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Hoy es sábado, 23 de noviembre de 2024

En privado

• Los Prostitutos Sagrados.


El actual proceso electoral intermedio, que oficialmente, e insertos en una terrible pandemia,  arrancó el 7 de septiembre del 2020 anterior, con destino al 6 de junio de este año, debe –sin duda-- calificarse como histórico.

 

Vaya, no solamente porque se trata del proceso más grande registrado en nuestro país, dado que en estas elecciones están convocados casi 95 millones de electores registrados, es decir, cinco millones de personas más que en 2018, y donde estaremos votando para renovar más de 21 mil cargos de elección popular, sino porque en esta ocasión, la democracia ha dado pasos agigantados, y eso para todos los mexicanos es lo que más importa.

 

¿Por qué lo anterior? Es muy simple. Porque a partir de la celebración de este proceso se está, --por fin--, garantizando el acceso real y efectivo a integrantes de la comunidad LGBTTTIQ+ en la postulación de candidaturas.

 

Qué bien, porque con estas decisiones ya se han transformado las estructuras con miras a lograr la igualdad sustantiva, equilibrada y efectiva  entre ambos sexos, con lo cual se deja en claro que todos los seres humanos somos realmente iguales, y de paso, las autoridades electorales han demostrado responsabilidad y muy en especial, han signado su verdadero compromiso democrático.

 

Un paso importante porque ya basta de que algunos seres humanos, solamente por sus preferencias sexuales sean vistos como seres raros,  como entes que no tienen derecho a participar dentro de una sociedad como la nuestra, que, --dicho sea de paso--  presume de una plena realización en el siglo XXI.

 

Luego entonces ¿de qué diablos nos sirve que el presente siglo se caracterice por el avance y expansión de la digitalización y el control de la información a nivel global cuando por otro lado nos estábamos  sumergiendo en el atraso en cuanto a la transversalidad de la perspectiva de género?.

Basta ya de esgrimir principios morales o normas sociales que presumiblemente indican lo que las personas deberían hacer o  evitar, guiándonos por aquella famosa “regla de oro”, considerada como un principio moral que ha sido difundido por diversas religiones y cuya creación como ya lo sabemos se atribuye a diversos profetas.

 

Es cierto. Y se ha insistido en que toda investigación en que participen seres humanos debe realizarse de acuerdo con cuatro principios éticos básicos, a saber, el respeto por las personas, la beneficencia, la no maleficencia y la justicia. Más no se hace alusión a las preferencias sexuales porque simple y llanamente si desde la antigüedad se hubiese hecho referencia, por ejemplo,  a la homosexualidad, se caería en un tema demasiado difícil de debatir cuando sabemos que esa práctica viene justamente desde la antigüedad.

 

Ahora bien, los valores morales comprenden las virtudes como la prudencia, justicia, fortaleza y templanza, que dependen exclusivamente del libre albedrío. Y cada sujeto va forjando sus propias virtudes y es responsable de su conducta moral. Quedando en claro que estas virtudes nunca se heredan, sino que se adquieren a base de esfuerzo y constancia.

 

Y para dar fortalecimiento a lo anterior, vale decir que el posicionamiento de la Iglesia en general ha sido negativo en cuanto a la valoración o comportamiento sexual. Históricamente hablando de la Iglesia cristiana, de la católica, o protestante, siempre ha condenado las "prácticas homosexuales", a pesar de los cuantiosos insultos que tanto en la una como  en la otra se han dado contra el mundo desde los más apartados rincones de las iglesias por parte de quienes profesan las más altas responsabilidades de los púlpitos, traigan o no traigan sotana.

 

El rechazo y la negativa desde las iglesias se basaban por un lado en la filosofía "natural", y por otro, en las mismas fuentes bíblicas, donde cabe decir que ambos caminos han estado altamente cuestionados en las últimas décadas y respecto a lo cual, algunos autores de estos escabrosos temas  han llegado a afirmar que la Sagrada Escritura no aporta datos significativos ni decisivos que permitan llegar a un juicio negativo sobre la moralidad de la homosexualidad.

 

Por otro lado es importante hacer alusión a “Los prostitutos sagrados”, cuya interpretación también ha sido cuestionada en los últimos tiempos. Incluso desde las reformas protestantes del siglo xvi hasta hoy las reacciones de las diferentes denominaciones no-católicas tampoco han sido las mismas. Y de hecho en la historia de la iglesia católica y de otras iglesias han habido reacciones a la homosexualidad, donde tampoco hay una manera cristiana de entender la homosexualidad.

 

Y en lo que se refiere a los prostitutos sagrados, existen duros y cuestionables versículos que como parte de las Sagradas Escrituras son dignos de análisis, como por ejemplo: •1R 14, 24: “Hasta consagrados a la prostitución hubo en la tierra. Hicieron todas las abominaciones de las gentes que Yahveh había arrojado de delante de los israelitas”. O bien el: •1R 15, 12: “Expulsó de la tierra a los consagrados a la prostitución y quitó todos los ídolos que sus padres habían hecho”. Lo mismo que este: •1R 22, 47: “Barrió de la tierra a todos los consagrados a la prostitución, que habían quedado en el país en los días de Asá su padre”. Y finalmente este versículo: •2Re 23, 7: “Derribó las casas de los consagrados a la prostitución que estaban en la Casa de Yahveh…”.

 

Y antes de concluir, diré que en lo que se refiere a la expresión, sodomita o sodomizar, generalmente se utiliza para denotar a un homosexual o para denotar una relación anal, no necesariamente entre homosexuales. La palabra sodomita proviene de “Sodoma”, y debido a la mala interpretación de que Sodoma fue castigada por homosexuales, entonces a la palabra sodomita, se le adjudica el significado de homosexual, violación anal o relación anal.

 

​El único derecho que no tenemos es condenar. Porque entonces recurriremos a aquel principio bíblico que dice: “quien esté libre de culpa que arroje la primera piedra”.    Cuestión de tiempo.