• La acechanza continúa. La intención de liquidar los centros de investigación sigue su marcha, golpe seco y a la cabeza • Las implicaciones laborales afectarán a muchos investigadores locales • Conversaciones con el diablo
Matar a la
investigación ¿necesario? La reforma constitucional al artículo 3º y 73
abrieron la posibilidad para que el legislativo modifique la actual Ley de
Ciencia y Tecnología, y con ello formular una Ley General de Ciencia y
Tecnología, y pasar de una ley Federal a una Ley General tiene implicaciones,
que impactan en todos los niveles de la administración pública en México, al
pasar de la regulación del ámbito federal a incidir en las políticas de ciencia
y tecnología de las entidades federativas y municipios.
En principio
pareciera que ello podría tener beneficios para la sociedad en general, pero es
evidente que el desarrollo regional y por entidad federativa sigue siendo
diferenciado, los gobiernos estatales en el ámbito de sus capacidades y
políticas propias de desarrollo, deciden, formulan y aplican políticas
enfocadas a impulsar, mejorar o limitar actividades con el fin de potenciar los
beneficios de las comunidades o de ciertos sectores económicos. O por el
contrario malas decisiones o malintencionadas, pueden expandir las brechas de
desigualdad o generar beneficios para unos pocos.
Al proyectar
una posible ley general para el sector de ciencia, tecnología e innovación, se
abre las puertas para que suceda lo primero, la búsqueda efectivamente del
bienestar general de la nación o dar cabida a decisiones erróneas, producto de
caprichos o visiones limitadas a mejores tiempos o sin el sustento de un
diagnóstico preciso y acorde a la realidad de las regiones tan desiguales con
las cuales hoy México cuenta.
En los
últimos meses, hemos presenciado ajustes a la Ley de Ciencia y Tecnología y un
sector encabezado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT)
siendo protagonista de noticias caracterizadas más por sus ajustes, dudas y
manifestaciones de grupos de académicos que por sus logros o resultados.
El primer de
dichos ajustes a la Ley de CyT fue la eliminación de la figura de los
Fideicomisos, siendo uno de los pocos sectores que preveía no sólo en la Ley
sino en un lineamiento propio de los mismos, un manejo transparente y auditado
tanto a nivel de sus órganos reguladores como de la Auditoría Superior de la
Federación. El impacto de la eliminación más que abonar a la transparencia y
rendición de cuentas, eliminó la posibilidad y flexibilidad que tenían los
Centros Públicos de Investigación de realizar proyectos de investigación
multianuales, no sujeta a las restricciones o limitaciones normativas,
presupuestarias y políticas a las cuales se sujeta la formulación del
Presupuesto de Egresos de la Federación.
El CONACYT
argumento que los recursos no se perderían y que estos se verían reflejados en
las convocatorias y proyectos que mantendrían esta condición de multianual, sin
embargo, la realidad en los pocos meses del ajuste, aún no muestra claridad o
certeza sobre los dichos institucionales y los rumores y artículos más
recientes, aún deparan sorpresas pocos claras para el sector.
Entre las
noticias que hemos visto circular, destacan dos que parecen preocupar al sector
y en particular a quienes integran los Centros Públicos de Investigación,
siendo uno de estos, uno que reside y ha formado parte de la historia de
nuestro estado desde hace más de cuatro décadas, el Centro de Investigaciones
Biológicas del Noroeste, CIBNOR. Esta noticia tiene que ver con la posibilidad
de que los trabajadores que forman parte del Sistema de Centros Públicas de
Investigación pasen del apartado A de la Ley Federal del Trabajo, al apartado
B. La segunda de estas noticias tiene que ver con los ajustes al Sistema
Nacional de Investigadores, mejor conocido como el SNI.
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Las implicaciones laborales afectarán a muchos investigadores
locales
Las
implicaciones laborales al cambiar de régimen impedirán en la práctica, la
libre asociación sindical, la posibilidad de defender sus derechos laborales, y
discrecionalidad en los procesos de ingreso y ascenso bajo la nueva estructura
burocrática y no bajo una lógica de evaluación académica y criterios académicos
(meritocracia).
Al día de
hoy, los trabajadores del sector CyT, adscritos al apartado A, gozan de
libertad de cátedra y de investigación, recientemente se han organizado en
figuras sindicales con las cuales además de mejorar sus condiciones laborales,
garantizan tranquilidad laboral y certeza, misma que perderían, porque se les
consideraría trabajadores de confianza y quedarían sujetos a la decisión de un
director que discrecionalmente y a capricho podría disponer de sus plazas, ya
ni hablar de la libertad de cátedra y de investigación.
Finalmente,
los cambios al SNI que pretende realizar el CONACYT, los cuales implicarán
desaparecer la figura de candidato, para mantener solo los niveles I, II, III y
Emérito, hoy en día según los resultados del 2020, el sistema se compone por un
total de poco más de 33 mil miembros, de los cuales 8,727 corresponden al nivel
de candidatos.
Además, el
CONACYT ya anunció a las universidades privadas que suspenderá el pago del
beneficio a los investigadores adscritos al Sistema, con lo cual, en lugar se
estaría desincentivando los esfuerzos de miles de investigadores que utilizan
en muchos de los casos, dichos recursos para financiar sus proyectos, para
apoyar a sus estudiantes, comprar reactivos, entre otros usos, más allá del
beneficio directo del interesado.
Otra realidad
asociada a los investigadores adscritos al Sistema, es que 2,799 investigadores
no están adscritos a ninguna institución y que dicho estímulo en algunos casos
es su único ingreso. La decisión de modificar el Sistema tal como hoy opera,
tendría graves implicaciones no solo para los investigadores adscritos y que
desean crecer dentro del sistema, cómo una vía para mejorar sus ingresos y/o
mejorar los proyectos en los cuales participan, a mayor nivel en el sistema,
hay mayores posibilidades de participar en proyectos más grandes con mayor
prestigio y con mayor impacto para la ciencia, la tecnología y la innovación y
con ello para el bienestar de la sociedad en general.