Orbelina esperaba que sus hijos de 11 y 8 años cruzaran la frontera de Estados Unidos; fueron detenidos por la patrulla fronteriza y comenzó su calvario.
ESTADOS UNIDOS.
El camino en la frontera de México y Estados Unidos es sumamente duro y en muchas ocasiones los niños migrantes son los que más sufren las largas caminatas, calor extremo y otros riegos que deben pasar para llegar a su tan anhelado sueño americano.
Cuando ellos estaban en México ya para cruzar, eso era lo que yo me ponía a pensar, que de repente les pasara algo a los niños, esa fue mi mayor angustia’.
Este es el testimonio de Orbelina Orellana, una madre hondureña que, como sucede casi a diario en la frontera, le pidió al padre de sus hijos que los llevara hasta el lado mexicano de la frontera y de allí estos dos pequeñitos, Kenner de 11 años y Janneisy de 8 años cruzaron solos, expuestos a los peligros de un viaje que muchos no logran o no viven para contarlo.
Mis hijos son muy valientes porque el muro ellos lo cruzaron solitos, luego ahí se arriesgan, no saben quiénes los iba a agarrar, pero gracias a Dios los agarró migración y pues ahí fue cuando yo me alivié un poco cuando ya migración llama, me contacta y me dicen que mis hijos están en ese lugar, en esa hielera”.
En la ‘hielera’, como nombran a los centros de detención para menores y donde se encuentran cerca de 15 mil niños, estos hermanitos ya completan 8 días detenidos en California.
A Orbelina se le agotan las fuerzas pues ya completa casi tres años sin verlos. Ella, de 29 años, llegó en una caravana en el 2018 huyendo de la violencia y condiciones en Honduras.
Pasé siete meses presa, antes de lo que pasé también de lo de la caravana, pasé durmiendo en el suelo, lo que me acompañaba a mí era mi mochila de viaje, tapándome con toallas”, comenta.
El padre Fabián Arias ha sido su gran apoyo desde que la conoció en Tijuana y desde entonces ha abogado por su caso y ahora por el de la liberación de sus hijos y de todos los niños detenidos en la frontera.
Una de las soluciones inmediatas es que sus mismos padres y familiares vayan directamente a buscarlos, a retirarlos, sin que tengan que estar pasando por todas estas gestiones, que las entiendo son gestiones de prevención, de seguridad para los propios niños, pero yo creo que eso se podría llegar a dar en los mismos lugares donde los niños están”.
Orbelina, quién trabaja en un restaurante, podría llegar a reunirse con su familia en una semana si autorizan la liberación y traslado de sus hijos.
Espero cuando sea el reencuentro de mis hijos estén ahí presentes para que vean que motivación tan grande va ser para mí como madre, volver a encontrarlos después de dos años y meses a mis hijos de nuevo y tenerlos en mis brazos”.
La crisis de la frontera con menores que llegan por docenas a diario se agrava cada vez más y pese a que no pueden ser detenidos por más de 72 horas, es imposible procesarlos a tiempo por el alto volumen. El actual gobierno se esfuerza para albergarlos en edificios aptos, con suficiente espacio, juegos, comida y suministros sanitarios.
Este es solo un caso de los cientos que ocurren a diario en una de las fronteras más vigiladas de todo el mundo y que muchos intentan cruzar sanos y salvos