• El poeta conversó con el periodista Luis Hernández Navarro en 2014.
Ciudad de Mexico.- El
político, poeta y filósofo Enrique González Rojo Arthur dedicó toda su vida y
su lucha a “poner un granito de arena en la emancipación de la humanidad en
nuestro querido México, tan devastado y lleno de traidores”, dijo al
coordinador de Opinión de este diario, Luis Hernández Navarro.
“No concibo la vida sin escribir y no
concibo la escritura si no está comprometida”, sostuvo el pensador en el
programa A Contracorriente, transmitido en 2014; además hizo
un recuento de su vida y convicción, su vínculo con el escritor José Revueltas,
de quien se asumió “hijo espiritual”, la tríada de sus vocaciones y su estirpe
formada por tres poetas.
En la charla, reconoció que en su
existencia tuvo varios amores, pero sólo tres vocaciones. “Los amores son el magisterio,
la lectura, la música, la literatura, la filosofía, la política, la poesía,
pero la política, la poesía y la filosofía son mis tres pasiones. Como una
trenza muy bien bordada. Mis tres coordenadas fundamentales.
“Mi poesía está encaminada, por un lado, con
la política, y por otro con la filosofía. Es multitemática. Me interesan mucho
los poemas personales, sexuales, familiares. Nada para mí está fuera de la
poesía y de la posibilidad de hacer poesía.”
Definió a Revueltas como otro de sus
padres, “espiritual”. Lo conoció en casa de su abuelo, Enrique González
Martínez. “Me ha interesado vincular mis propuestas teóricas y políticas con
las de Revueltas. Mostrar las simpatías y diferencias. Me resulta algo muy
fructífero. No sólo recibí la influencia poderosa de la personalidad de Pepe,
sino de sus producciones teóricas”.
Interrogado sobre un poema que dedicó
al autor de El apando, en el que plasma la disyuntiva de entre
acercarse al poder con Martín Luis Guzmán y ser José Revueltas, González Rojo
Arthur fue tajante: “Yo soy revueltista. Puedo aceptar alguna alianza con
sectores progresistas, pero una alianza crítica sin perder la autonomía”.
Recordó las pugnas en el Partido
Comunista Mexicano (PCM), en las que se involucró Revueltas, principalmente la
lucha contra el “estalinismo de huarache” de la dirección nacional de Dionisio
Encina.
Revueltista crítico
En la entrevista, el escritor se dijo
un “revueltista crítico” y esbozó sus propuestas intelectuales: la existencia
de una tercera clase social, “que nos da una clave para interpretar qué fue el
pretendido socialismo. En esta concepción del sistema ternario se entiende por
qué no llegaron los obreros al poder, sino los burócratas y los técnicos”.
Además, de su estudio de Freud y el
sicoanálisis, de donde obtuvo la idea de que existe una pulsión tan importante
como erótica: la pulsión apropiativa, de la que “he sacado consecuencias que
tienen que ver incluso con el problema del poder”.
Así como la propuesta de que “no sólo
hay plusvalía en la esfera de la producción, sino también en los servicios y la
circulación. Finalmente, he puesto mucho el acento en la autogestión, que
vincularía todos los elementos que he mencionado con anterioridad, coronándolos
y englobándolos”.
Enrique González Rojo Arthur relató
que su llegada a la filosofía estuvo marcada por su interés en la poesía, que
ya escribía desde que tenía seis o siete. Ante la necesidad de explicarse el
acto poético, leyó libros de preceptiva y luego pasó a los de estética, que en
ese entonces era considerada parte de la filosofía. Así comenzó a estudiar los
clásicos de la filosofía alemana y luego del existencialismo. Entonces uno de
sus amigos le contó de su ingreso al PCM. Hacia 1956 se vinculó con ese
partido.
Como poeta, estuvo relacionado con los
grupos Hiperión y el de La Espiga Amotinada, aunque “yo venía del Poeticista,
donde poníamos el acento en la metáfora y en el mecanismo de los tropos. Debe
tener algo interesante, porque los que formamos parte de esa corriente
obtuvimos el Premio Xavier Villaurrutia: Marco Antonio Montes de Oca, Eduardo
Lizalde, Arturo González Cosío y yo”.
El autor refirió que la primera parte
de su trabajo poético lo puede titular “La hora inútil”, que es el nombre que
su abuelo le dio a su propia producción inicial. Luego transitó por el
poeticismo, seguido de la etapa de Para deletrear el infinito.
De cada uno de los 15 cantos de este
largo poema, hizo un libro. “El programa está formado por el Para
deletrear el infinito inicial y los quince libros que brotaron del
intento de convertir cada capítulo en una obra.
“En la última etapa se me ha ocurrido
que en consonancia con buena parte de la poesía contemporánea y mi trayectoria
literaria de no respetar los géneros, me he dado por hacer pequeños cuentos que
son poemas: cuentemas. Además, he intentado escribir novelas
que al mismo tiempo sean poemas, a las que he dado el nombre de novelemas. Tengo
cinco inéditas.”
Sobre su exclusión del canon
literario, aseveró: “No me ha importado mucho porque he ido creando un público
que no tiene que ver con el radio de acción de las mafias. Este público, sobre
todo de jóvenes, se acerca constantemente a mí. Me han dicho que lo que escribo
les parece interesante. Me siento muy complacido”.