• El historiador Alejandro Rosas, quien publica una versión compacta sobre la vida de Leona Vicario, habla de los 500 años de la caída de Tenochtitlan, del bicentenario de la Independencia y de la estatua de Colón
CIUDAD
DE MÉXICO.-Provocar la curiosidad desde la divulgación y la discusión de la
historia de México se necesita para iniciar las conmemoraciones de 2021 y así
rememorar los 500 años de la caída de Tenochtitlan, el bicentenario de la Independencia de México e, incluso, para revisar
el retiro de la estatua de Cristóbal Colón del
Paseo de la Reforma, y no desde la ideologización o la
politización de la historia.
Así lo afirma
el historiador Alejandro Rosas (Ciudad de México, 1969),
quien publica una versión compacta sobre la vida de Leona Vicario, donde
redescubre cómo Lucas Alamán la acusa de unirse a la causa insurgente por amor,
mientras que ella le responde con una carta en la que le recuerda que al ser
apresada no llevaba una sola carta de amor de Andrés Quintana Roo, pues su amor
era la patria.
Al
final, abunda, “el gobierno debió reconocer, simple y llanamente, que en 1521 cayó el imperio mexica. Sí, ni modo. Y no meterse
en que si fue colonización, invasión o que si los españoles eran malditos y
olvidar que fueron apoyados por cien mil aliados tlaxcaltecas. La historia ya
pasó y el gobierno tendría que arrancar desde ahí, porque independientemente de
la ideología, eso pasó y por más que se quiera modificar el discurso o cambiar
los términos, el hecho es concreto y no puede ser interpretado”,
Para
Rosas, 1521 “es el momento que debemos reconocer como la fundación de lo que somos hoy. Nosotros no venimos nada
más de la rama prehispánica o de la rama hispánica, sino de ambas y negarlo es
como negar a tu padre o a tu madre. Para mí sería importante que se reconociera
así”.
¿Cuál
sería la mayor deuda en la reflexión de estas conmemoraciones? “Recordemos que
la República cumplirá 200 años en 2024, pero el virreinato duró 300 años y de
ese periodo no conocemos absolutamente nada.
Sólo
tenemos una idea de la Conquista, mal contada, de la aparición de la virgen de
Guadalupe, la fundación de la Universidad, de San Ildefonso y sor Juana Inés de
la Cruz, pero no conocemos 300 años de una historia que nos definió y en la
cual hay mil claves para entender lo que hoy somos”, asevera el también autor
de Mitos de la historia mexicana y 99 pasiones en la historia de México.
Y ahí
es donde se podría estar trabajando en esta conmemoración, añade. “Me gusta la
fecha, pero sin pensar en la caída desgraciada de Tenochtitlan –aunque todo
sitio es brutal, sino que a partir de ese momento se funda en lo que hoy
derivamos. Es 1521 el momento en que se unieron culturas y pueblos indígenas
con la colonización de los españoles, en una amalgama que, para bien o para
mal, es lo que hoy somos”.
Rosas
también habla sobre la consumación de la Independencia. “En este punto sólo
agregaría que terminó en 1821 de forma distinta a como la soñaron Miguel
Hidalgo y José María Morelos, aunque se logró la paz y se dio el siguiente
paso: la fundación de un país independiente. Procesos y personajes no se pueden
cambiar, pero tendríamos que recuperarlos de ese modo”.
¿Cómo
recibió la colocación de la escultura de Leona Vicario en Paseo de la
Reforma? “Me gusta. Pero sería una mejor idea si no tuvieras que
quitar a otras por motivos políticos. Bienvenidas sean las estatuas de Leona
Vicario u otras mujeres que se vayan develando porque tienen mucho que aportar
al conocimiento de la historia, pero no cuando la politizas, como ha sucedido
con el monumento a Colón”.
Claro,
me da gusto que esté Leona Vicario, pero me daría más gusto que regresaran a
Colón, y no tendría problema con que estuviera el Che Guevara junto a Fidel Castro. ¡No hay
problema!, porque la historia ya pasó. El monumento a Colón tendría que seguir
allí y la discusión debiera darse en el ámbito de la academia o en algún foro y
no polarizar o ideologizar el tema”.
Y así,
“en el momento en que podamos comprender y analizar la
historia con esta perspectiva, no importará que Porfirio Díaz
mandara a construir el Ángel de la Independencia o que en el Monumento a la
Revolución cada 20 de noviembre se revuelquen, en sus tumbas, los personajes
que ahí yacen y que terminaron odiándose entre sí”, concluye.