente
hablando de la Iglesia cristiana, de la católica, o protestante, siempre ha
condenado las "prácticas homosexuales", a pesar de los cuantiosos
insultos que tanto en la una como en la otra se han dado contra el
mundo desde los más apartados rincones de las iglesias por parte de quienes
profesan las más altas responsabilidades de los púlpitos, traigan o no traigan
sotana.
El rechazo y la negativa desde
las iglesias se basaban por un lado en la filosofía "natural", y por
otro, en las mismas fuentes bíblicas, donde cabe decir que ambos caminos han
estado altamente cuestionados en las últimas décadas y respecto a lo cual,
algunos autores de estos escabrosos temas han llegado a afirmar que
la Sagrada Escritura no aporta datos significativos ni decisivos que permitan llegar
a un juicio negativo sobre la moralidad de la homosexualidad.
Por otro lado es importante
hacer alusión a “Los prostitutos sagrados”, cuya interpretación también ha sido
cuestionada en los últimos tiempos. Incluso desde las reformas protestantes del
siglo xvi hasta hoy las reacciones de las diferentes denominaciones no-católicas
tampoco han sido las mismas. Y de hecho en la historia de la iglesia católica y
de otras iglesias han habido reacciones a la homosexualidad, donde tampoco hay
una manera cristiana de entender la homosexualidad.
Y en lo que se refiere a los
prostitutos sagrados, existen duros y cuestionables versículos que como parte
de las Sagradas Escrituras son dignos de análisis, como por ejemplo: •1R 14,
24: “Hasta consagrados a la prostitución hubo en la tierra. Hicieron todas las
abominaciones de las gentes que Yahveh había arrojado de delante de los
israelitas”. O bien el: •1R 15, 12: “Expulsó de la tierra a los consagrados a
la prostitución y quitó todos los ídolos que sus padres habían hecho”. Lo mismo
que este: •1R 22, 47: “Barrió de la tierra a todos los consagrados a la
prostitución, que habían quedado en el país en los días de Asá su padre”. Y
finalmente este versículo: •2Re 23, 7: “Derribó las casas de los consagrados a
la prostitución que estaban en la Casa de Yahveh…”.
Y antes de concluir, diré que
en lo que se refiere a la expresión, sodomita o sodomizar, generalmente se
utiliza para denotar a un homosexual o para denotar una relación anal, no
necesariamente entre homosexuales. La palabra sodomita proviene de “Sodoma”, y
debido a la mala interpretación de que Sodoma fue castigada por homosexuales,
entonces a la palabra sodomita, se le adjudica el significado de homosexual,
violación anal o relación anal.
El único derecho que no
tenemos es condenar. Porque entonces recurriremos a aquel principio bíblico que
dice: “quien esté libre de culpa que arroje la primera
piedra”. Cuestión de tiempo.