• El Consejero Político.
Cuando la política –como los
tuétanos-- se trae metida hasta lo más profundo de las venas, resulta difícil,
muy difícil prescindir de ella. Porque es como si se pretendiera vaciar la
sangre de las venas: simplemente dejaríamos de existir.
De tal manera que resulta
sumamente increíble que alguien, como en el caso concreto de Leonel Cota
Montaño, pretenda hacernos creer que no está metiendo las manos en
los actuales procesos electorales que culminarán el 6 de junio próximo. Y menos
que no lo haga en lo que corresponde a Baja California Sur: su tierra.
Ya lo veremos: de acuerdo a una
muy bien lograda entrevista de nuestro director general Cristian Carlos
Sánchez, con el actual Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad
Pública en el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, Leonel Cota
Montaño, y en base a una pregunta específica dirigida seguramente con cierta
jiribilla a Cota Montaño, este simplemente – como Poncio Pilatos--
pretendió lavarse las manos al responder con sequedad: “Yo no opero
políticamente nada”.
Bien, pues, por más que
pretendamos asimilarlo, nos cuesta mucho aceptar esa respuesta. No solamente
basado en lo escrito en las primeras líneas, sino porque sabemos de los
compromisos que desde hace tiempo se han establecido, por ejemplo, entre Leonel
Cota Montaño y Rubén Muñoz Álvarez, incluso desde que Leonel Cota
fue presidente municipal de La Paz en el periodo de 1996 a 1999.
Seria en base a esos previos
favores, obviamente con el paso del tiempo y ya una vez que Rubén Muñoz se
posicionó como presidente municipal de La Paz, el alcalde paceño,
que Rubén se vería obligado a ser recíproco, y en su caso aceptar
–cuando menos-- darle un cargo a alguno de los hijos de Leonel, resultando
entonces beneficiado Manuel Alejandro Cota Cárdenas con la Dirección General de
Desarrollo Social, cuya responsabilidad, como ya lo sabemos, dejaría hace
algunas semanas, para buscar otro cargo, como según se sabe, el de pretender
suceder nada menos que a Rubén Muñoz en la alcaldía.
Por otro lado, está muy claro que
también, en el caso concreto de Armida Castro Guzmán, presidenta municipal de
Los Cabos, de igual manera existen obligaciones morales, luego de que Leonel
Cota Montaño, logró primero acomodar a su hermana Rosa Delia como Secretaria
General del Ayuntamiento sureño, y posteriormente a su también hijo, Leonel
Efraín Cota Cárdenas, como titular de Desarrollo Rural y Pesca. Repito: allá en
Los Cabos.
Y aquí, en lo que a esto
respecta, que quede claro, muy claro. No estoy en posibilidad de poner en entre
dicho los conocimientos o la capacidad ni de Manuel Cota Cárdenas, ni de su
hermano Leonel, de los mismos apellidos. Jamás lo haría. En primer lugar porque
ese no es un punto que está en discusión en estos momentos, y el segundo lugar
porque se trata de dos jóvenes que como lo haría cualquier joven, tienen
derecho a superarse.
Sin embargo, en estos tiempos de
gran efervescencia política, es importante destacar que pese a todo lo que
diga, dentro o fuera de entrevistas periodísticas, Leonel Cota
Montaño se ha convertido en el consejero político tanto de Armida Castro
Guzmán, como de Rubén Muñoz Álvarez, al ser justamente el dueto en quien Cota
Montaño cifró sus esperanzas para que alguno de ellos, sea Armida o Rubén, se
convirtiera en la candidata o el candidato por Morena a la gubernatura de Baja
California Sur para de esta manera seguir moviendo, desde arriba, los hilos de
las marionetas.
Y es que, razones para que los
personajes ya mencionados estuvieran en contra del hoy abanderado por Morena,
las había muchas. Y po0r el momento citaré solamente dos. Una: porque Víctor
Manuel Castro Cosío, que desde entonces era concebido como uno de los oponentes
más fuertes, ya había caído de la gracia de Leonel Cota Montaño. Y dos:
que –Víctor Castro Cosió—no era propiamente y hasta ahora no ha sido
propiamente el “gallo” de Alberto Rentería Santana, dirigente estatal de
Morena.
Ya después, pero antes de que el
profe Víctor Castro fuera ungido como candidato de Morena a la
gubernatura, --donde por supuesto Rubén soñaba con ser el elegido-- vendría
aquella sorpresiva pero esperada despedida de funcionarios y funcionarias de la
administración que preside Rubén Muñoz. Cuyas razones, ya las sabíamos: simplemente
porque todos ellos y ellas simpatizaban con las aspiraciones políticas del
profe Víctor Cosió, y que al final de cuentas –seguro estoy—fue la gota que
derramó el vaso.
Luego entonces, --pese a lo que
algunos defensores de oficio quieran opinar--, detrás de Rubén Muñoz
Álvarez y Armida Castro Guzmán, ha estado siempre la sombra de
Leonel Cota. Y vale aventurar que partir de ahí han sido los pataleos y los
constantes enojos de Armida Castro, incluso en contra hasta de su propio
partido y de su líder partidista.
Y en el caso específico de Rubén
Muñoz Álvarez, por supuesto, que ha sido quien, al pie de la letra ha seguido
los consejos, --buenos o malos-- de su asesor político Leonel Cota, lo que por
ende, ha provocado que Rubén, lance aquellos tarascones a diestra y siniestra,
a los cuales ya hice referencia en una entrega anterior. Y donde escribí que
esos tarascones para todos lados en su afán de agarrarse de algo, tras ver
perdida su oportunidad de ser el candidato a gobernador por Morena.
Ahora bien, lo he dicho y lo
reitero una vez más: es de alta gravedad el daño político que el trio diabólico
le está causando a solamente una persona: Víctor Manuel Castro Cosió. Y la
resta provocada por tanta soberbia, y tantas terquedades, ya las veremos en el
resultado de las urnas el 6 de junio.
En síntesis, de seguir así las
cosas, no me cabe la menor duda de que tantas necedades y tanto
engreimiento le seguirán abonando votos a los partidos de enfrente. Y muy
especialmente a la gran alianza de Pancho Pelayo.
Es por todo lo anterior que
resulta difícil, muy difícil tragarnos eso de: “Yo no opero políticamente
nada”, dicho por el mencionado consejero.
Cuestión de tiempo.