• Los partidos políticos la obligación de promover la participación ciudadana en la vida democrática del País y contribuir a que los ciudadanos accedan al ejercicio del poder.
Muy buenos
días estimable lector gracias, mucha gracias por continuar prefiriendo este su Diario
El Independiente.
Inicio esta
columna comentando a Usted: Los objetivos de los partidos políticos como
organizaciones políticas, se vinculan directamente con el mandato
Constitucional que, atribuyendo a los partidos políticos el carácter de
organismos de interés público, les impone la obligación de promover la
participación ciudadana en la vida democrática del País y contribuir a que los
ciudadanos accedan al ejercicio del poder. Por tratarse de organizaciones que
afilian libre e individualmente a los ciudadanos, debe entenderse que llevan a
cabo una acción política de elevada finalidades y que, como tal las acciones
que realicen deben estar revestidas de los más elevados principios de la ética
política.
Pero si bien
ese actuar debe responder a los principios éticos, nunca debe perderse de vista
que son los hombres, y mujeres, y no las instituciones quienes violan, con su
inadecuada conducta, las reglas de la convivencia civilizada, vulneran las
virtudes que deben cumplir en su actuar público y con sus conductas llegan al
extremo de cometer delitos que dañan el cuerpo social del que forman parte, y
que en ocasiones se excede en su valoración externa de los hechos que se
atribuyen a la institución, más que a los hombres que los cometen. La sociedad
actual, más informada, con mayor nivel de educación, recibe los mejores
críticos del actuar de los hombres y mujeres, cuya vida se desenvuelve en el
difícil campo de la actividad política y que por tanto, tienen sus conductas a
la vista de la propia comunidad a la que deben servir en el ejercicio de la
profesión que pretenden desempeñar.
Ahora bien,
la convergencia ideológica pragmática ha traído confusión a militantes y
simpatizantes de los partidos políticos, a pesar del movimiento de los
electores al centro ideológico, los ciudadanos tienen hoy y plantean demandas
cada vez más específicas y diferenciadas. La alta volatilidad del electorado
implica que la lealtad partidista explica cada vez menos el voto, y que es el
voto de los indecisos el que cada vez más decide la votación final, ya que los
electores mutantes votan por su bienestar individual e inmediato, no por
definiciones ideológicas, para ellos la política partidista ha dejado de ser
espacio de debate y se ha convertido en una secuencia de contratos contingentes
y renovables, cada elección entre oferentes (candidatos y partidos) y
demandantes (electores), por otro lado; los medios electrónicos han
revolucionado los sistemas de comunicación política, y han reemplazado a los
partidos en esta función.
Su creciente
influencia en la política ha debilitado las funciones tradicionales de los
partidos; continuamente se observa como los candidatos y sus imágenes influyen
más en el electorado que las estructuras partidistas. En este sentido debido a
la fragmentación de las demandas ciudadanas, más que un electorado los partidos
enfrentan múltiples electorados: amas de casa, jóvenes, campesinos, burócratas,
etc, etc... Dada esa diversidad de interés han surgido organizaciones sociales
y no gubernamentales que representan demandas de grupos específicos con
creciente influencia en los asuntos públicos.
Concluyo: Los
mexicanos requerimos partidos políticos que prevengan cualquier acto de
corrupción y que sancionen a quienes los cometan, para lo cual debe establecer,
además una administración transparente, con vigilancia de los órganos de los
partidos, a fin de aplicar estrictamente los códigos de ética partidaria
independientemente de someterlos a juicio ante los tribunales de justicia
penal.