• Ambos documentos viajaron desde Europa para exposiciones en EU, por lo que su traslado es posible, "en teoría, con rigurosos protocolos"
Ciudad de México. De los códices prehispánicos que se
encuentran en Europa, al menos dos se han exhibido en Estados Unidos, así que,
“en teoría”, no habría ningún problema en que viajaran a México para formar
parte de alguna de las muestras que se preparan para 2021.
Se trata del Códice Zouche-Nuttall, que
pertenece al Museo Británico y además es uno de los mejor conservados, y
del Códice
Selden, propiedad de la Universidad Oxford, explica el
etnohistoriador Manuel Hermann Lejarazu, quien señala que, en contraste, uno de
los manuscritos mesoamericanos más difíciles de consultar por los
investigadores es el Vindobonensis, que resguarda la Biblioteca
Nacional de Austria, donde son “muy celosos de ese documento; incluso, circula
la leyenda de que se guarda en una caja de metal a prueba de explosiones
nucleares”.
El Zouche-Nuttall es un códice viajero. En 2012 se
presentó en el Museo de Arte del condado de Los Ángeles; ese mismo año se
exhibió también en Dallas, Texas, como parte de la muestra Children of
the Plumed Serpent. En 2017 estuvo en el J Paul Getty, de Los
Ángeles, y en 2018 en el Museo Metropolitano de Nueva York.
En el Museo Británico también están el mapa
de Santa Bárbara Tamasolco y el Códice de Huachinango, entre otros manuscritos
antiguos que tienen el antecedente de que se han prestado para exposiciones,
“eso sí, bajo rigurosos protocolos de los curadores, pues tienen el compromiso
de devolver los materiales. Un obstáculo para traer a México no sólo los
códices, sino otras piezas, podría ser el elevado costo de los seguros, pues si
llega a ocurrir algún daño se pagan cantidades enormes”, comenta el
investigador.
Hermann Lejarazu dice que en el ámbito
académico, “por este y otros motivos, vemos complicado que se puedan traer las
obras que el gobierno solicitó a Europa, porque sabemos cuál es la situación
que se maneja con estos materiales tan valiosos.
“Si bien hay algunos museos que facilitan su
consulta, otros no; por ejemplo, la Biblioteca Nacional de Austria, donde está
el Códice
Vindobonensis, es muy complicado acceder a él. Es una
magnífica intención del gobierno mexicano querer traer o recuperar las piezas,
aplaudimos que se den las gestiones, pero la decisión final depende mucho de
los curadores y expertos que cuidan las colecciones, ni siquiera de los
gobiernos.”
La Biblioteca Nacional de Francia (BNF),
continúa el especialista en códices mixtecos, es la institución europea que
posee una de las colecciones más importantes de manuscritos coloniales
tempranos, de tradición indígena, la cual se formó prácticamente desde el siglo
XVI, y provienen principalmente del centro de México, elaborados por los
grandes cronistas nahuas.
“Todo lo que se encuentra en Europa es una
parte mínima de lo mucho que enviaban los conquistadores o los frailes como
regalos para los reyes, muchos documentos debieron haberse extraviado porque
hay menciones, por ejemplo, de Pedro Mártir de Anglería, cronista de Indias,
quien dice que vio libros hechos con escrituras ‘de dados y ganchos’,
seguramente refiriéndose a un códice maya, pero hoy es imposible saber si se
trata de alguno de los tres que se encuentran en Europa.
“El historiador y anticuario Lorenzo Boturini
encontró muchos manuscritos en la Nueva España en colecciones que estaban en
conventos y en bibliotecas privadas, pero después, por cuestiones políticas, su
colección fue confiscada y se dispersó.
“Fue hasta el siglo XIX cuando Joseph Marius
Alexis Aubin, un pillo coleccionista de manuscritos mexicanos, se los llevó del
país, con plena conciencia de que los tomó ilegalmente. Incluso hay
descripciones de que muchos de esos documentos los metió entre la ropa de sus
maletas. Se llevó una enorme colección que, con el paso del tiempo, pasó a
manos de Eugène Goupil, de origen mexicano y francés, quien los clasificó y legó
a la BNF.”
A esa colección pertenecía el Códice
Tonalámatl de Aubin, llamado también “el libro del diablo”,
que en 1982 extrajo de la biblioteca el periodista y abogado mexicano José
Castañeda del Valle para traerlo a México.
Algunas versiones indican que intentó
venderlo y, al no conseguirlo, dos meses después se ubicó el documento en
Cancún, Quintana Roo. Hubo un largo litigio diplomático con Francia que
reclamaba su devolución, hasta que se acordó que el Instituto Nacional de
Antropología e Historia (INAH) se quedara con él en calidad de comodato, con la
aclaración de que se trata de un manuscrito que pertenece a la BNF.
Sin embargo, en la página de la Biblioteca
Digital Mundial todavía se lee en la información del Códice
Tonalámatl de Aubin: “Este precioso manuscrito luego fue
robado; en la actualidad, se encuentra en México. Las autoridades mexicanas,
que se niegan a devolverlo, lo han confiado al INAH de México”.
En la actualidad no está prohibido el acceso
a los investigadores mexicanos a la BNF, “son severos, pero sin problemas dejan
ver y trabajar con los originales”, comenta Manuel Hermann Lejarazu, quien
también ha tenido acceso al Códice Becker (la parte faltante del Colombino),
que se encuentra en el Museo Etnográfico de Viena, Austria.
“El acceso es restringido porque les
preocupa, al igual que con el Penacho de Moctezuma, conservar lo más posible el
material con un mínimo de manipulación, que no reciba luz. Quienes lo muestran
son los curadores, siempre con guantes y cubrebocas.
“Conocer esos documentos digitalizados está
muy bien, pero nunca será igual a estudiarlos en vivo con nuevas tecnologías no
invasivas”, concluyó el etnohistoriad