• Para el escritor y filósofo argentino los géneros, tienen que ver con “el deslumbramiento repentino que produce el descubrimiento de algo” y con “cosas ordinarias que se vuelven luminosas”
CIUDAD DE MÉXICO.
Para el escritor y filósofo argentino Santiago
Kovadloff (1942), la poesía y el ensayo, géneros que define
como “imprescindibles” y que practica desde 1978 y 1993, respectivamente,
tienen que ver con “el deslumbramiento repentino que produce el descubrimiento
de algo” y con “cosas ordinarias que se vuelven luminosas”.
El ensayista y poeta,
que acaba de ganar el VII Premio Internacional de Ensayo
Pedro Henríquez Ureña 2020 que otorga la Academia Mexicana
de la Lengua, afirma en entrevista que los géneros literarios “son para quien
se siente dispuesto a disfrutar de un placer enorme y una dificultad constante”
al explorarlos.
Vía telefónica desde
Argentina, comenta que siempre hay algo que aprender cuando se emprende la
creación de una obra. “Se ha pensado que la poesía es el corazón de la
literatura, por la intensidad expresiva que alcanza. Pero yo preferiría no ser
excluyente. Todo escritor sabe que el género que cultiva tiene los requisitos
para que se convierta en una expresión intensa”.
El filósofo por
la Universidad
de Buenos Aires explica que “las cosas que deslumbran a un
poeta no necesariamente son extraordinarias, sino que son cosas ordinarias que
pierden pasividad, pierden inmovilidad, oscuridad, y se vuelven luminosas.
La riqueza que estaba
velada por las costumbres, el prejuicio y la indiferencia, y que al ser
derrotada por ese descubrimiento asombroso le devuelve una significación hasta
entonces inédita”, agrega.
El autor de 11
poemarios y 12 títulos de ensayo destaca que le gusta este
segundo género como expresión de una reflexión íntima. “Para escribirlo hay que
tener en cuenta tanto las consideraciones sociales como las de la vida propia.
Las fronteras rígidas del ensayo político, literario o filosófico no me
resultan muy provechosas. Prefiero la textura híbrida del ensayo. Al
expresarnos de forma personal, vamos dando puntadas filosóficas, políticas,
subjetivamente ricas de la vida cotidiana”.
Dice que advierte
cuando una idea surge abruptamente y pide un tratamiento ensayístico. “Igual
que un par de palabras o una línea puede sugerirnos la necesidad de componer un
poema, hay ideas que brotan de forma quizá difusa, oscura, brumosa, pero
suficientemente sugestiva como para saber que ahí está el germen de un ensayo”.
El autor de Zonas
e indagaciones (1978) y El silencio primordial (1993)
explica que el ensayo es un género que académicamente ha sufrido desdén y
descalificación, porque se reemplazó por la monografía. “Se tiene la idea de
que es demasiado subjetivo como para tener valor científico. Lo cierto es que
no aspira a eso. Es la conjugación en primera persona de un tema que nos
apasiona o interesa”.
El también traductor
y amante de la música ha abordado temas como el silencio
primordial, la diáspora judía, la figura de Moisés como expresión del espíritu
trágico del judaísmo, los profetas en el Israel antiguo, la relación entre
ética y política y temas de la vida cotidiana.
Para el traductor al español
de la obra del portugués Fernando Pessoa, suya es la primera versión completa
del Libro
del desasosiego (2000), el luso no es otro idioma. “Yo sucedí,
ocurrí, en portugués, porque viví en Brasil de los 14 a los 20 años. Se
convirtió en una lengua urgente, la necesitaba para convivir con mis
compañeros, realizar mis estudios, salir con mis amigos. Es un idioma
entrañable, otro modo de estar en el mundo”.
Kovadloff indica que
ahora trabaja en la composición de un diálogo político sobre la
democracia argentina que espera terminar a finales de enero. “Es una
conversación en temas y capítulos, un retrato de los desafíos que enfrenta la
democracia republicana, el auge del populismo y lo que compromete el porvenir
constitucional del país”.
Detalla que escribe
además un nuevo poemario. “Digamos que va creciendo oscuramente, porque en
realidad no hay libro de poemas. Uno reúne en un ejemplar 30 o 40 poemas, pero
en rigor cada poema es un mundo y no hay necesariamente una evolución
argumental, cada uno es una totalidad”.
Y desarrolla un ensayo
sobre el filósofo francés Michel de Montaigne.