• Genio del trazo prehispánico y conocedor de la tinta roja y negra, el tlacuilo fue usado para evangelizar
CIUDAD DE MÉXICO.-El tlacuilo fue un personaje
vital entre los pueblos indígenas porque era el encargado de plasmar la
historia, los aspectos económicos, geográficos y genealógicos.
Sin embargo, con la llegada de los españoles, se
convirtió en un puente entre dos culturas y dos lenguas que fue utilizado para
la evangelización, explica a Excélsior Baltazar
Brito Guadarrama, director de la Biblioteca Nacional de Antropología, en el
marco de los 500 años de la caída de Tenochtitlan.
El tlacuilo era el creador que pintaba, el que
escribía con pictogramas en náhuatl y era considerado el dueño de la tinta roja
y negra.
En el área maya fue conocido como ajtz’ib y en la
mixteca como tai huisi tacu, y era visto como un sabio que necesitaba amplio
conocimiento de las deidades, del calendario, la geografía, la historia de su
pueblo y podía plasmar ideas que otros entendían.
Además, se cree que también pintaba escenas de
guerra en los templos y el entronizamiento de reyes, como se observa en los
murales de Bonampak, Cacaxtla y Teotihuacan.
“No tenemos idea de cuándo surgió este personaje,
pero es posible que existiera en los pueblos y conociera la tradición oral, la
historia y sus aconteceres”, explica Brito Guadarrama.
“Fueron
personajes que empezaron por plasmar esa historia en piedra, donde se registran
los primeros atisbos de la escritura, como en el caso de los mayas y olmecas”,
explica.
Después, estos personajes evolucionaron y
estamparon sus conocimientos calendáricos, astronómicos e históricos en
documentos no tan duros como la piedra, sino blandos como el amate y la piel.
“Con el paso de los años fueron más importantes,
pues tenían el conocimiento para plasmar un mensaje que otra persona podía
decodificar y entender en otro lugar, aunque son datos que deducimos”, asevera.
El ejemplo más antiguo de un códice que se tenga
registro data del siglo XII, explica Brito, el cual fue elaborado en amate,
“aunque se sabe que existen otros de carácter arqueológico que no se han podido
desdoblar o que deben permanecer enterrados en tumbas o cuevas”.
“Este códice muestra que los tlacuilos eran
excelentes para elaborar sus tintas y que tenían un amplio conocimiento de
materiales, plantas, minerales e insectos —como la grana cochinilla— para
elaborar sus tinturas. Además, tenían la idea clara del soporte, de la
preparación que necesitaba y de lo que tenían que pintar”, detalla.
Por ejemplo, en el Códice Maya se observa el uso de
carbón para el color negro, de grana cochinilla para el rojo, y un mineral
llamado paligorskita para el azul maya —descifrado hasta el año de 1979—, por
lo que necesitaba un gran conocimiento de la naturaleza para hacer los colores.
¿Existen representaciones del tlacuilo en el arte
prehispánico?, se le pregunta. “En el área maya hay muchas vasijas donde
aparecen pintados con todo lo que tenían alrededor, lo cual nos da una idea
clara de cómo vestían y hacían su trabajo”.
Incluso hay una vasija interesante del área maya
donde se puede apreciar un personaje sentado que pinta un códice, señala.
“En el área del centro tenemos varios códices, como
el Telleriano-Remensis, que está en Francia, donde aparece una mujer que pinta
con la mano izquierda, lo que nos indica que también había mujeres tlacuilos”,
dice.
“Y otro ejemplo lo tenemos en el Mapa Tlotzin,
donde se tienen personajes que realizan su trabajo junto con carpinteros y
lapidarios”.
¿Qué lugar ocupaba el tlacuilo en la sociedad?
“Eran nobles, porque siempre vestían algodón, y seguramente eran muy
respetados, ya que la gran mayoría de pintores que se conocen después de la
conquista eran hijos de tlatoanis, como el hijo de Cuitláhuac”.
¿Había escuelas? “Era un conocimiento transmitido
de padres a hijos, pero es posible que se enseñara por algunos sacerdotes, pero
no era un conocimiento para todo el pueblo”.
¿Existieron tlacuilos famosos? “Los códices
carecían de autoría porque le pertenecían a todo el pueblo, así que no tenemos
tantos datos de tlacuilos famosos, aunque sabemos que algunas vasijas del área
maya sí eran firmadas”, señala.
HUMOR Y DOBLE SENTIDO
Los españoles se dieron cuenta de la importancia de
los tlacuilos, y por ello fundaron una escuela en Santa Cruz de Tlatelolco,
donde empezaron a enseñarles latín, español y también a escribir el náhuatl,
para trasladar los pictogramas a textos, comenta Brito Guadarrama.
“Así que el tlacuilo se convirtió en un puente
entre ambas culturas, es decir, en una especie de mediador” que, a la postre,
fungió como el escribano que aportaba versiones en náhuatl o español, tal como
se observa en los códices De la Cruz-Badiano y el Florentino.
¿Se sabe si realizaban representaciones
humorísticas?, se le cuestiona. “Tendemos a creer que el tlacuilo era un oficio
muy solemne. Supongo que debió existir otro tipo de documentos que no fuesen
los que conocemos, por desgracia ningún fraile lo registró”.
“Pero lo que sí tenemos son adivinanzas y un poco
de doble sentido o de albur en algunas partes nahuas del Códice Florentino, de
Fray Bernardino de Sahagún.
“Es lo que ellos llamaban el hablar sucio, donde
quedó plasmado un poco de ese albur y de juego erótico. Sin embargo, todos esos
registros que consideramos poco solemnes seguramente fueron quemados por los
frailes, por considerarlos impropios”, concluye.